A los 14 años, Roger Cusme recibió una noticia que le provocó una consternación mayor a la pérdida progresiva de su visión, que se le había agravado: el director de la escuela donde estudiaba había llamado a sus padres para decirles que, debido a su problema visual, era mejor que lo retiren y lo pongan a aprender algún oficio.

La anterior legislación impedía que las  
personas no videntes puedan ejercer
cargos  públicosEse evento lo marcó para siempre y a pesar de que no le daban cupo en ninguno de  los establecimientos educativos en Santo Domingo de los Tsáchilas, donde  residía, no se dejó amilanar. Tres años más tarde se mudó a Quito, y no solo que logró ingresar a un colegio donde se graduó como el mejor estudiante, sino que llegó a la universidad para estudiar Derecho. Ahora, 30 años después de la expulsión escolar, el Consejo de la Judicatura lo nombró juez titular del Juzgado Noveno de la Niñez y la Familia de Pichincha.

La ceguera no ha sido un obstáculo para sus objetivos. “La gente piensa que cuando uno tiene determinada  discapacidad, no puede realizar ciertas cosas. Contra eso he luchado desde un principio,  haciéndoles entender, sobre todo a los profesores, que para  mí no era una dificultad. Cuando  ya perdí la vista, a los 18 años,  tuve que realizar las cosas de manera un poco diferente a como  los demás las hacían”.

Por eso decidió participar en el concurso para jueces convocado por el Consejo de la Judicatura en septiembre de 2012,  lo cual le trajo a la memoria  la tarde cuando llenaba los datos en el portal web. Ese día pensaba que, si llegaba a  integrar la Función Judicial,  actuaría con absoluta transparencia, honestidad y diligencia, poniendo siempre un adicional en el tema de la celeridad procesal, para “cambiar esa idea de que la justicia es lenta,  lo cual creo que estoy logrando. Cuando tengo un caso trato de resolverlo ese mismo día. No me quedo mucho tiempo con un proceso”, comentó  emocionado.

Acotó que cuando rindió las pruebas lo hizo a través de un programa informático. “Era imposible que el sistema se  diera cuenta de que tenía discapacidad, por eso mi postulación fue en igualdad de condiciones”.

1.250
nuevos jueces recibieron el nombramiento del Consejo de
la Judicatura este añoLa nota obtenida le permitió quedar entre los 240 mejor  puntuados  entre alrededor de 1.200 postulantes a nivel nacional, lo cual posteriormente le sirvió para ser nombrado juez, en mayo pasado.

La tecnología actual también colabora para que personas  como el juez Cusme puedan desempeñarse mejor. Para poder redactar las providencias recurre a un programa informático denominado Jaws, que reconoce los textos y los lee; además, cuando escribe, el programa le permite escuchar lo que  redacta.

De igual forma, tiene ingresados todos los códigos a la base de datos. Cuando quiere consultar algo utiliza su computador y el software  le ayuda a ubicar lo que necesita.

Algo similar es lo que le sucedió a Gustavo Olvera, quien también es no vidente. El año pasado aplicó al concurso para jueces, obteniendo uno de los más altos puntajes, por eso fue escogido para titular del Juzgado Tercero de la Niñez, Familia y Adolescencia del Guayas.

El magistrado comentó que a los 10 años perdió la vista luego de un problema de cataratas, pero gracias  al apoyo de su familia y su deseo por aprender ingresó al colegio y después a la universidad, en donde se graduó como abogado en  2002.

La convocatoria de la Judicatura le significó una oportunidad para seguir creciendo profesionalmente. “Siempre me ha gustado estudiar, creo que de esta manera estoy aportando a la sociedad y cuando la Judicatura hizo el llamado para las postulaciones de jueces, no me hicieron  ningún  reparo y pude participar al igual que todos los que se inscribieron”, enfatizó el ahora magistrado, quien a sus 35 años ya ejerce como titular del Juzgado desde  el presente mes, cuando recibió el nombramiento.

El presidente del Consejo de la Judicatura, Gustavo Jalkh, durante la firma del convenio con el Conadis para asegurar el acceso a la justicia de las personas con discapacidad, señaló que en este tema lo más importante  es que no haya ningún tipo de exclusión, tomando en cuenta las particularidades de los derechos y necesidades de parte de nuestra población. Esto precisamente ha motivado la inclusión de 29 personas con discapacidad que ejercen como jueces, quienes forman parte de los 1.250 magistrados que laboran a nivel nacional, de los cuales 937 son hombres y 313 mujeres.

Todo está enmarcado en la política que lleva a cabo el Consejo de la Judicatura para ofrecer igualdad de oportunidades a todos quienes quieran servir como funcionarios judiciales, sin ningún tipo de discriminación.
“La nueva Constitución tiene  muchas garantías. El artículo 11, numeral 2, expresa que nadie puede ser discriminado en  Ecuador. Bajo ese principio, mi participación fue en términos de igualdad”, manifestó  el juez Cusme, quien destacó que su nombramiento se basó exclusivamente  en su capacidad intelectual.

A este mismo proceso se sometió Natalia Larriva, jueza distrital de lo Contencioso Administrativo en la provincia del Azuay, quien tiene deficiencia auditiva severa desde los 18 años, cuando perdió la audición luego de una mala práctica médica.

Pero eso no le impidió, a los 42 años, postularse como jueza y obtener  la  segunda calificación más alta de las pruebas que rindió en su circunscripción. “Mi discapacidad no tuvo nada que ver, logré el nombramiento sobre la base de mis méritos. Nadie me ha regalado nada”, aseveró.

“Mi falta de audición no es una dificultad a la hora de impartir justicia. A las personas que tienen alguna discapacidad no hay que mirarlas con lástima. En mi caso, al acceder al concurso, fui tratada como todos los demás, sin preferencias, que es lo que destaco de este Consejo de la Judicatura”.

Larriva añadió que su cargo lo está ejerciendo con rigurosa equidad y honradez.