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Policía detiene a joven de 20 años por crimen de anciano

El cuerpo fue encontrado en un departamento del condominio Carolina, en el centro de Guayaquil.
El cuerpo fue encontrado en un departamento del condominio Carolina, en el centro de Guayaquil.
Foto: Karla Naranjo / EL TELÉGRAFO
08 de septiembre de 2018 - 00:00 - Redacción Justicia

“La virginidad no tiene precio”. Esa frase estaba escrita con pintura en una de las paredes del departamento 102 del condominio Carolina, ubicado en las calles José Mascote, entre Colón y Alcedo, en el centro de Guayaquil.

Ahí fue hallado Jacinto Eduardo Borja Galarza, de 81 años. El ciudadano estaba sin vida en el baño. Se encontró su cuerpo desnudo y con las manos y pies atados con cables y cuerdas.

Gladis Saldaña, quien trabajó una década como empleada doméstica de Borja,  encontró el cuerpo el jueves 6 de septiembre.

Eran las 09:00 y se sorprendió de ver la luz encendida y en la mesa, que había dejado limpia, botellas vacías de licor.

Wilson Álvarez Valencia, fiscal de la Unidad de Flagrancia, informó que una joven, de 20 años, identificada como Bárbara Carolina C.C., fue capturada como sospechosa de participar en el asesinato.

“Revisamos los videos de las cámaras de seguridad y se divisó a dos personas: dos hombres y una mujer”.

A la joven se la aprehendió en la cdla. Abel Gilbert, en el cantón Durán. La ciudadana confesó el hecho.

El fiscal Álvarez manifestó que en el domicilio de la sospechosa había prendas de vestir y artefactos electrónicos que pertenecían a la víctima.

 Hasta el cierre de esta edición no se la había procesado en audiencia de formulación de cargos.

“La víctima tenía un golpe en la cabeza, pero la causa de muerte fue por asfixia”.

De acuerdo con un reporte de la Dirección Nacional de Delitos Contra la Vida y Muertes Violentas (Dinased), en el cuarto del fallecido se encontraron revistas pornográficas y juguetes sexuales, una hoja con números de teléfono y nombres de mujeres.

Una vecina del barrio, quien prefirió omitir el nombre, contó que Borja frecuentemente recibía visitas de chicas jóvenes, pero recuerda que una recién empezó a ir.

“Él tenía alhajas de oro y se las robaron. También laptop, dinero y otras cosas fáciles de llevar”.

La mujer describió a la víctima como ermitaño, que vivía solo y tenía a su empleada de confianza. “La familia lo visitaba poco. Él solía viajar a China y Estados Unidos, porque tiene familia allá. Además practicaba yoga y era instructor de taekwondo”. (I)   

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