El viceministro del interior indica que Los uniformados merecen respeto
El ataque a 114 policías incluyó palos, explosivos y justicia indígena
Del 13 al 20 de agosto, 114 policías han resultado heridos en su misión de cuidar el orden durante las jornadas del paro nacional convocado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), Frente Unitario de Trabajadores y grupos opositores al régimen.
A consecuencia de golpes con palos, piedras, lanzas y hasta la acción de bombas molotov, explosivos y justicia indígena, los gendarmes han resultado con hematomas, fracturas y heridas en pómulos, tabique, labios, oídos, cabeza, espalda, dorso, manos, brazos, tobillos, canillas, rodillas y fémur, según se desprende de los partes médicos de las diferentes casas de salud del país en donde han sido atendidos.
Joven policía se acordó de su hijo mientras sufría justicia indígena
Uno de esos casos lo sufrió el policía Jaime Revilla Trelles, quien fue sometido a la justicia indígena. Según reporte del Ministerio del Interior, “le golpearon a más no poder su cuerpo, le pusieron agua con ají en los ojos y hasta lo quisieron castrar”.
La tarde del lunes último, un grupo de indígenas de Saraguro (Loja) lo retuvo en medio de las protestas. Junto a él fueron retenidos María Fárez, jefa política del cantón Saraguro, y Edwin Morocho, comisario de Policía. Estos últimos fueron liberados la noche del mismo lunes, pero Revilla no.
Mientras recorría en su moto la zona de la Unidad de Policía Comunitaria El Tablón, la radiopatrulla le ordenó acudir al Parque de la Cultura, ubicado entre las avenidas Eloy Alfaro y Calasanz, para colaborar en el control de la marcha de 50 personas que intentaban agredir a la Jefa Política y al Comisario.
Cuando llegó al sitio, los manifestantes lo rodearon y no dejaron que siga en su moto. Entonces se bajó de ella y les dijo que se tranquilicen, pero en respuesta recibió insultos y golpes. Luego lo llevaron a la casa de la Federación Interprovincial de Indígenas de Saraguro (FIIS). Allí lo arrodillaron y le arrojaron agua con ají en los ojos para luego taparle el rostro y amarrarle con un trapo la boca.
“Me ardían los ojos y no podía ver, pero escuché que me iban a quemar y que iban a tomar venganza, porque supuestamente los policías habían golpeado y arrojado gas a los protestantes”, contó.
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Posteriormente lo ingresaron en una habitación y lo vistieron con anacos y demás atuendo indígena femenino. Entonces lo llevaron a la comunidad de Cañicapac. “Me sacaron en un vehículo y me llevaron a ese sitio, fueron las horas más largas de mi vida...”, narró.
Ya en la comunidad, un hombre se acercó y le dijo que lo iba a castrar, mientras que otro trató de ahorcarlo. “Me decían que desde la época de Atahualpa fueron asesinados y que siempre los hicieron de menos”. En esos momentos de angustia y dolor, Revilla se acordaba de su hijo, de su esposa y su familia. A los médicos que lo atendieron les contó que por su mente solo pasaban ideas de fuga y los deseos de regresar junto a sus seres queridos.
Sin embargo, un hombre lo sacudió tan fuerte que le golpeó la cabeza contra el piso. Fingió que se había desmayado y por más que le daban agua con ají no obtuvieron respuesta. Por ello, lo esposaron y lo dejaron en una habitación. Con técnicas que le enseñaron en la Policía logró liberarse y entonces se fugó por una ventana pequeña, corrió hacia una montaña y se escondió en unos matorrales hasta la noche.
Tras caminar alrededor de 5 horas, a la 01:00 del martes pasado llegó al hospital de Saraguro, en donde pidió ayuda médica y que llamen a sus compañeros.
Ahora, el estado psicológico de Revilla “es una mezcla de tristeza, nerviosismo y preocupación. A momentos quiere llorar, a veces se tranquiliza, pero siempre mira a sus costados”, según el parte médico.
Un coronel y 7 policías conocieron el ‘lenguaje’ de las lanzas
El miércoles último en Macas, 150 indígenas de las nacionalidades shuar y achuar atacaron la Dirección de Educación Distrital de Morona Santiago. Arremetieron con lanzas contra los gendarmes que custodiaban el lugar.
“Los manifestantes vinieron para intentar entrar en el Distrito de Educación de Macas. La Policía vino de manera pacífica a pedir que salgan y les cayeron encima. El coronel y 7 policías resultaron heridos”, explicó el gobernador Rodrigo López.
Casi la totalidad de los 114 policías heridos ha sido dada de alta; ahora todos guardan reposo en sus respectivos hogares, junto a sus familiares. Muchos de ellos, como el caso de Revilla, son padres, esposos e hijos que contribuyen moral y económicamente en sus casas.
El viceministro del Interior, Diego Fuentes, pidió no agredir a personas que visten uniformes de la Policía Nacional o las Fuerzas Armadas, “porque también son ciudadanos que merecen respeto y consideración de los manifestantes”.
Añadió que los hechos y las cifras de heridos evidencian el “carácter criminal que demuestra una actitud beligerante, que pone en riesgo no solo a los policías y militares, sino también a la ciudadanía”.
Las autoridades han señalado que si continúan las agresiones a los miembros de la fuerza pública, se aplicarán detenciones en delito flagrante y contra los implicados se emprenderían juicios penales.
La Policía, a través de sus voceros y en redes sociales, llama a la calma y a respetar la integridad y la vida de sus miembros. “No más agresiones”, pide la institución del orden a través de su cuenta Twitter. (I)
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