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El Telégrafo
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El comercio arma su plan de seguridad contra pillos

El comercio arma su plan de seguridad contra  pillos
17 de diciembre de 2011 - 00:00

El 24 de diciembre de 2010 el movimiento comercial en el sector de la Bahía -como comúnmente   ocurre cada  año- estaba en su mejor apogeo. Los clientes que ingresaban y salían de un local de venta de calzado   limitaban, casi en su totalidad, la   visibilidad de la mayoría de la mercadería exhibida.

Ese  impedimento fue  aprovechado por una mujer  que, en compañía de  una niña, intentó robarse -aprovechando la distracción de los vendedores- los zapatos que estaban a su alcance. “Primero ingresó como un cliente normal y pidió que le permitieran probarse un par de sandalias, después otro calzado, luego otro y otro...”, contó Ramiro Beltrán,   uno de los empleados del establecimiento.  “Lo que intentó   con tantos pedidos es confundirme con el número de pares de zapatos que saqué de la bodega y así ocultar un par en el bolso que traía y cargaba la niña”, recalcó. 
Beltrán indicó  que comenzó a sospechar de que había algo irregular cuando  la supuesta cliente   -al final de cuentas-   decidió no hacer ninguna compra.

Fue en ese momento que se percató   que le hacía falta uno de los zapatos que   había mostrado y que   inexplicablemente apareció en la funda que portaba la menor de edad. “Fue por un error que tuvieron, al esconder mal los zapatos  en el bolso, que me di cuenta que   querían robar... pero como se trataba de una niña lo que hice fue mirarla y tomar el calzado... luego ellas se fueron”.

Ante  similares intentos de robos, los   comerciantes de diferentes locales del centro de Guayaquil han adoptado progresivamente  diversas    medidas de seguridad: sensores en las puertas, cámaras de vigilancia, letreros que alertan sobre la instalación de alarmas, entre otros. 

Esto se evidencia en especial, según   la comerciante  Piedad Castro, de 76 años y quien tiene más de 30 años trabajando en la Bahía, cuando se  acercan las festividades de Navidad y fin de año. Relató que en esta época se preparan por los acontecimientos delictivos que se puedan perpetrar. “Desde que estoy aquí he visto como roban  hasta  a los compradores,  si están  distraídos se les  llevan  los paquetes que han  comprado y si no lo están los   distraen para poder  robarles”, acotó.

Esto lo corroboró el comerciante Luis  González   al relatar que en una ocasión observó como   robaron a un cliente con solo llamar su atención. “Mientras uno de los delincuentes arrojaba una  pequeña piedra a la altura del  hombro (de la víctima),  el otro aprovechaba para llevarse el bolso de sus compras que había dejado  en el piso”. Dijo que todo ocurrió en los segundos que el cliente giró la cara para observar qué era lo que le habían lanzado.         

Otra modalidad delictiva que afecta a los comerciantes  es la promovida por  las denominadas  “piponas”. Se trata de aquellas  mujeres de contextura gruesa que aprovechan el descuido de los vendedores para ocultar la mercadería en sus blusas, pantalones o faldas.        “Son astutas y tan  rápidas que uno no llega a determinar en qué momento se guardan las prendas”, detalló Ingrid Pita, empleada de una boutique. “Siempre andan en grupo  para taparse entre sí al momento de  esconder la mercadería”, recalcó.

Según un análisis   del Observatorio de Seguridad Ciudadana de Guayaquil (OSCG), los montos económicos  que representan este tipo de robos van  desde 6 hasta 270 dólares.

Aunque las pérdidas no son significativas al comparar estos casos (penalizados en el Código Penal  como hurto) con los asaltos o estruches, la contratación de seguridad privada armada ha sido una buena opción para evitar el cometimiento de estos hechos.

Esto lo aseguró Carlos Castro, dueño de un local de  prendas  de vestir para  mujeres, quien expresó que antes no contaba con ese servicio  y por los frecuentes intentos de hurto decidió hacerlo.
Aseguró que con la presencia del escolta en la  puerta de ingreso  del establecimiento los hechos delictivos no han  sido reportados.

Algo que preocupa también son los robos en  locales  cerrados.  

Bernardo Ovalle, coordinador del OSCG, dijo que   los estruches representan el 45,53% de los 722 robos cometidos en el sector comercial durante los primeros once meses de este año (en el período 2010 hubo 1.157 casos).     
Manifestó  que   forzar la puerta principal, el techo (7,22%) y hacer orificios en la pared (6,70%) son los actos    más utilizados por los delincuentes para ingresar a los locales.     No obstante, aclaró que las dos últimas opciones son aplicadas con poca frecuencia, ya que la primera representa el 78% de los casos.

Ovalle recalcó que gracias a los controles policiales y a las medidas de autoprotección las cifras de robos tienen una tendencia significativa a la baja.

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