Entre curiosos se recreó tragedia
Una pequeña casa construida con caña guadua y zinc en el bloque 8 de la cooperativa Flor de Bastión, al noroeste de Guayaquil, fue el sitio donde en días pasados se desarrolló la reconstrucción de los hechos dentro de las indagaciones que sigue la Fiscalía por la muerte de la pequeña Milca Tamara, de apenas 3 años.
Allí, María Fernanda Pilla tomó en sus brazos a su hija de 4 años. Simulando que era Milca Tamara, la sentó junto a una roca grande que sirve como peldaño para entrar a la casa, levantada a más de un metro de un piso lleno de piedras. Por lo irregular del terreno, explicó la mujer, ella no instaló la piscina de plástico allí, sino en el tablado a la entrada de la casa.
Las bebés jugaban en la piscina. Todo estaba tranquilo "cuando escuché el llanto de Milca y no la vi en el agua, me asomé por la puerta y la vi junto a la piedra. Bajé rápido, la tomé y le mojé la cabecita con agua que tenía recogida en el tanque”, relató Pilla a la fiscal que investiga el caso, Margarita Neira.
¿Qué hizo luego?, preguntó la fiscal, ahondando en su relato para poderlo contrastar luego con la versión libre y voluntaria dada al inicio del proceso.
“La dejé junto con mi hija en la piscina para que se refresquen y salí a comprar algo para darle, en la farmacia”, contestó la mujer.
¿Las dejó a las niñas solas?, replicó extrañada la representante de la Fiscalía. La mujer indicó que su hija, como es más “grandecita”, podía quedarse en la casa y cuidar para que nada malo pase.
Hasta ese momento solo era Ma. Fernanda Pilla quien daba detalles de lo ocurrido aquel día, mientras su suegra y madre del único implicado, Isabel Suárez, contemplaba a pocos metros la escena, junto con otros familiares y vecinos del sector. Otros moradores, en cambio, observaban con recelo el procedimiento desde el interior de sus casas, con las puertas y ventanas entreabiertas. Eran los curiosos de lejos.
Dieron las 13:30. La reconstrucción se cumplía a la misma hora en que se habría producido la caída de la menor, el pasado miércoles 27 de marzo, mientras jugaba en una piscina inflable con su medio-hermana de 4 años, y que le habría causado un golpe en el cráneo, que después de 5 días desencadenaría en su muerte.
Luego, a recrear el camino y el tiempo que le tomó llegar a la farmacia para comprar un analgésico. A Pilla la acompañaban la fiscal y los agentes de Criminalística.
Flor de Bastión es considerado por la Policía como uno de los sectores más conflictivos de la urbe, y eso ocasionó que los peritos de Criminalística pidan refuerzos de una patrulla para el reguardo de las personas que participaban de la diligencia y de otras que estaban como espectadoras, como Jeniffer Intriago Sánchez, madre de la niña fallecida.
De regreso a la casa, la mujer contó que le dio una pastilla a la niña. Luego llamó por teléfono a su cónyuge y padre de la menor, Pablo Beltrán Suárez, quien había salido a cumplir por un contrato que tenía. Él trabaja como payaso, con el nombre artístico “Más Flow”.
En ese momento le llegó el turno a Beltrán, quien, esposado y bajo custodia de guías penitenciarios acababa de arribar al sitio. Allí relató a la fiscal que después de la llamada de su conviviente regresó a la casa junto a un compañero de labores, llamado “Edú”, y vio que la bebé tenía algunos moretones, producto de la supuesta caída.
La fiscal pidió a Beltrán que relate lo que él y su conviviente hicieron luego, cuando la bebé presentó síntomas de supuesta infección intestinal que los obligó a trasladarla al hospital Abel Gilbert, desde donde la derivaron al pediátrico Roberto Gilbert Elizalde, donde falleció.
A criterio de Neira, es probable que el golpe que presentó la niña en la cabeza sea como consecuencia de la caída sobre la roca, pero no hay lógica para el origen de hematomas y laceraciones en diferentes partes del cuerpo y que constan en el protocolo de autopsia. Ella tiene hasta 90 días para recopilar elementos de convicción que le permitan acusar al progenitor o vincular a otros involucrados, si así lo creyere.
SE INTENTÓ SUSPENDER LA RECONSTRUCCIÓN DE LOS HECHOS
Unos minutos antes del procedimiento, Isabel Suárez, abuela paterna de Milca Tamara, llamó angustiada a la abogada defensora de su hijo Pablo Beltrán Suárez para que apresure su llegada, puesto que la fiscal Margarita Neira se disponía a dar inicio a la reconstrucción.
Sin embargo, la profesional, pese a que debe conocer el procedimiento en materia penal para ejercer, indicó a su cliente que obligue a suspender la diligencia porque no iba a poder asistir.
Eso ocasionó la renuencia de María Fernanda Pilla, actual conviviente del padre de la menor fallecida, para participar en la diligencia. La fiscal, con tono enérgico, se negó a suspender la reconstrucción y le explicó a la abogada que su ausencia no es motivo de suspensión y que no se la requería en el lugar, además que había tramitado ya la engorrosa salida de Beltrán desde la Penitenciaría.