Discrepancias ante la prohibición de policías en eventos
En el concierto del salsero Marc Anthony, realizado el jueves pasado en Quito, la presencia de elementos de la Policía Nacional se vio reemplazada extrañamente por alrededor de 600 civiles que ofrecían los servicios de guardianía privada.
Ese numérico tuvo que ser, según Verónica Suárez, del departamento de relaciones pública de la empresa a cargo del evento, contratado de forma repentina por los organizadores del espectáculo para que resguarden los interiores del Estadio Atahualpa debido a una disposición gubernamental.
Se trata del acuerdo ministerial en el que se establece que los estadios, coliseos y demás lugares en que la empresa privada organice eventos públicos ya no contarán con gendarmes.
Las primeras reacciones ante la vigencia de este acuerdo ministerial se dan por varios frentes.
Cuestionados costos
En lo que respecta a los organizadores de espectáculos públicos como conciertos, el representante de la empresa Top Shows, Cristhian del Alcázar Ponce, explicó que la medida no afectará a los empresarios debido a que los montos que se cobraban por la presencia policial eran excesivos, pues por 300 efectivos para un show en el Coliseo Rumiñahui se cancelaba un valor aproximado de 6.000 dólares.
En el ámbito futbolístico, Santiago Jácome, dirigente de Liga Deportiva Universitaria, dijo que el fútbol es un evento público y que quitar la seguridad a estos espacios deportivos podría provocar caos.
El estadio Casa Blanca, que tiene una capacidad para 50.000 personas, en un partido con Barcelona necesita de entre 800 a 1.000 efectivos para garantizar el orden.
Jácome aclaró que habría gran dificultad en sustituir esta cantidad de elementos con seguridad privada por parte de los organizadores.
Si bien es cierto que en Quito no existen las denominadas “barras bravas”, consideró que sin el debido control se corre el riesgo de “lamentar actos violentos que pueden desencadenar en tragedias”.
Ante esta situación, los dirigentes de los clubes deportivos se reunirán en los próximos días para delinear las medidas a tomar.
Diego Rodríguez, intendente General de Pichincha, aclaró que las empresas organizadoras siempre han tenido que contratar seguridad privada, pero esta era en números inferiores porque se complementaba con el personal policial.
El problema se extiende también a los jugadores y árbitros, ya que se han dado casos en los que los hinchas han entrado a la cancha con el fin de agredir. También hay dudas sobre cómo resguardar la integridad de los jugadores y asistentes cuando los partidos se realizan en ciudades como Guayaquil, en donde la afluencia es grande y el contingente de seguridad necesario es alto.
Galo Barreto, gerente de la Asociación de Fútbol no Amateur de Pichincha (AFNA), indicó que la seguridad privada no tiene la misma preparación ni autoridad jurídica para reprimir y detener a quienes participen en actos violentos.
La presencia policial en los estadios dependía del partido programado, tomando en cuenta la expectativa que se genere y la “belicosidad” estadística que se registre en eventos pasados.
Reacción policial
Para el coronel Joel Loaiza, actual jefe de la Dirección Nacional de la Policía Judicial, la medida no afectará a los asistente de estos espectáculos debido a que la Policía estará dispuesta a prestar sus elementos en reportes de emergencia.
Aclaró que en los casos en que se registren problemas, los elementos de la institución ingresarán para retomar el orden.
“El Ministro ha sido bien claro en decir que no vamos a mandar policías a estar haciendo nada... de qué sirve tener agentes en esos lugares si los necesitamos para patrullar”, enfatizó el uniformado.
El oficial sustentó su criterio al recordar que Homero Arellano, ministro Coordinador de Seguridad Interna y Externa, aseguró que la medida adoptada busca evitar que durante los conciertos la mayoría de efectivos policiales dejen desprotegida a la ciudadanía en las calles.