El crimen de la monja Catherine Cesnik desató una investigación sobre abusos a estudiantes

Ann Patricia Cesnik muere en 2015 a sus 92 años con una pena en su corazón: el dolor de perder a una hija bajo un halo de crueldad y 46 años de misterio. Ahora el cuerpo de Ann reposa junto con los restos mortales de su querida Catherine.

 Corría 1969. Catherine Cesnik, de 26 años, había dejado atrás sus años de estudio, cumplido metas y era conocida por las clases que impartía de Lengua inglesa  y de drama en el Instituto de Mujeres Arzobispo Keough y en una escuela pública del Instituto Occidental, ambos ubicados en Baltimore, Maryland, Estados Unidos. Ese año desapareció, aunque algunos cifran el tiempo de ausencia en dos meses y otros creen que fue más el tiempo en que no se supo de ella.

Ya en 1970 el cuerpo de la monja Cathy yacía inerte y parecían lejanos esos días en que fue Reina de Mayo y presidenta de la clase superior y del consejo estudiantil. Todavía quedaban rezagos de la fiesta de fin de año celebrada con toda algarabía en Baltimore cuando el 3 de enero unos cazadores encontraron el cadáver de Cesnik semidesnudo cerca de un vertedero de basura. Su paso por el Instituto Arzobispo Keough está sembrado de interrogantes. Las acusaciones recayeron sobre dos curas, pero el principal implicado fue el sacerdote católico Joseph Maskell. Cesnik fue perseguida y acosada para que no denunciara lo que sabía: que las estudiantes eran violadas, acosadas e incluso negociadas sexualmente a la policía local y a una red de empresarios. El escándalo estuvo a punto de desatarse, pero su asesinato lo silenció.

Estudiantes denuncian  

Teresa Lancaster y Jean Wehner, quienes fueron estudiantes del  instituto cuestionado, se declararon abusadas y otra vez el supuesto culpable era Maskell. Ellas decidieron presentar sus denuncias y otro pleito legal surgió en 1995, el cual fue rechazado debido a la influencia del Estatuto de Limitaciones de la Arquidiócesis de Baltimore.

 Jean tenía 15 años cuando  se encontró frente al cuerpo semidesnudo de Catherine Cesnik, su profesora de Lengua. La habían arrojado cerca de un vertedero en la zona de Lansdowne, al sur de Baltimore, tumbada bocarriba y presentaba un traumatismo en el lado derecho de la cabeza.

La imágenes desde ese día torturan a Jean y aún parece sentir en sus manos los gusanos que quitó del cuerpo y cara de la monja docente y tampoco puede dejar atrás las palabras de quien estaba allí: “¿Ves lo que pasa cuando dices cosas malas de las personas?”.

 A Ryan White le interesó el caso y también quiso exponer el asunto públicamente, por ello se hizo cargo de la dirección de The Keepers, es decir Los Guardianes y logró una serie fílmica documental.

White comprendió que no era un simple caso policial y creó ese documental con siete capítulos y con duros testimonios de las víctimas de aquel colegio católico solo de chicas.

El  protagonista principal es Joseph Maskell.

La cinta apunta que, desde 1967 hasta 1975, Maskell hizo todo lo que quiso con aquellas adolescentes en su despacho de capellán y orientador del instituto Keough. Solo o acompañado de otros pedófilos bajo amenazas o hipnosis abusó de las jovencitas, a las que les decía que así expiaban sus pecados. 

El filme narra también el poder omnipresente de la Iglesia católica y por consiguiente de los sacerdotes en el Baltimore de la década del 60, considerada una ciudad obrera por aquel entonces. Es evidente en el documental el manto de encubrimiento a todos los niveles jerárquicos.

Uno de los testimonios clave que logró White fue el de Charles Franz, actualmente odontólogo, quien narró que ese mismo sacerdote había abusado de él cuando tenía 14 años.

“Maskell era el pastor asociado en la Iglesia católica de San Clemente. Yo era monaguillo y abusó de mí varias veces en 1967. Me enseñó a beber para olvidar los problemas y a consumir drogas. Se lo conté a mi madre y me trasladó a otro centro. Si la Iglesia católica hubiese actuado en el 67, porque lo sabía, no se hubieran dado asesinatos y tantos abusos”.

La denuncia de la señora Franz hizo que las autoridades eclesiásticas trasladaran a Maskell al Instituto de Mujeres Arzobispo Keough donde comenzó su otra serie de abusos sexuales.  Desde la Arquidiócesis de Baltimore lamentaron, años después, los hechos y el vicerrector, Sean Caine, explicó que han visto el documental y que les resultó ‘doloroso’ y ‘triste’, aunque precisa que no tuvieron constancia de los abusos hasta 1992, cuando Jean Wehner se dirigió a ellos. Fue cuando destituyeron a Maskell.

“No hay un registro de denuncias de abuso sexual imputadas a Maskell antes de 1992”.

 Aquellas estudiantes tenían pánico a ser llamadas al despacho del cura. Sabían lo que les esperaba dentro. Pero nunca con quién. Eran elegidas chicas vulnerables que no tenían una relación muy fluida con sus padres. Maskell era a su vez el capellán de la Policía del condado, por lo que sus actos eran impunes.

Las monjas docentes sospechaban y toleraban esos abusos mirando para otro lado. Salvo Catherine Cesnik. Ella, en más de una ocasión, se las ingenió para que las estudiantes no traspasaran esa horripilante puerta.

 Teresa Lancaster, de 40 años, que fue violada a los 16, presentó en 1994 una demanda civil. Jean se sumó a esa acción legal y solicitaron $ 40 millones como reparación. La jueza Hilary Caplan la negó porque  había caducado el delito. Aquellos abusos habían prescrito, pero esas violaciones sí se cometieron. Luego, las víctimas recibieron compensaciones.

 Maskell murió a los 62 años, luego de ser ingresado en la Unidad de Demencia del hospital Stella Maris de Baltimore. Jamás reconoció los hechos. Ann Patricia y su hija Cathy están enterradas en el cementerio Parroquial de Sta. María en el suburbio de Sharpsburg. (I)