Denunció la desaparición de los niños para despistar a la Policía
José Bretón drogó e incineró a sus 2 hijos
La ciudad de Córdoba, en España, se conmocionó cuando se difundió la noticia de dos niños incinerados por su padre, José Bretón Gómez.
La motivación para cometer este horrendo crimen fue vengarse de la progenitora de los infantes, que decidió separarse de él.
En septiembre de 2011, Ruth Ortiz, una veterinaria, le comunicó a su esposo José Bretón que ya no podía seguir compartiendo su vida con él y que esa misma tarde se marcharía con sus hijos.
Esta situación detonó la indignación e ira contra la mujer que lo rechazó y empezó a planificar su macabro plan, para lo cual peleó la custodia compartida de los niños.
Antes de conocer a su esposa, Bretón pasó por la milicia, donde se distinguió en el campo de batalla, por lo que ganó varias medallas.
Estuvo destinado en Bosnia durante la guerra, y más tarde les comentó a los policías que lo investigaron que no entendía cómo había ganado las distinciones, porque él se consideraba el más cobarde.
Muchos de sus compañeros de armas se integraron a la Guardia Civil, aunque Bretón intentó ingresar fue rechazado por su baja estatura.
Pero, esta no sería su única frustración, cuando estaba aún en el servicio militar su novia lo abandonó, luego de lo cual este inestable hombre intentó suicidarse con pastillas.
Esto lo obligó a visitar a un siquiatra, pero solo asistió a 2 sesiones. Una vez fuera del Ejército tuvo varios empleos, la mayoría era como conductor de camiones.
La vida con Ruth
Así conoció a Ruth Ortiz, que estudiaba veterinaria en Córdoba y a los pocos meses se casaron y tuvieron 2 hijos a quienes pusieron sus propios nombres, José y Ruth.
Al principio el hogar se mantenía con una aparente calma, pero la personalidad del hombre poco a poco empezó a acrecentar un sentimiento de rechazo en su pareja.
En los últimos años, Bretón había pasado más tiempo en paro que trabajando. Este hecho y la movilidad laboral de Ruth terminaron distanciando más a la pareja.
La mujer fue trasladada a la ciudad de Huelva a los laboratorios de la Junta, por este motivo el hombre se encargó del cuidado de los niños, algo que nunca le gustó, según se puede inferir del reporte policial que se hizo del caso.
En estas circunstancias, Bretón se volvió estricto y maniático con sus hijos, los testimonios de vecinos y allegados varían desde las descripciones de un comportamiento normal para un padre, a los arranques injustificados de ira contra sus pequeños, indicaba una publicación periodística.
En septiembre de 2011 se separaron y con la custodia compartida, Bretón tenía la posibilidad de visitar y sacar del hogar a sus hijos.
Así, el 7 de octubre Bretón acudió a Huelva para recoger a sus hijos y llevarlos a Córdoba a pasar el fin de semana en la finca de sus padres, conocida como Las Quemadillas.
Planificación e incineración
Según el escrito de la sentencia del juzgado penal de la ciudad de Córdoba, donde se ventiló el juicio por las muertes de los 2 niños, “José aparentó que había perdido a sus hijos, cuando perfectamente era conocedor de que los había matado previamente y presentó una denuncia ante la Policía a sabiendas de su falsedad”.
Antes de las muertes, el hombre llevó a sus hijos hasta la casa familiar donde les dio a tomar un coctel de tranquilizantes, cuando los pequeños estaban en una especie de estado comatoso por la ingesta de los calmantes, los arrojó a la hoguera, cuando todavía estaban vivos.
Bretón permaneció junto a la hoguera hasta las 17:30, alimentándola de gasoil (acelerante) para mantener la elevada temperatura que permitiera la total calcinación y desaparición de los cuerpos de sus hijos.
Coartada de desaparición
Para camuflar su horrendo crimen, y justificar la desaparición de sus hijos, previamente llamó a familiares para reunirse en el parque ‘Ciudad de los niños’, señala la sentencia, era una coartada para tener “una explicación alternativa y ficticia y justificar que los niños no aparecieran y estuvieran desaparecidos para todos, menos para él, desde que salieron de casa de sus abuelos paternos sobre las 13:30 de ese día”.
A las 18:41, Bretón llamó al teléfono de emergencias 112 comunicando la desaparición de sus hijos. Acudió a las 20:43 a la Comisaría de Policía Nacional de Córdoba para presentar la denuncia por la desaparición, dando lugar a un procedimiento judicial, pese a conocer perfectamente que no había existido tal desaparición en el parque, sino que él había dado muerte previamente a sus hijos.
Juicio y condena
De las investigaciones sobre la desaparición de los niños, se sospechó de su padre y se lo detuvo. El 17 de junio de 2013 se inició un juicio en su contra.
El juez del caso concluyó que los asesinatos se conformaron como una venganza programada, lo cual “conllevó la preparación anticipada, meditada y reflexiva” del crimen, señala el fallo.
Además, anota que el hombre mostró un carácter “despiadado”, como “se revela por la ejecución de los delitos, puesto que, al calcinar e intentar hacer desaparecer totalmente los restos de los niños, el acusado pretendía multiplicar el dolor de la madre, contra la que estaba dirigida indirectamente su acción, que quedaría toda la vida con la incertidumbre de qué había pasado con sus hijos.
Por todo ello, pocos casos habrá en la práctica judicial en que unos delitos de esta naturaleza merezcan con mayor claridad la imposición de la pena máxima”.
Durante el juicio el asesino se mostró frío y no expresó ningún sentimiento de culpa por lo que les hizo a sus propios hijos y nunca pidió perdón.
El magistrado expresó que “teniendo en cuenta su absoluta falta de arrepentimiento, debe accederse a lo solicitado por el Ministerio Fiscal” por lo que ordenó que el acusado sea consignado con la clasificación de tercer grado de tratamiento penitenciario lo cual significa que Bretón no podrá salir a la calle en régimen abierto hasta pasados 20 años de la condena. (I)