Fiscalía registra 23 casos de abuso y acoso sexual de los sacerdotes
En el barrio La Tolita, en Guápulo, se siente temor. Saben que se enfrentan a un poder superior: la Iglesia.
María, con su hermana Lucía (nombres protegidos), aspiraban a hacer la primera comunión. Con esa ilusión sus padres las enviaron al catequismo en la parroquia.
El sábado 2 de febrero fue la cuarta clase, no recuerdan bien los familiares. María, de 14 años, regresó asustada. Contó a una prima que el sacerdote Néstor Genaro B. le manoseó sus partes íntimas y la obligó a besarlo. Ella tuvo miedo de contarle a sus padres. Al final, se animó por presión de su prima y habló.
Su padre se indignó y a las 19:20 del sábado, con furia, se dirigió a la iglesia. Al ver a la niña llorando el resto de familiares, que apenas llegaba de un partido de fútbol, lo acompañó. En total fueron cinco personas.
Golpearon en la iglesia y el cura sospechó lo que pasaba. Les cerró la puerta e intentó huir por atrás de la parroquia. Allí lo agredieron los familiares. La Policía llegó 20 minutos después.
La familia de María encaró al sacerdote, quien dijo: “solo le regalé galletas y le hice cosquillas”. La jueza Geovana Palacios dictó orden de prisión preventiva al sacerdote.
A María y a su hermana les hicieron exámenes psicológicos. La instrucción, a cargo de la Fiscalía Especializada en Género 4, durará 30 días.
Como pruebas de la defensa están el parte policial de la detención, la denuncia presentada por la madre de las víctimas, entre otras. Luego del episodio, María y su hermana, de 10 años, regresaron a la escuela. Reciben terapias psicológicas.
Un primo de las víctimas contó que el sacerdote era cercano a la familia. Siempre visitaba la casa de ellas, que tienen un hermano menor, de 2 años.
María vive en un pequeño zaguán familiar en ese barrio. Hay más de siete modestas casas de otros parientes que no quieren hablar. El sábado hicieron un pacto de silencio, afirma otro primo, Miguel (nombre protegido). Él deja claro: “lo que es con uno es con todos”.
Otro familiar de María y Lucía dice que hace tres años el sacerdote llegó a Guápulo. Incluso tiene fotos de él cuando bautizó a su hijo. El cura agresor Néstor Genaro B. es ecuatoriano.
Los vecinos le calculan aproximadamente 60 años, de cabello, bigote y barba blanca. “Solía decir chistes a las mujeres, como linda flaca, cómo te has vestido”, cuenta una moradora que se reserva su nombre por temor.
Pero hay quienes como Nelson (otro vecino) lo defienden. “¡No creo eso del padrecito!, era una extraordinaria persona”. Más bien, él denunció que la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) pasa vacía, sin uniformados.
La Orden Franciscana en Ecuador condenó la actuación del sacerdote. “Estamos abiertos y dispuestos a colaborar con la justicia para la respectiva investigación”.
En un comunicado de prensa señaló que espera que “se esclarezca toda la verdad de los hechos”.
23 casos de abuso y acoso
En 2010, Jorge P. fue el primero que rompió el silencio. Él fue violado desde los 6 hasta los 14 años por el sacerdote César C., en Cuenca. Él era el rector de su escuela en esa ciudad. Jorge puso una denuncia en 2011, pero no fue atendida.
Desde Fiscalía, se informó a EL TELÉGRAFO que hay 23 casos que involucran a sacerdotes a nivel nacional. Por ejemplo, en Pichincha, son seis casos, incluido el de María. Hay seis casos en Azuay, de ellos cinco son contra el sacerdote César C. Todos ellos están en investigación previa. Por ello, Jorge P. espera que el juicio avance y “no quede en la impunidad”.
Según el afectado, el sacerdote César C. construyó una habitación en la escuela con juegos, en donde llegó a haber 12 niños. Allí los ultrajaba. Muchas de las agresiones -contó- fueron con violencia.
Otro de esos casos en esa provincia tuvo sentencia por abuso sexual contra el sacerdote Germán Vélez, quien recibió una pena de 13 años y 4 meses.
En cambio, en Guayas, la Fiscalía registra ocho casos. Entre ellos el de Juan B. violado por el sacerdote Luis I., quien era capellán del colegio Espíritu Santo.
Su proceso lo archivó la Fiscalía el 14 de enero de 2019. El sacerdote le dijo a Juan que si está dispuesto a ofrecer a Jesús su amor, podría aguantar lo que el cura le haría. Todos piden justicia. (I)