Homicidas y asesinos usan diferentes armas
El ser humano creó las armas cuando tuvo la necesidad de cazar para alimentarse y defenderse de animales salvajes, pero ese fin cambió a partir de los conflictos entre hombres, quienes hoy las utilizan no solo para protegerse sino para agredir a otros.
Sobre el uso de estos instrumentos con propósitos de defensa, el director del Instituto de Seguridad Incasi, Marco Heredia, explicó que se necesita un entrenamiento previo para un correcto empleo.
En el caso de armas de fuego, dijo que esto implica que esté legalizada y que su ocupación sea razonada, proporcional y estrictamente para precautelar la vida, como lo hacen la Policía Nacional, Fuerzas Armadas y empresas privadas acreditadas.
“Según los estándares americanos, una persona (particular) tiene conocimiento básico para manejar su arma táctica y técnicamente con un curso (entrenamiento) de 800 tiros, lo que se busca es que tenga la destreza suficiente de desenfundar, apuntar y disparar con certeza”.
Heredia aclaró que, aunque un arma crea una percepción de seguridad, eso no le garantiza a quien la porte que no le pasará nada. Afirmó que hay casos de personas que solo se sienten confiados con ella, lo que es conocido como el Síndrome de Excálibur, en referencia a la espada con la que el rey Arturo (Gran Bretaña) resultaba ganador en cualquier contienda.
Sobre el empleo con fines inescrupulosos, Heredia mencionó que en ciudades con altos índices delictivos no es difícil que alguien adquiera una pistola o revólver de manera clandestina, lo cual es consecuencia de la falta de regulación para el porte de armas.
“Los ciudadanos se sienten indefensos porque supuestamente no tienen cómo defenderse y, a su vez, los delincuentes se sienten con “luz verde” para atacar porque saben que no encontrarán resistencia armada por parte de la gente”.
El Síndrome de Excalibur se refiere a la persona que solo se siente segura al portar un arma.El director del Incasi detalló que el revólver calibre 38 y la pistola 9 milímetros son las más comunes en el mercado negro, lo que coincide con los reportes de incautación de armamento por parte de las autoridades cuando efectúan operativos.
Agregó que muchos de estos instrumentos son obtenidos de forma legítima, pero sus dueños, al no encontrar vías para justificarlos, los venden en cualquier sitio para evitar ser sancionados por posesión ilegal.
Una alternativa para combatir la venta furtiva, según Heredia, es normalizar las armas legalmente obtenidas y sin uso delictivo, para crear una base de datos de propietarios bajo un estricto control.
El uso criminal
El doctor Carlos Orellana, representante de la Dirección Técnica del Instituto de Neurociencias, explicó que, para conocer las motivaciones del empleo de un arma, se deben analizar las circunstancias, el actor y el tipo de hecho.
Matar durante un robo es una situación emergente en la mayoría de los casos, pues el que delinque tiene como fin quitarle sus pertenencias a otro, pero si encuentra resistencia en la víctima lo más probable es que ataque, indicó.
También es oportuno hacer una diferencia entre homicidio y asesinato. El primero no es planificado, es una reacción, por ejemplo, al defenderse de un agresor o como respuesta a una traición amorosa. El segundo reitera su comportamiento, de esta forma quienes lo cometen son clasificados como asesinos en serie, múltiples y sicarios.
Con respecto al homicidio, Orellana expresó que el autor no elige un instrumento y emplea el que tiene a la mano: arma de fuego, blanca (cuchillo), contundente (roca), etc.
Luego del hecho, aunque parezca improbable, el homicida siente remordimiento, incluso los asaltantes, pero sobre todo los partícipes de sucesos pasionales y los que actúan en defensa propia.
El asesino planifica el cometimiento del crimen. Si es en serie, tiene connotación sexual, pues el individuo procede como respuesta a los abusos que sufrió en alguna etapa de su vida.
Este prefiere actuar con cautela, empleando el mismo método y sin dejar huellas, por ello es común que use objetos cortopunzantes para hacer sufrir a sus víctimas y que finalmente imprima su marca personal. “Para ellos es más conveniente usar un arma blanca porque es fácil de ocultar, también pueden intimidar al afectado y torturarlo, no usan un revólver porque harían ruido y el acto no duraría mucho tiempo”, dijo Orellana. Puso de ejemplo a Daniel Camargo, quien mató a decenas de niñas y mujeres adultas en Ecuador, entre 1984 y 1986.
Los asesinos múltiples, por su parte, aparecen solo una vez y la mayoría de las veces se suicidan. Estos suelen usar armas de mayor impacto y capacidad de detonación, como metralletas o explosivos.
Ellos también responden a situaciones adversas acontecidas en su vida y el odio que sienten hacia los demás, un hecho no muy lejano fue el que perpetró James Holmes, procesado por la masacre de 12 personas en EE.UU. durante el estreno de la última entrega de la trilogía Batman, en junio de 2012. El ahora enjuiciado ha intentado quitarse la vida varias veces en el lugar donde está detenido.
Los sicarios, en cambio, planean la muerte de su objetivo motivados por una paga. Uno de sus recursos es seguir por varios días a la víctima para saber cuándo y dónde atacar. Ellos prefieren las armas de fuego porque hay posibilidades de ser más rápidos y efectivos. “Ningún asesino debe salir de prisión, no puede estar en contacto con la sociedad”, concluyó Orellana.
En cuanto a la penalización en nuestro país, el homicidio y el asesinato tienen sus diferencias, aclaró Julio César Cueva, abogado en libre ejercicio.
Según el artículo 449 del Código Penal vigente, el homicidio cometido con intención de dar la muerte será reprimido con reclusión mayor de 8 a 12 años cuando no hay agravantes.
Pero el artículo 450 señala que si se ejecuta con alevosía; por precio o promesa remuneratoria; con ensañamiento, aumentando deliberada e inhumanamente el dolor del ofendido; cuando se ha imposibilitado a la víctima para defenderse; buscando de propósito la noche o el despoblado, entre otros factores, es considerado asesinato y será reprimido con reclusión mayor especial de 16 a 25 años, detalló Cueva.
Finalmente mencionó que, cuando el procesado está prófugo, la causa por homicidio prescribe a los 10 años y por asesinato a los 15.