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El Telégrafo
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El negocio del sexo crece en Guayaquil

El negocio del sexo crece en Guayaquil
13 de enero de 2013 - 00:00

No tiene un letrero ni otro tipo de distintivo en el exterior, pero todos saben que allí, desde las 18:00, funciona la “Salomé”. Para ingresar al local, ubicado en Riobamba y Víctor Manuel Rendón, los clientes deben pagar $ 3,50 con opción a dos botellas de cerveza.

Adentro, se observa el constante ir y venir de chicas, de entre 18 y 25 años, ataviadas con diminutos trajes y con maquillaje que borra la inocencia de sus  rostros, a eso se suma la música ambiental casi ensordecedora, de salsa o reggaeton actual, que se compagina con la proyección de escenas eróticas en dos  grandes pantallas planas, en su intento de recrear en algunos detalles a la famosa mansión de Playboy.

La “Salomé” tiene los permisos en regla, para funcionar como club nocturno y prostíbulo, indica su propietario José Andrade, quien señala que las 50 chicas que   allí laboran tienen los carnés de salud (antes profiláctico) al día y cobran un mínimo de $ 15 por la relación, y $ 3 más por la habitación.

Un precio relativamente alto si se considera que en la conocida calle Salinas o la “18”, el tradicional centro de prostitución de Guayaquil, la tarifa es de $ 8. Pero ese centro de diversión nocturno no es la única alternativa en el negocio del sexo en la ciudad. En la ciudadela La Atarazana, está situado el club “La isla del tesoro”, que a diferencia de la “Salomé”, solo ofrece espectáculos de strip tease.

Su administrador, Enrique Rojas, afirma que el negocio únicamente se dedica a los bailes y a la venta de bebidas, mientras que las relaciones sexuales que se concretan “son por voluntad de las chicas y siempre fuera del local”. En el antro laboran hasta 40 féminas, que obtienen un promedio de $ 80 cada noche por concepto de propinas que reciben por bailar desnudas.

De lunes a sábado, la medianoche marca el momento de mayor intensidad, en ambos antros, con la llegada de obreros, ejecutivos o grupos de jóvenes en busca de compañía o de una u otra experiencia.

Al referirse a ese tema, Xavier Burbano, intendente  de Policía del Guayas, manifiesta que los centros de tolerancia se rigen por las mismas normas, independiente del nivel o los servicios que quieran brindar e hizo hincapié en que los horarios de los establecimientos regidos por el Ministerio del Interior, como las salas de billar, licoreras, bares, entre otros, son de lunes a jueves, hasta las 00:00. Mientras que los viernes y sábados son hasta las 02:00, por lo que es común que varios antros abran sus puertas un poco más temprano, como el caso de “Paraíso Z”, ubicado en Portete y la 26, donde su propietario Julio Murillo, relata que los asiduos clientes van los días ordinarios a partir de las 17:00.

El presidente de la Asociación de Bares y Discotecas de Guayaquil, Enrique Barreiro, manifiesta que espera consensuar el horario con la Intendencia y se lo pueda extender hasta las 04:00. “Lo que pedimos es que se retorne al horario que teníamos, si hay que negociar y llegar a un acuerdo estamos dispuestos a hacerlo”, sostiene Barreiro.

Burbano ha inspeccionado los sitios y constató que cuentan con los permisos correspondientes. En ese sentido, señala, las medidas de control no es para reprimir o quitar el trabajo a nadie, sino que se cumplan las regulaciones. Entre ellas, cita el funcionario, que cuenten con permisos de funcionamiento, que se respete el horario de trabajo y que no empleen menores de edad ni extranjeras indocumentadas.

Además de las casas de citas, prostíbulos o locales de strip tease, que en la urbe  funcionan 114 locales  legalmente registrados, el negocio del sexo también se anuncia por Internet. “Acompañantes VIP Guayaquil” o “Geisha Club Escorts”, por ejemplo, promocionan el servicio de 54 chicas, muchas de ellas colombianas. En sus sitios web ofrecen galerías de fotos de las jóvenes que cobran entre $ 120 y $ 500  por una hora de compañía, el precio se incrementa a partir de la hora y media de servicio.

Diana Alexandra, una colombiana “Doble A”, como se califica en el catálogo, cobra $ 200 por una hora y media de compañía. “$ 150 son para mí y los otros $ 50 son para el club”, dice la caleña de 27 años, quien llegó hace dos meses a Guayaquil, inducida por una compatriota que se dedica al mismo oficio.

Burbano dice que desconoce de sitios donde laboren chicas extranjeras. “Si encontramos extranjeras, los locales de seguro serán sancionados y a las jóvenes se les iniciará el trámite de deportación, por medio de los juzgados de contravenciones, en caso de que sean indocumentadas”, advierte.

El pasado 28 de diciembre durante un operativo de control en Tungurahua, en locales sin permisos de funcionamiento como el club nocturno “Rompe Corazones”, las autoridades encontraron escondidas 12 ciudadanas de nacionalidades ecuatoriana y colombiana, de las cuales 7 foráneas no cumplían las leyes migratorias del país y usaban mal la visa. Ellas fueron puestas a órdenes del Juzgado de Contravenciones de Tungurahua, que dispuso la deportación a su país de origen.

Sin embargo, a los administradores de los centros de diversión nocturnos tradicionales, como los visitados, los nuevos servicios “on line” no les han restado clientes. José Andrade, propietario de la “Salomé”, explica que en el mercado “hay para todos los gustos y el público es el que escoge”.

En su local, por ejemplo, asegura que llega “gente del pueblo” y las 50 chicas que allí trabajan, que “no saben ni prender una computadora”, prefieren contar con el respaldo y protección de un local ya conocido. El empresario asume que bajo esa modalidad trabajan más de 20.000 trabajadoras sexuales que pueden haber en la ciudad, la mayoría lo hace de manera informal e intermitente, asegura.

Aunque en la ciudad, y en el país, no hay estadísticas oficiales del número de personas que se dedica a la prostitución, la cifra proporcionada por Andrade  coincide con las  de los dos centros de enfermedades de transmisión sexual de Guayaquil que confirman que existen unas 9.000 trabajadoras sexuales que ejercen la profesión con carnés de salud, pero por cada una de ellas, 2 ó 3 lo hacen clandestinamente. Sin embargo, datos más extremos señalan que por cada trabajadora hay otras 10 que no tienen los documentos.

Muchas de ellas son detectadas en páginas de anuncios clasificados en Internet,  como www.anuncios.ec o www.olx.com.ec, en la que decenas de mujeres ofrecen todo tipo de servicios sexuales por $ 30 y $ 60 la hora. Las féminas acuden a los encuentros en hoteles, moteles, domicilios o reciben a los clientes en sus departamentos.

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