La depuración inicia en el reclutamiento
Autoridades del Ministerio del Interior han enfatizado que harán cumplir a cabalidad los requisitos para ser miembro de la Policía Nacional, así como las normas, una vez dentro de sus filas. Estas medidas forman parte del proceso de saneamiento que desarrolla.
“Ninguna persona (policía o civil) está exenta del uso y los perjuicios que ocasionan las drogas y el alcohol”.Psicólogo Ernesto Quevedo Mora, académico de la Universidad de Guayaquil
A partir de enero de 2014 iniciarán controles médicos a todos los gendarmes para identificar quiénes tienen problemas con la ingesta de licor y drogas. José Serrano, titular de la cartera de Estado, anunció que los consumidores habituales o adictos no quedarán desamparados y que se analizará su continuidad en las tropas.
Fabián Solano de la Sala, inspector general de la Policía, explicó que estas pruebas están contempladas en el subsistema de control y confianza, basada en un enfoque que interrelaciona estudios psicológicos, toxicológicos, socioeconómicos y poligráficos.
La noticia causó gran impresión en el agente retirado ‘Arturo Reyes’, sobre todo cuando supo que las evaluaciones abarcarán desde los aspirantes hasta oficiales del alto mando.
“Me parece muy bien porque yo también fui borracho”, admitió el veterano, tras recordar experiencias durante más de tres décadas de servicio en las que defendió a la ciudadanía y también cometió actos de indisciplina.
“Existen casos que se registran en el sistema de salud de la Policía, pero no tenemos un diagnóstico en forma amplia”.
Coronel Pablo Cerda, director de la Oficina de Planificación (PN)
Reyes contó que para ingresar no necesitó más que su cédula, el certificado de haber terminado la primaria y un mes de entrenamiento dividido entre actividades físicas, teóricas y prácticas.
No le resultó difícil aprobar el curso para ocupar una de las plazas disponibles, la de mecánico. Aquello entusiasmó a sus vecinos de la ciudadela Chemis (atrás del Cuartel Modelo), quienes, por ser amigos de un oficial, no tuvieron problemas para incorporarse.
El primer año no hicieron otra cosa que arreglar y sacarle el lodo a los vehículos, pero luego la delincuencia obligó a la institución a poner más policías en las calles, entonces los mandaron a patrullar.
Después de combatir hampones y ponerlos tras las rejas, una cerveza no les caía mal, dijo Reyes. De paso admitió que muchos se excedían al punto que al inicio de una nueva jornada llegaban atrasados y con aliento a licor.
“Nos amanecíamos tomando, por eso nos formábamos tarde. Nos quedábamos escondidos y si todavía no habían tomado lista aprovechábamos el menor descuido del suboficial para meternos a la fila, ahí nos quedábamos bien parados y un par de mentas en la boca, al momento que nos mandaban a patrullar nos íbamos a dormir un rato”, relató.
Pero no siempre corrían con suerte y muchas veces no alcanzaron a decir “firmes”. En esas ocasiones recibían ayuda de su inspector de confianza (no todos los encubrían), quien anotaba las faltas solo con lápiz para rectificar después.
Toda institución pública o privada debe preocuparse por la salud mental de sus miembros.
Con respecto a los patrullajes, Reyes narró que cuando detenían a microtraficantes no reportaban todo lo incautado y lo escondían para emplearlo de la manera más conveniente. “Esa droga la usábamos para darle a los informantes (ladrones adictos) que nos alertaban sobre los movimientos de las bandas, así era como atrapábamos a los delincuentes pesados.
Ese no era el único uso, dijo Reyes, ya que compañeros de menor y mayor rango los buscaban para pedirles alguna dosis. “Favor con favor se paga. Había consumidores por todas partes, incluso en los altos rangos”.
El expolicía aclaró que, aunque parecían no detectables, la mayoría de las veces eran sancionados con arrestos, amonestaciones escritas y hasta con la destitución.
“Algunos eran descarados, cuando les descubrían que habían bebido y los mandaban al calabozo se iban contentos porque sabían que pasarían durmiendo, pero reaccionaban cuando apuntaban su indisciplina en la hoja de vida. Eso era cosa seria porque si te daban el pase (traslado a otra localidad) en el nuevo cuartel veían tu ficha y te ganabas un trato ‘especial’”.
A Reyes le satisface que la institución ahora sea más exigente y busque personas preparadas para convertirlas en profesionales y limpiar las filas de adicciones y malos elementos.
Reclutamiento y control
Un jefe de distrito de la provincia del Guayas puntualizó que los aspirantes pasan por pruebas académicas, psicológicas, físicas y médicas, estas últimas incluyen los exámenes de orina, heces, cardíacos y de sangre. “Con estos análisis clínicos se puede saber si han consumido alcohol o drogas. Las pruebas psicológicas también indican si existen problemas con estas sustancias”.
En referencia a los controles para los miembros activos, hoy más severos por el tema de la depuración, manifestó que no es nuevo, pues en los cursos de ascenso repiten las pruebas que hicieron cuando eran postulantes. Agregó que la declaración de bienes tampoco es reciente. “Siempre se ha hecho, claro que era cada cinco años y entiendo que ahora será anual”.
Sobre los registros de consumo de licor y estupefacientes reveló que dos miembros de la unidad que comanda están en recuperación -por adicciones- en un área especial del hospital de la entidad.
Normas de la institución
El Reglamento de Disciplina de la Policía Nacional expresa que falta (que no sea delito) es toda acción u omisión imputable, tipificada y sancionada, cometida por sus miembros en servicio activo, en situación transitoria a disposición, incluyendo a los empleados civiles.
El numeral 59 del artículo 60 de la ley califica de infracción leve o de primera clase haber ingerido bebidas alcohólicas antes del servicio, de tal manera que su presencia menoscabe la buena imagen del policía, sin que su estado sea de embriaguez.
En el artículo 62 se incluyen como faltas graves o de segunda clase no asistir oportunamente a un servicio sin causa justificada o concurrir en estado de embriaguez o bajo los efectos de sustancias estupefacientes o sicotrópicas; introducir para el consumo bebidas alcohólicas a los cuarteles, establecimientos, oficinas o puestos de servicios y consumirlas en las dependencias policiales fuera de las horas de servicio.
Pero hay contravenciones atentatorias o de tercera clase. El artículo 64 incorpora el consumir durante el servicio bebidas embriagantes o sustancias estupefacientes y sicotrópicas. También añade a los oficiales que se presentaren al servicio en manifiesto estado de embriaguez y a los que condujeren vehículos oficiales en esas circunstancias.
Los castigos para los infractores dependerán del tipo de falta. Según el artículo 31 se sancionan con destitución o baja (privación de la calidad de policía nacional), arresto (detención del sancionado en uno de los cuarteles), reprensión (amonestación verbal o escrita al sancionado), recargo del servicio (prolongación del tiempo regular que está obligado a servir) y fajina (trabajos materiales de cuartel).
Nadie está libre
Ernesto Quevedo, coordinador académico de la facultad de Psicología de la Universidad de Guayaquil, precisó que ninguna persona está exenta del uso y los perjuicios que ocasionan las drogas y el alcohol.
En cuanto a la posible dependencia de sustancias por parte de miembros de las instituciones que brindan seguridad al país, Quevedo expresó que no puede suceder y se lo debe combatir de forma acertada.
Para el psicólogo, la clave está en el proceso de admisión, por eso considera que la gestión actual va por buen camino al evaluar estrictamente a los aspirantes y advertirles que no se tolera la indisciplina.
La nueva imagen de la Policía se convertirá paulatinamente en el modelo que la ciudadanía siempre esperó observar y no el erróneo.
“Ver a un hombre borracho, drogadicto o mujeriego es lamentable, peor encontrar un policía así, cuando por el contrario debe ser ejemplo para todos”, expresó Quevedo.
Sobre las causas que llevan al consumo, indicó que la raíz generalmente está en los problemas personales y en el concepto equivocado de autoridad.
Quevedo explicó que los policías y sus familias tienen momentos felices y adversos, como cualquier persona, pero hay que hacer diferencias por su profesión, pues de lo contrario, si no tienen claro el objetivo de la institución, podrían abusar de su mando.
Por citar un par de ejemplos mencionó que los policías y los civiles que tienen problemas con sus parejas sufren cambios emocionales, pero como los primeros se dedican a combatir con fuerza a los delincuentes y sienten que tienen una especie de ‘poder’ podrían intentar utilizarlo contra sus cónyuges.
La situación empeora cuando consumen alcohol, sobre todo si lo hacen fuera del hogar, porque podrían llegar al consumo de drogas.
Si se vuelven adictos no les será difícil conseguirlas, pues al participar en operativos antinarcóticos saben dónde venden y a quiénes pueden intimidar para obtener dosis gratuitas.
Medidas preventivas
Quevedo manifestó que toda institución pública o privada debe preocuparse por la salud mental de sus miembros y realizar actividades preventivas con enfoque desarrollador y no represor, en las que se involucre también a las familias.
Sobre las tareas de mejoramiento, informó que podrían ser deportivas, artísticas o de aprendizaje.
“Cualquier persona que no tiene nada que hacer con su tiempo libre lo malgasta, pero si trabaja en algo que le guste junto a sus seres queridos fortalecerá su relación”, concluyó.
En referencia a las acciones represivas, advirtió que destituir a las personas de sus puestos por sus adicciones sería un golpe fatal porque las dejarían sin fuente de ingreso, por ello recomendó involucrarlas en programas de rehabilitación y que las reintegren cuando se recuperen.
Asimismo, aconsejó evaluar al personal por lo menos dos veces al año y comenzar con las terapias apenas se identifique a los consumidores.
Quevedo detalló que el consumidor habitual de alcohol y drogas es impuntual, agresivo, irritable, problemático, perezoso, tiene pensamiento lento y confuso, se la pasa prestando dinero porque no le alcanza el sueldo; además, su imagen evidencia un constante deterioro.
INDISCIPLINADOS YA CUMPLEN SANCIONES
Gran parte de los problemas de índole administrativa en la institución son provocados por consumo de alcohol y drogas, por eso surgió la necesidad de hacer pruebas toxicológicas a todos los servidores, señaló el coronel Pablo Cerda, director de la Oficina de Planificación de la Inspectoría de la Policía Nacional.
Cerda explicó que del análisis realizado por 439 detenciones de agentes, en lo que va de este año, el consumo de licor ha incidido, como resultado se producen contravenciones por violencia intrafamiliar, escándalo en la vía pública y accidentes de tránsito.
De los 89 detenidos por transgresión doméstica, 31 tenían aliento a licor; y de los 58 apresados por eventualidades en las carreteras, 32 habían ingerido alcohol.
Hasta octubre de 2013 la Policía ha sancionado a 7.645 miembros por faltas disciplinarias. De ese total, 184 fueron castigados por presentarse al servicio con aliento etílico, a 30 los castigaron por acudir al trabajo en estado de embriaguez y 4 fueron sorprendidos consumiendo bebidas alcohólicas en instalaciones policiales.
Aunque ese número es bajo respecto a la totalidad de faltas de conducta, la Policía cree que es importante el control toxicológico que se realizará a sus 43 mil agentes.
“Existen casos que se registran en el sistema de salud de la Policía, pero no tenemos un diagnóstico en forma amplia que nos permita visualizar de forma efectiva cuál es el alcance del problema o el porcentaje de consumo”, dijo Cerda.
El control está enfocado en la prevención; en caso de detectar un problema de ingesta, la persona será sometida inmediatamente a un proceso de rehabilitación tras lo cual se evaluará su permanencia en la institución, indicó el oficial.