El 52% de los aislados en el CAI traficó con drogas
En mi caso, yo no fumo ni tomo nada, y lo que hago es para vestirme, para mi pelada, para lo de la casa. En cambio otros, si no fuman están mal, por eso salen a robar cualquier movida para tener plata y fumar”. Es el testimonio de “Daniel”, un adolescente de 16 años que fue aislado en días pasados por una infracción atribuible al tráfico de droga.
Daniel es uno de los 139 adolescentes infractores aislados, de un total de 264, que aseguran haber vendido estupefacientes en alguna etapa de su vida.
Según estadísticas procesadas por el Observatorio Nacional de Drogas, ese numérico representa el 52,5% de la población masculina internada y en el caso de las mujeres, llama la atención que 15 de un total de 32 (casi el 50%) se ubicaron en igual situación.
Rodrigo Tenorio, autor del informe 2011 sobre los Centros de Adolescentes Infractores (CAI), hizo un análisis eminentemente social, antropológico y etnográfico de los infractores de la ley internados en esos centros de rehabilitación.
El experto señala que, posiblemente, la más relevante de las relaciones entre las drogas y las infracciones de adolescentes tiene que ver con el cometimiento de la infracción misma bajo los efectos de una determinada sustancia.
Así como también de las infracciones que un sujeto comete para financiar la adquisición de drogas para su uso. Pero que al final, lo que prevalece es únicamente la obtención de dinero como una estrategia más de sobrevivencia.
Al referirse a ese tema, Daniel Adler, experto en seguridad ciudadana, indica que existe una metodología compleja por parte de una nueva camada de adolescentes infractores, no mayores a los 16 años.
Explica que las organizaciones delictivas conocen y actúan amparados por la ley, es decir, saben perfectamente las normas y procedimientos judiciales y por ende actúan para evadir esos obstáculos.
Según señala, los jóvenes son asesorados por los denominados “bogas” o abogados de las bandas, quienes adoctrinan a los menores en qué hacer, cómo proceder o qué decir si son aprehendidos en delito flagrante, ya sea con paquetes de alguna sustancia ilícita o empuñando un arma de fuego, y por ende esos jóvenes son muchas veces inmunes ante la justicia.
“De ahí que las relaciones del verdadero narcotráfico con el crimen organizado son cada vez más espeluznantes”, señala el ex capitán del Comando de Policía de Israel.
No obstante, los pequeños traficantes también forman parte de la exclusión social, por ende, constituyen uno de los tantos indicadores de los desórdenes que acontecen en la calle por la que circulan los pequeños vendedores y consumidores de droga, indicó Patricia Delgado, agente de la Procuraduría de Adolescentes Infractores.
En ese sentido, explica que en el país, con una legislación que deja en manos de los policías, en primera instancia, definir arbitrariamente quienes califican como consumidores y quienes lo hacen como traficantes, el panorama es particularmente dramático.
Agrega que son necesarias las distinciones que no mezclen el tráfico de drogas realizado por los grandes traficantes con la realidad concreta de los pequeños traficantes que se hallan en una escala ínfima del conflicto social y legal.
Esto es más cierto y justo cuando se trata de consumidores de drogas que cometen infracciones, del orden que fuese, y que no necesariamente usan alguna droga para cometer infracciones. “Realizar distinciones no implica, de modo alguno, justificar sino tan solo marcar las diferencias necesarias e indispensables. Las distinciones también pertenecen al orden de lo justo”, indica.
Pero la presencia de las drogas en la vida de los adolescentes infractores va más allá del microtráfico y de las infracciones cometidas como hechos delictivos subyacentes.
La adicción a las sustancias estupefacientes presenta un problema igual o de mayor envergadura, indica Alberto Ramírez, jefe del Departamento de Medicina Legal de la Fiscalía del Guayas, donde se realizan las valoraciones psiquiátricas a los posibles consumidores. “El psiquiatra se encarga de practicar los exámenes psicosomáticos a las personas, adultos o adolescentes, que son detenidas con droga, por lo general con pequeñas cantidades, que se trata de consumidores”, explica el galeno, quien añade que el problema radica en que esas personas son internadas, salen y vuelven a consumir y caer, convirtiéndose en un círculo vicioso.
La ley estipula que los consumidores deben recibir terapias de rehabilitación, sin embargo, ese tratamiento se lo hace a medias, informa Ramírez.