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El Telégrafo
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El 91% de las desapariciones es voluntaria

El fin de semana Abigaíl Benalcázar Silva se encontró con sus familiares, luego de estar reportada como desaparecida desde el 12 de mayo de 2014. Fotoilustración
El fin de semana Abigaíl Benalcázar Silva se encontró con sus familiares, luego de estar reportada como desaparecida desde el 12 de mayo de 2014. Fotoilustración
04 de agosto de 2014 - 00:00

El 91% de los casos de desapariciones corresponde a un alejamiento consciente de las personas del entorno familiar. El 9% desaparece por motivos de discapacidad o enfermedades mentales. El 7% es por accidentes y el 2% por causas forzadas, según cifras manejadas por la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión y Secuestros (Dinased).

El caso de Abigaíl Benalcázar Silva, reportada como desaparecida desde el 12 de mayo de 2014, es de los más comunes. La joven de 18 años fue hallada el pasado fin de semana trabajando en los exteriores de la terminal terrestre de Quitumbe, en Quito, y habría decidido irse de casa por problemas con su padre.

La madre de Benalcázar fue quien reportó su desaparición. La señora indicó que su hija, tras haber mencionado que saldría a buscar trabajo, abandonó el domicilio donde habitaba con ella y no volvió.

Los investigadores de la Dinased, en coordinación con la Fiscalía, realizaron múltiples entrevistas, recabaron versiones, requerimientos legales y otros procedimientos que posibilitarían dar con el paradero de la joven.

Producto de esas acciones se logró ubicar, en el sur de Quito, un teléfono celular desde el que se comunicaba la joven. El equipo investigador se trasladó hasta el lugar y efectivamente logró localizarla.
Érika Benalcázar se encontraba trabajando en el exterior de la terminal terrestre de Quitumbe. Vendía aguas aromáticas y supuestamente vivía con una familia extranjera que la había acogido.

La mujer manifestó que decidió vivir sola por inconvenientes con su padre; pero de ahí no pudo comunicarse con sus familiares debido a que perdió su teléfono celular y olvidó el número de su madre.

Benalcázar fue llevada a las oficinas de Dinased, donde se reencontró con su progenitora, que después de recibirla emotivamente, indicó que respetaba y apoyaba su decisión de vivir sola, siempre y cuando se mantuviera en contacto.

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