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El Telégrafo
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Tras agresión sexual, una joven se suicidó en Puyo

Ivonne Pallo: "Quiero morir para volver a mirar la sonrisa de mi hija"

Ivonne Pallo, madre de la víctima y de otras dos hijas, no deja de llorar y solo pide que se aplique el máximo de la pena para el agresor. Todo dependerá de las indagaciones de la Fiscalía.
Ivonne Pallo, madre de la víctima y de otras dos hijas, no deja de llorar y solo pide que se aplique el máximo de la pena para el agresor. Todo dependerá de las indagaciones de la Fiscalía.
Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo
27 de agosto de 2016 - 00:00 - Carlos Novoa

“La flaca se fue para nunca más volver” fue la frase que cambió radicalmente la vida de Ivonne Pallo, ambateña de 42 años y residente, desde 2006, de Puyo, capital de Pastaza. Pese a que pasaron 3 meses y 26 días desde que la escuchó (el 27 de agosto se cumple este tiempo), estas 8 palabras no salen de su mente y la están aniquilando lentamente, no solo a ella sino también a su esposo, quien pronunció dichas líneas al darle la noticia.   

La expresión es alusiva al suicidio de su hija, Vanesa Anahí Salazar Pallo, de 18 años, nacida en Ambato, quien el 30 de abril fue víctima de violación en la segunda planta de un conocido bar de Puyo. El shock postraumático que le provocó la agresión sexual la condujo a quitarse la vida colgándose con una bufanda en la soledad de su habitación.

El caso conmocionó a la población de Pastaza y al país entero debido a que las agresiones sexuales allí no son muy comunes, y nunca un hecho similar desencadenó en una autoeliminación en esa provincia. Pese a que el 25 de agosto se dictó orden de prisión preventiva para el presunto agresor, amigos, familiares y más allegados de Anahí esperan que se le aplique la pena máxima.

“Ni el edema cerebral que sufro desde hace varios años me ha matado. Pero la ausencia de mi hija, sin duda, me llevará a la tumba muy pronto. Aunque tengo dos hijas más y suene cobarde y terrible, quiero que Dios me lleve para volver a disfrutar de la sonrisa de mi hijita”, asegura Ivonne, entre espasmos de llanto y con las manos temblorosas.

Tras una pausa para secar las lágrimas que no dejan de rodar por sus mejillas, tomar un vaso de agua y respirar profundamente, la mujer explica que su pequeña fue violada durante su primera experiencia laboral. Ella fue una de las mejores estudiantes de su colegio, alumna becada de segundo semestre de Derecho, y con grandes aspiraciones a futuro. Anahí se vio en la necesidad de buscar trabajo en Puyo debido a que los ingresos económicos en su hogar no abastecían para cubrir los gastos de sus dos hermanas, su madre y padrastro, con quien conviven desde hace 13 años.

Agresión sexual

Tras una búsqueda en internet, la joven dio con el anuncio del bar Woodstock, ubicado en el barrio Obrero, donde están buena parte de los centros de diversión nocturna de Pastaza y donde se solicitaban los servicios de un bartender. Ella nunca se imaginó que pocas horas después de su período de prueba laboral, la noche del 29 de abril, sería agredida sexualmente. Según una carta, video y chats telefónicos dejados por Anahí, e investigaciones de la Fiscalía de Pastaza, Bruno I., el presunto violador, es un militar en servicio activo del Fuerte Amazonas, ubicado en el cantón Mera, a pocos minutos de Puyo. La madre de la joven dijo que él es el dueño del establecimiento donde ocurrió la agresión y que se aprovechó de ello para obligarla a ingerir una bebida que de inmediato le hizo perder la voluntad y la conciencia.

Víctima fue drogada

“No sabemos a ciencia cierta qué clase de droga usó para sedarla ni la hora exacta de la violación, aunque se sabe que a las 02:00 del 30 de abril ella finalizó su jornada laboral. No obstante, en una conversación que mi hija mantuvo con su pareja y amigos, dejó constancia de que en algún momento de la madrugada del sábado abrió sus ojos pero no podía mover sus extremidades, por efecto de la droga, por lo que no pudo evitar que Bruno continuara agrediéndola sexualmente”, aseveró Ivonne.

Según cuenta, uno de los mayores remordimientos que tiene es no haber estado en Puyo cuando todo ocurrió. “Un día antes de que Anahí ingresara a trabajar en el bar, el 28 de abril, me trasladé a Ambato para visitar a mi familia, a pesar de que tuve el presentimiento de que algo malo podía pasar. Fui notificada de lo ocurrido recién la mañana del domingo, después de que mi pequeña había sido ingresada al hospital de Puyo. El hecho fue denunciado y sorpresivamente fue dada de alta minutos después”, recuerda Ivonne.

Las pruebas y muestras que le hicieron y recogieron en la casa de salud, sirvieron para confirmar la agresión. “Después de esto, Anahí fue llevada a casa, y en un momento de soledad, se quitó la vida”, aseguró la hermana mayor de la joven, quien prefirió no dar su nombre.     

Ella, al igual que su madre, hermana menor y su padrastro están recibiendo asistencia sicológica, pues aún no salen del asombro y viven el dolor de perder a un ser querido en dichas circunstancias.  

A su llegada de Ambato, Ivonne nunca se imaginó recibir tan mala noticia. “Al bajar del bus vi a mi esposo, hijas y demás allegados desesperados en el andén de arribos, pensé que, al igual que yo, estaban desconsolados por la violación de Anahí, pero ellos no encontraban palabras para decirme que mi hija se había quitado la vida, fue ahí cuando escuché aquella frase tan desgarradora y que me perseguirá hasta el último día de mi vida”, dijo la madre de la fallecida.  

Rechazo de la sociedad

A más de la asistencia sicológica, los familiares de Anahí se unen en oración cada día y se aferran a su fe para superar el difícil momento. Desde abril se vienen mudando varias veces, pues dicen que el recuerdo de la muerte y los comentarios malintencionados de ciertos vecinos los persiguen.     

Anahí era lesbiana, y aceptada por sus familiares y amigos. Esto creó rumores sobre la violación y posterior suicidio.

“Ella era borracha y viciosa”, “La chica fue violada antes por su padrastro” o “Tenía una vida desordenada y era fiestera” son algunos de los comentarios que la familia de la joven ha tenido que desmentir en varias ocasiones.

Según la describe su madre, amigas y hermanas, la víctima era hogareña y nunca llegaba a su casa con aliento a alcohol y menos drogada. “La sociedad todavía no supera ciertos complejos y habla y juzga al prójimo sin conocerlo. Mi hija tenía una orientación sexual diferente, nunca lo ocultamos, y contaba con nuestro apoyo; su novia tenía nuestra aceptación y cariño. Los rumores han sido dolorosos y para evitar más problemas hoy residimos en otro sitio de la ciudad”, señaló la madre.

Anahí era la hija intermedia de tres hermanas; la mayor ya es madre y la menor, de 12 años, guarda con ternura una foto de su querida Anahí y llora cada vez que la ve. Aunque ambas prefieren guardar silencio, el dolor y la tristeza son evidentes en sus rostros. Además evitan a toda costa pasar por el lugar de los hechos, aunque según su madre, todos en su hogar perdonaron al agresor, aunque la lucha por exigir justicia continúa.    

Los familiares de la joven esperan que tras el período de detención provisional de tres meses, dictado el jueves último en la audiencia de formulación de cargos, el Fiscal a cargo del caso emita un dictamen acusatorio para que llamen a juicio a Bruno I. y lo declaren culpable del delito. “Queremos que se aplique la pena máxima por la agresión”, clama la familia. (I)

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COIP establece pena de 19 a 22 años

90 días tiene el fiscal Vásquez para indagar caso

Erick Vásquez, agente de la Unidad de Violencia de Género en la Fiscalía en Pastaza, explicó que los 90 días de reclusión se iniciaron el mismo día de la audiencia. La diligencia judicial, en la que se conocieron más detalles dolorosos de la agresión, se realizó en ausencia del acusado. Tras los noventa días de prisión preventiva, las investigaciones procesales continuarán para evacuar cualquier solicitud de ambas partes (acusado y víctima).

La Fiscalía emitirá el dictamen correspondiente y se continuará con la siguiente etapa del proceso. “De encontrarse culpable a Bruno I., este podría enfrentar una pena de entre 19 y 22 años, como lo indica el artículo 171 del Código Orgánico Integral Penal (COIP), numeral 1, y de hallarse elementos agravantes la pena podría elevarse un tercio”, dijo Vásquez.

Mientras el implicado cumple prisión, la familia de Vanesa Anahí tiene protección policial y cuenta con permanente asistencia psicológica, al igual que atención médica, pues Ivonne, su madre, padece de migraña crónica. (I)

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