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El Telégrafo
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Borbón quiere volver a la normalidad luego del atentado a la Marina

Los comerciantes de Borbón intentan de a poco retornar al ritmo de ventas que había antes de la explosión del 16 de marzo.
Los comerciantes de Borbón intentan de a poco retornar al ritmo de ventas que había antes de la explosión del 16 de marzo.
Foto: Álvaro Pérez / El Telégrafo
10 de abril de 2018 - 13:17 - Christian Torres

Borbón es el puerto de mayor movimiento del cantón Eloy Alfaro, en el norte de Esmeraldas. Ubicada estratégicamente entre los ríos Cayapas, Santiago y Onzole, esta población vive del comercio, que ahora es el principal afectado por el atentado del 16 de marzo pasado.

La madrugada del 16 de marzo, los habitantes de la parroquia se despertaron asustados por el estruendo de la explosión. Iraida Campos, una abuela que vive cerca del lugar del estallido, recordó que luego de la detonación se cortó la energía eléctrica y una nube de polvo cubrió el ambiente.

Esta bomba fue colocada en una de las paredes exteriores del retén naval de Borbón, un destacamento militar desde donde se realiza el control de las poblaciones que se levantan en las riberas del Cayapas.

El explosivo, de acuerdo con la Policía Judicial, fue de fabricación casera, similar al que días después mató a tres infantes de Marina en Mataje y a otra bomba que detonó en San Lorenzo. En el caso de Borbón nadie resultó herido, el camarote donde se colocó el artefacto explosivo estaba vacío.

Pero la onda afectó el cuartel militar y ocasionó daños menores en algunos edificios cercanos, como la flamante sede del Gobierno Municipal. Y también afectó las luminarias del malecón, una obra que no tiene ni cinco años de construida y que busca convertirse en el nuevo corazón de la parroquia.

Para los habitantes de Borbón ya es el momento de volver a la rutina que antes vivían en la parroquia. Ahora los comercios cierran a las 22:00 y nadie puede entrar ni salir en la noche.

Para Fortunato Zambrano esta medida afectó sus ventas y sostiene que ya no logra expender sus hortalizas y legumbres como lo hacía antes. Lo mismo dice Ana Mendoza, quien menciona que los compradores escasean.

En un recorrido de EL TELÉGRAFO se verificó que se quitaron las cintas plásticas que impedían el paso al sitio de la explosión. También se retiró la custodia especial de policías y militares en el sitio.

En el lugar aún se consultan cuánto durará el estado de excepción, porque en mayo ya son las fiestas de la parroquia y es una fecha ideal para vender más. (I)

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