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Internas deciden iniciar tratamiento para dejar la droga

”He decidido” es la frase de las camisetas que visten las mujeres que buscan salir del vicio de las drogas.
”He decidido” es la frase de las camisetas que visten las mujeres que buscan salir del vicio de las drogas.
Foto: Lylibeth Coloma / El Telégrafo
24 de septiembre de 2018 - 00:00 - Redacción Justicia

Karla viste su menudo cuerpo con una camiseta negra con la frase “He decidido”, una pantaloneta oscura y unos cómodos zapatos.

La joven de 25 años está privada de la libertad hace seis años en el Centro de Rehabilitación Social (CRS) de Mujeres de Guayaquil y es una de las 40 mujeres que accedió a un tratamiento para dejar de consumir estupefacientes. Las mujeres estarán en un espacio exclusivo y readecuado dentro del mismo centro.

“Empecé cuando llegué a este lugar. He probado diversos tipos de drogas como cocaína y ácidos, y de muchas he logrado salir, pero no de la que muchos conocen como ‘h’ (heroína con otros agentes químicos perjudiciales)”.

Karla quiere dejar el pasado atrás y darle un buen ejemplo a su hijo de nueve años al que no ha podido ver desde que cayó presa.
“Mi familia vive en Manabí y no saben que yo me drogo. Yo misma pedí que no me vinieran a visitar porque no quería desilusionar a mi madre”.

Además, está cansada de vivir en la miseria. Si le envían comida, si le depositan dinero para el Economato (tienda dentro del centro) o si le llevan alguna ropa todo lo vende o lo cambia para conseguir droga. “Estoy cansada de que los demás disfruten de lo que yo debería tener”.

Cerca de Karla está sentada Keyla, con la misma camiseta en la que se declara la decisión de cambiar. A su espalda reluce el colorido mural pintado por privadas de libertad con mensajes alusivos al valor de la mujer.

La joven tiene 20 años y cuenta que la curiosidad la llevó a consumir drogas. Tenía 15 años cuando una amiga le dijo que probara la ‘h’ y ella accedió. Luego se sintió mal, le dolía el cuerpo, tenía náuseas y otros malestares. Ella explica que esos malestares son denominados "la mona" o "el mono", lo que no es más que el síndrome de abstinencia, y que solo le pasaría si consumía más. Así fue como se sumergió en el vicio.

Acepta que lo hizo también para olvidar los problemas que tenía en casa con su familia, aplacar el dolor de que ver a su madre frecuentemente borracha, pero ahora reconoce que no fue una buena decisión, que realmente arruinó su vida.

“Este maldito vicio es un lugar oscuro del que cuesta mucho salir”.

Ella no solo consumió la droga si no que también se involucró en el negocio del microtráfico para conseguir más. Las dosis la vendía en casa en el cantón La Libertad, en la provincia de Santa Elena. Por este delito cayó presa, pues policías la descubrieron cuando se “cruzaba” la droga con otra persona.

Liliana Guzmán, viceministra de Atención a Personas Privadas de Libertad, indicó que este programa de rehabilitación se implemente por primera vez en un centro femenino. “El programa es especializado e individualizado”.

La funcionaria manifestó que el proceso dura seis meses y empieza con la desintoxicación de las sustancia. “Esta es la etapa más dura por la abstinencia. Esperamos no tener un número grande de desertoras”.

Agregó que es difícil establecer cuántos consumidores hay en la población penitenciaria que alcanza las 38.000 en Ecuador. “Evidentemente el consumo continúa porque a pesar de los controles hay familiares, internos, servidores públicos y policiales que buscan cómo ingresar los artículos no permitidos”. (I) 

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