La caída de un imperio delincuencial
Su primera detención fue en 1964, según consta en su récord policial, por una denuncia de extorsión. Policías de varias generaciones la recuerdan y, pese a que murió hace ya seis años, continúa siendo noticia.
Luz María Endara, más conocida como la “Mama Lucha”, creó la banda delincuencial más grande de Quito durante la década de los ochenta y 20 años después continúa operando. Sus fieles seguidores estaban en los mercados de la Ofelia, San Roque, Iñaquito, La Vicentina, Cotocollao y en barrios como la Colmena, el Panecillo, Santa Anita, Dos Puentes y la Marín.
Endara nació en Quito en 1934. Su padre fue policía y su madre trabajó durante muchos años como asistente de un abogado. Después de tres matrimonios, procreó cinco hijos: dos varones y tres mujeres, una de las cuales heredó el carácter y “talento” de su madre para manejar el “bajo mundo” de la capital.
Desde muy joven se dedicó al comercio informal y bajo la fachada de la venta de ropa, accesorios, muebles y otras cosas, Endara organizó la banda de los “Chicos Malos”, conformada por hijos, yernos, nueras, sobrinos y amigos, quienes con respeto e idolatría comenzaron a llamarla “madrina”.
De contextura gruesa y cabello corto, le gustaban las joyas: los aretes grandes y los anillos de oro. Se pintaba los labios de rojo y nunca soltaba su cartera.
Cuando salía, pocas veces lo hacía sola, con regularidad unas 10 personas caminaban a su lado. La acompañaban a los recorridos por los mercados, locales comerciales y puestos de venta en la antigua Ipiales. Sus “escoltas” le abrían paso entre los comerciantes, quienes con timidez y recelo la saludaban.
En los ochentas, la “Mama Lucha” encabezó diversas asociaciones de mercados. Sus muchachos y personas de confianza, en especial mujeres, se encargaban de amedrentrar y cobrar impuestos a la basura, al puesto de venta, por seguridad y por arrendamiento a los vendedores del Centro Histórico y los mercados.
En 1986, una de las mañanas en que “cobraba los impuestos” en la plaza, recibió tres puñaladas y debió ser trasladada hasta el Hospital Militar, porque uno de sus hijos era militar retirado. Varios días después regresó a retomar las riendas de sus actividades con más fuerza.
Según informes policiales de la fecha, seguidores y familiares de la “Mama Lucha”, asesinaron brutalmente a César Unapucha, padre del supuesto joven que la hirió.
El mismo año, debido a las denuncias de los comerciantes, un juez ordenó el allanamiento de 10 viviendas de propiedad de Luz María Endara. Durante el operativo, en una casa en el sector de San Roque, la Policía encontró documentos del Municipio de Quito, copias de documentos de funcionarios y de dirigentes de mercados, letras de cambio, libretas de ahorro y cheques, estos últimos por cantidades desde un millón hasta 130 millones de sucres, moneda de la época.
Otro de los allanamientos fue en una casa ubicada en el sector del Panecillo, residencia principal de la “Mama Lucha”. Según registros policiales, se constató la existencia de un túnel, donde supuestamente la banda torturaba a sus enemigos.
En el lugar existía también una bodega con 182 artículos: televisores, equipos de música, maletines, pacas de ropa, juguetes, cámaras fotográficas, equipos médicos, etc, todo avaluado en más de 25 millones de sucres.
Las denuncias por usura, enriquecimiento ilícito, robo y agresiones nunca fueron sancionadas, pues siempre era sobreseída, salía con fianza o se realizaban arreglos extrajudiciales. “Por años se han detenido a miembros de la banda y no ha pasado nada por las presiones que podría haber tenido el juez o fiscal”, detalló el ministro del Interior, José Serrano.
Ahora que integrantes de la organización caen nuevamente, el funcionario señaló que en conjunto con la Fiscalía General del Estado estarán atentos de los procesos judiciales. “Tengan por seguro que estas personas van a ser sentenciadas durante el año de prisión preventiva”. Dijo que lo fundamental en este caso es que sean juzgados por lavado de activos porque “llama mucho la atención los bienes” que tenían en su poder.
Detenida poco tiempo
Por periodos cortos de tiempo, la “Mama Lucha” estuvo presa en centros de reclusión de Babahoyo y Bahía de Caráquez. Es que en los intentos que se dieron por procesar a sus familiares, policías, fiscales y jueces resultaban agredidos por hombres y mujeres de la familia Endara, de modo que, por dictámenes de nulidad y falta de pruebas, ningún proceso concluyó y fue así que salió en libertad en 1998.
El dinero reunido a base de impuestos ilegales se convirtió en casas, carros, locales comerciales y mercadería para negocio.
Su última voluntad antes de morir fue que la velaran durante tres días y así lo hicieron, en julio del 2006, cuando un cáncer de estómago le quitó la vida.
Con las mejores galas de su armario: vestido de lentejuelas y sus joyas preferidas, amigos y familiares la llevaron hasta el cementerio de San Diego. El mausoleo imponente donde reposan sus restos es abierto religiosamente cada semana por alguno de sus familiares.
En su interior, una estatua de su rostro es lo primero que se observa. En el cuello de la imagen cuelga la réplica de un collar de perlas. Adornos, luces, regalos, agradecimientos y fotos adornan el lugar.
Muchos recuerdan el día del último adiós. Sus nietos y sobrinos custodiaron la entrada del cementerio, ataviados de ternos negros de terciopelo y luciendo cadenas, pulseras y anillos de oro, mientras una banda de músicos acompañaba al cortejo que recibió su féretro.
Cada año las hijas de María Luisa Endara, sus hermanos, nietos y sobrinos le llevan una serenata en el Día de los Difuntos, y reparten 700 vasos de colada morada y guaguas de pan a las personas del sector.
Muchos visitantes se acercan al mausoleo para rezar y algunos, inclusive, le piden la “protección” que en vida les daba. Otros, en cambio, no le han perdido el miedo.
Los moradores del centro que fueron sus vecinos ahora lo son de sus familiares, por ello los vecinos prefieren no hablar del tema, pues les preocupa que alguien los pueda ver o que algún pariente se entere que dijeron algo de la difunta y su familia. Apenas se les pregunta del tema cambian de conversación.
A pesar de su muerte, Luz María Endara permanece en la memoria de los quiteños. Su presencia aún ronda no solo los barrios del Centro Histórico sino que forma parte de la historia delictiva más grande del Ecuador.
La mayor de sus hijas, Martha Patricia Palacios Endara, se hizo cargo del “imperio” y se convirtió en la nueva líder de la organización delictiva familiar. Asumió así las directrices para manejar a todos los miembros de la banda.
Sin embargo, la familia y los amigos de la “Mama Lucha” no corrieron con la misma suerte de su líder, de concluir con una vida fuera de la ley, pues la semana pasada, en dos operativos, se detuvo a 40 miembros de la banda con la participación de 900 uniformados de las tres unidades especiales de la Policía.
Los 24 detenidos en el operativo “Avalancha” registran antecedentes penales y varias detenciones por robo, infracciones, homicidio, estafa, lesiones, tenencia ilegal de armas, ocultación de cosas robadas, plagio, destrucción de bienes, entre otras delitos.
A partir de la muerte de Luz María Endara la banda de los “Chicos Malos” amplió su campo de acción. Realizaban robos a domicilios, tanto en el norte como en los valles de Quito. “La banda de la “Mama Lucha” azotó por décadas a la capital y nunca ha pagado por los delitos”, relató Augusto Barrera, alcalde de la ciudad, en declaraciones rendidas en los últimos días.
Los antisociales utilizaban pasamontañas, guantes de látex, armas cortopunzantes y de fuego, para apropiarse de los objetos de valor y huían en vehículos de alto cilindraje hasta ocultarse de la vigilancia policial.
Hasta ahora existen procesos abiertos en la Fiscalía que dan cuenta de las agresiones que fiscales y policías habrían recibido cuando intentaron aplicar la ley en contra de algún miembro de la banda delictiva.