Los guías penitenciarios jugaron al amigo secreto en Nochebuena
Una pista de carros, un camión tipo Tonka y una cocinita para armar están escondidos en un rincón de la casa de Junior Herrera (30 años).
Como todo padre planificador, Junior no esperó a última hora para adquirir los juguetes que les obsequiará por Navidad a sus tres hijos. Él prefirió comprarlos con antelación "para evitar el estrés", aseguró.
Este ciudadano de 30 años reconoció que se llena de gozo cuando mira a sus hijos romper los papeles de regalo y que se emocionan con su nuevo obsequio. "Verlos alegres es mi regalo", comentó.
Sin embargo, este año, la alegría de sus pequeños tendrá que esperar un poco más. Sus vástagos recibirán los presentes cuando su padre regrese del trabajo, porque la noche del 24 de diciembre tendrá que cumplir una jornada laboral.
Junior es uno de los 1.520 guías penitenciarios (1.010 hombres y 510 mujeres) en el Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad y a Adolescentes Infractores (SNAI).
Desde febrero de este año, se encuentra como agente de seguridad en el Centro de Adolescentes Infractores Virgilio Guerrero, en el norte de Quito, en donde están internos 76 jóvenes por diferentes faltas.
En este centro correccional operan 16 guías quienes están divididos en tres grupos que cumplen trabajos de control y de apoyo para eventos adversos.
Los turnos son largos y rigurosos, a decir de Pablo Andrés Luna, Jerárquico Superior.
Cada grupo cumple jornadas rotativas de 24 horas seguidas en donde realizan tareas como verificación de ingresos, filtros de control, inspecciones, etc. Y luego descansan 48 horas. Por esta razón, Junior no estará con sus hijos en la Noche Buena.
El agente reconoció que le causa nostalgia celebrar estas festividades lejos de su familia, pero admitió que ya se habituó a estos "gajes del oficio".
Junior aseguró que organizarse en el hogar ha sido difícil, no solo por el horario, sino porque su esposa, también es guía penitenciaria y también tiene turnos rotativos que no siempre les ha permitido pasar juntos las festividades de diciembre.
Belén Narváez (25 años) es agente del Centro de Detención Provisional de El Inca (norte de la ciudad). Conoció a Junior cuando trabajaban juntos en ese centro.
La pareja de guías reconoce que es complicado coincidir en los horarios para celebrar las Pascuas o el inicio del nuevo año. Sin embargo, saben que su trabajo es lo que les permite traer el sustento al hogar.
"Lo que hacemos es tratar de hablar con los jefes para coincidir las guardias. Pero ahora, no nos coinciden. Hoy estoy trabajando y ella descansa y no vamos a poder pasar la noche juntos", comentó el guía.
Un festejo entre compañeros
La llegada del Niño Dios no puede pasar desapercibida por los guías. Si bien los agentes tienen que estar pendientes de que los jóvenes infractores no se evadan (fuguen), se dieron tiempo para organizarse en servir una comida y participar en uno de los juegos típicos en la época de los regalos: el amigo secreto.
"En cierto momento de la vida, nuestros compañeros llegan a ser parte de nuestra familia porque pasamos mucho tiempo con ellos", reflexionó Tatiana Marisol Vargas, agente de Seguridad Penitenciaria en Grado 2 en el centro correccional.
Tatiana ha cumplido esta labor desde hace nueve años. Aseguró que durante ese tiempo, nunca ha podido pasar una Navidad y un Año Nuevo junto a sus seres queridos. Los turnos la obligan a ausentarse de su familia en alguna de estas dos festividades.
No obstante, Tatiana no pierde el optimismo sobre todo porque este año está más cerca de los suyos.
En febrero pasado, la guía tuvo el pase al centro de menores. Cuando se inició en esta labor fue trasladada a la Penitenciaría del Litoral en Guayaquil, luego fue al CDP de Guayas, después le ordenaron vigilar en la cárcel de mujeres y más tarde llegó al centro penitenciario, antes conocido como La Roca.
Tatiana reconoció que fueron dos años muy duros porque estuvo lejos de su familia. Recordó que tenía que doblar turnos para tener tiempo de viajar y ver a su esposo e hijas.
Después, le dieron el pase a la cárcel de Latacunga (Cotopaxi) cuando se inauguró, en vigencia del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.
Luego fue movida a la cárcel de El Inca; más tarde regresó a hacer guardia en Latacunga y finalmente pasó a la cárcel de Ambato (Tungurahua).
La joven madre reconoció que trabajar en el centro de adolescentes es más "amigable", si se toma en cuenta de que ha tenido que vigilar a peligrosos delincuentes en cárceles como la Penitenciaría.
Aseguró que sus hijas le han pedido que busque otra profesión. Pero ella les explicó que esta labor, no solo la realiza para mantener el hogar, sino también porque se trata de una profesión que le apasiona.
Edmundo Moncayo, director del SNAI, recordó que la institución cumple un proceso de selección para aumentar el número de guías, ya que en la actualidad hay un déficit de al menos 500 uniformados. Sin embargo, reconoció que los servidores "cumplen con las labores asignadas, a pesar de la crisis carcelaria". (I)