El tema de la inseguridad se ha convertido en un asunto primordial para el Estado y sus políticas públicas, tendientes a atacar el fenómeno en todas sus expresiones, ya que las dinámicas delincuenciales cambian y casi siempre hallan respuestas a los controles estatales.

Justamente, para analizar los temas de seguridad, delincuencia organizada y políticas públicas de información, expertos de más de 10 países latinoamericanos y centroamericanos se reúnen en un foro internacional que concluirá hoy en Quito. Esta actividad académica es organizada por la Facultad Latinoamericana de Comunicación Social (Flacso).  

“Es necesario comprender las complejas y negativas relaciones que existen entre delincuencia organizada y vulnerabilidad estatal, porque tienen consecuencias para el desarrollo social y los derechos humanos en la región”, manifestó Juan Ponce, director de la Flacso, en el primer día de conferencias.

La tarea de reconocer la lógica del crimen organizado transnacional no es fácil, ya que en muchos países todavía existe “precariedad institucional en los sistemas de información, una débil legislación que exija transparencia en la construcción de los datos y una cultura política que considera los temas de seguridad  como elemento intocable de las políticas públicas”, consideró.

Desde este punto de vista cree que es  primordial construir un sistema de elaboración de datos y análisis sobre la delincuencia y crimen organizado en Latinoamérica, que se pueda utilizar para desarrollar  recomendaciones que ayuden a enfrentar a las organizaciones criminales.

Este criterio es compartido por el experto en temas de seguridad Markus Gottsbacher, representante de la Red Latinoamericana de Seguridad y Delincuencia Organizada, quien estima que es de suma importancia el trabajo de los observatorios que recogen datos sobre criminalidad, pero muchas veces no son muy confiables o sus recomendaciones no son tomadas en cuenta para la elaboración de políticas públicas. “Tenemos que crear datos a nivel regional para enfoques sistemáticos y homogenizar la información especialmente sobre el crimen organizado”, indicó.

Las organizaciones criminales funcionan como empresas y “lamentablemente los Estados siempre están un paso atrás de ellas, son muy hábiles para desarrollar sus actividades, como el narcotráfico. Hay que lograr políticas en este sentido que se basen en evidencias”, explicó Gottsbacher.

Para la doctora Catalina Niño, estudiosa de la criminalidad y miembro de la fundación Friedrich Ebert de Colombia, los grandes cárteles crecieron en la década del 80, bajo el dominio de un solo jefe o capo. Cuando el Estado empezó a intervenir, éstos respondieron con violencia.

Posteriormente, los cárteles se fraccionaron y ahora funcionan como redes que se articulan según sus  necesidades a nivel local e internacional, diversificando sus actividades en otros sectores como el secuestro, extorsión, trata de personas, migrantes, manifestó.

Además, la implementación de una excesiva política represiva auspiciada por  Estados Unidos  para enfrentar al narcotráfico en la región, es un fracaso, pese a la inversión en  recursos materiales y  económicos, sostuvo la especialista.

También hay grupos criminales que se dedican  a actividades lícitas como la minería, pero que utilizan formas de organización mafiosa; además del problema del lavado de dinero a través de sistemas legales como los bancos, puntualizó.

Foto: Miguel Jiménez | El Telégrafo