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Jane Toppan experimentaba con morfina y atropina en sus pacientes

Enfermera mataba porque le excitaba la muerte

Enfermera mataba porque le excitaba la muerte
25 de septiembre de 2015 - 00:00 - Redacción Justicia

Una mujer aparentemente tranquila y tierna con la gente, en realidad era una sociópata cruel que quería convertirse en la persona con más víctimas mortales en el mundo. Era una enfermera y trabajaba en el hospital de Cambridge, Boston.

Su pasatiempo favorito era experimentar con morfina y atropina en los pacientes para ver su efecto en el sistema nervioso. Se abrazaba a sus víctimas en sus camas de hospital mientras morían; más tarde explicó que se excitaba sexualmente con la muerte.

Honora Kelley nació en 1857 en Boston, hija de unos inmigrantes irlandeses. Su madre, Bridget Kelley, murió por un brote de tuberculosis cuando era una niña pequeña. Su padre, Peter Kelley, era sastre; nunca pudo superar la pérdida de su esposa y, según relatos de la época, lentamente se fue sumiendo en la locura.

En 1863, cuando Honora contaba seis años y su hermana Delia Josephine 4, fueron llevadas por su padre al Orfanato Femenino de Boston. Aludió que le resultaba imposible hacerse cargo de ellas.

Según documentos de la institución, en 1864 Honora se iría como criada al domicilio de Ann C. Toppan, en Massachussets. Aunque no fue adoptada formalmente por el matrimonio Toppan, Honora cambió su apellido por el de ellos, así como su nombre de pila, pasando a identificarse como Jane Toppan.

Su hermana Delia permaneció en la institución hasta finales de 1868, cuando se fue a trabajar en una casa en el servicio doméstico. Lo único que se sabe de ella es que acabó ejerciendo la prostitución, se consumió en el alcohol y falleció en la indigencia.

Sus estudios de enfermería

En 1885 el matrimonio Toppan envió a Jane al hospital de Cambridge, en Massachussets para que estudiase enfermería, donde solía obtener excelentes notas, aunque algunos se sorprendieron por su excesivo interés en las autopsias. Mientras estudiaba, pasaba mucho tiempo con los enfermos, y allí descubrió el poder de muchos fármacos opiáceos.

Jane comenzó a experimentar con los pacientes, especialmente con medicamentos como la morfina y la atropina, variándoles las dosis recomendadas por los facultativos para observar los efectos y las reacciones de sus sistemas nerviosos.

31 muertes de pacientes

En casos sobredosis llegaría a acostarse en la cama con los pacientes y abrazarlos en el momento de sus muertes.

En 1889 se fue al Hospital General de Massachussets, de donde sería despedida al poco tiempo debido a que fue sorprendida administrando altas dosis de medicamentos a los pacientes por iniciativa propia.

En 1895 comenzó a trabajar como enfermera privada con cierto éxito, a pesar de algunas quejas de sus empleadores por pequeños robos. Aun así era considerada una enfermera tierna y sensible que regularmente se hacía cargo de los ancianos enfermos de las familias acomodadas de Boston.

Pero demasiados pacientes morían bajo sus cuidados cuando les administraba sus “pócimas especiales”. A lo largo de dos décadas Jane acumuló una gran cantidad de víctimas que tomaron sus mortíferos cocteles de morfina.

Otros crímenes por envidia

Jane no solamente mataba pacientes. En 1895 asesinó a sus caseros y en 1899 a su hermanastra Elizabeth, a quien le administró una dosis letal de estricnina que le produjo una muerte espantosa, con terribles dolores y convulsiones.

A principios de 1901 se fue a vivir a la casa de Alden Davis en Cataumet para atenderlo debido a su pésimo estado de salud, agravado por una depresión tras la muerte de su mujer. Lo que Alden no sabía era que la propia Jane había envenenado a su esposa.

En cuestión de semanas Jane envenenó a Alden y a dos de sus hijas. Cuando habían fallecido “en trágicas circunstancias”, Jane regresó a Boston, donde encontraría al viudo de Elizabeth, su antigua compañera de orfanato, y decidió conseguirlo para ella.

Para este fin envenenó y mató a la hermana del hombre y posteriormente lo envenenó a él con la idea de curarlo para demostrarle que era una enfermera capacitada. Llegó incluso a envenenarse a sí misma para provocar las simpatías del hombre, pero esto no le funcionó y fue expulsada de aquella casa.

Sospechas y detención

Los familiares de los Davis habían mandado a exhumar el cadáver de una de las hijas de la familia, descubriéndose que murió envenenada.

“El informe del forense indicó que al menos la hija menor de Alden, la última en morir, había sido envenenada. Cuando la policía fue puesta en conocimiento de estos hechos, se emitió inmediatamente una orden de arresto contra Jane Toppan por asesinato, que se efectivizó el 26 de octubre de 1901.

La enfermera, que al principio confesó 11 crímenes, después dijo que eran 31; pero quienes han estudiado su caso aseguran que fueron aproximadamente 70 las personas que murieron a causa de sus mortíferas dosis.

En el juicio, llevado a cabo en 1902, los médicos declararon que Jane Toppan había nacido con una “débil condición mental”. Estando en la corte, Jane declaró que su máxima ambición era “matar a más gente indefensa que cualquier otro hombre o mujer que haya existido jamás”.

A pesar de todo esto, la corte del condado de Barnstable la halló no culpable por razón de insania (locura) y fue enviada al asilo de Tauton, en Massachusetts, en donde pasó el resto de su vida hasta que murió en agosto de 1938 a los 84 años.

Aunque los trabajadores del hospital la recuerdan como una anciana callada y tranquila, aún tenía fantasías homicidas. Algunas de las cuidadoras recuerdan haberla oído decir: “Traiga algo de morfina, querida, y vayamos al pabellón. Usted y yo nos divertiremos muchísimo viéndolos morir”.

Seis monólogos y una película se produjeron sobre la vida de la enfermera de la muerte, Jane Toppan. Ella fue interpretada por Laura Wiebers en el segmento ‘La verdad sobre la señorita Toppan, dirigida por Mishia Edwards. La obra se estrenó con críticas favorables. La obra se estrenó con críticas favorables. (I)

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