¿Por qué las personas cometen delitos? ¿Qué tanto inciden el ambiente, la compañía y el comportamiento social y de la sociedad en el cometimiento de un hecho ilícito? Para la criminología estos son fenómenos que no deben analizarse de una manera aislada dentro de las estadísticas delictivas en un país.

El “Primer Encuentro Internacional de Criminología”, realizado la semana pasada en Quito, dejó experiencias enriquecedoras a policías, fiscales, jueces y personal vinculado al tema investigativo.

Para el argentino Emiliano Sozzo, el principal exponente en el foro, la “diversificación del delito” demuestra que son muchos los factores que inciden en los actos ilícitos.

Cada fenómeno, dice Sozzo, requiere de una intervención diferente, “no se puede pensar en una estrategia única y uniforme para hacer frente a los delitos, porque cada uno tiene su causa”. Según su análisis, no es lo mismo el tipo de delito que sucede en los centros urbanos pequeños que el que ocurre en centros medianos y grandes, así como difieren totalmente los actos ilícitos cometidos por aquellos que tienen poder (los ricos) con los que cometen los más débiles (los pobres).

Para el director de política criminal de la Fiscalía General del Estado, Jimy Moreno, el tener claro este tipo de análisis es un aporte que permitirá generar políticas públicas en materia criminal.

De allí que resalta que, por ejemplo, es vital la conformación de unidades como la del ‘Delitoscopio’, centro conformado por matemáticos, estadísticos, geógrafos y sociólogos, que se encargan de recoger las estadísticas para elaborar las políticas públicas en materia criminológica.

En ese sentido, el experto argentino señala la utilidad de analizar el todo para determinar porqué ocurren las cosas.

“No necesariamente es por la pobreza, el desempleo o la desigualdad, sino que confluyen una serie de factores que crean un ‘mercado ilegal’ donde se desarrollan diversos tipos de delitos”, afirma.

Lautaro Ojeda, especialista en seguridad, coincide con Sozzo y asegura que el tema criminológico debe ser estudiado “como un fenómeno global”. Para Ojeda, al tener un análisis integral de cómo ocurren determinados hechos o por qué aumentan ciertos delitos, se podrá desarrollar un mejor mecanismo para enfrentar los casos.

De su parte, Sozzo explica que los mercados ilegales que se producen en el área rural son pequeños y de escasa complejidad; los delitos que allí ocurren están vinculados a economías de subsistencia o al comercio al menudeo, debido al poco nivel monetario de sus pobladores.

Mientras, en las grandes ciudades se enfrenta a mercados ilegales de armas y personas, drogas y demás, con un alto nivel de complejidad, que abarca deseos de dominación y placer, lo que hace difícil desarticular esa telaraña delictiva.

En ese punto, señala que debido al poco entendimiento de las situaciones, las acciones antidelictivas solo se enfocan en las cadenas más débiles, pero ¿vale realmente la pena tantos años de intervención en esas cadenas que serán sustituidas por quienes las dominan?

“Las economías ilegales tienen gran capacidad de reproducir ‘soldados’ del delito”, acota, al explicar que cuando se captura a uno, dos más ya están reemplazándolo en su “trabajo” ilícito.

Para descifrar estos fenómenos, está la criminología, un ciencia compleja y polivalente, que se dedica a estudiar el porqué las personas cometen delitos, así como las formas de reacciones que se construyen socialmente frente a ello.

“Tanto para la prevención como para el control del delito hay que adaptarse al tipo de fenómeno que se pretende enfrentar”, afirma Sozzo.

Dentro de la criminología se plantean tres tipo de prevenciones: social (trabajo de ayuda con menores y jóvenes), situacional ambiental (intervención en sectores conflictivos, para reducir posibilidades de delitos) y comunitaria (unir a los habitantes de un sector y enseñarles a reaccionar de manera conjunta frente a un delito).

El delito evoluciona más rápido que la autoprotección

Emiliano Sozzo explica que el poco interés en el conocimiento acerca de los fenómenos delictivos muestra también que los comportamientos de autoprotección de la ciudadanía si bien nacen de la inseguridad, no son necesariamente un reflejo de lo que pasa con la criminalidad, sino que tiene que ver con otros fenómenos personales y colectivos de las personas y las sociedades.

Es una constante que la preocupación de la seguridad no coincide con la evolución del delito, pues son fenómenos independientes. Por ejemplo, las personas de la tercera edad se preocupan más por la seguridad, pero son los jóvenes quienes en mayor número resultan ser víctimas de los delitos. Las mujeres se preocupan más que los varones, a pesar de que en ciertos delitos tienen iguales niveles de victimización. “Las autoridades no toman en cuenta el efecto de desplazamiento del delito”, asegura.