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Exmilitar convirtió su apartamento en cementerio

Exmilitar convirtió su apartamento en cementerio
13 de marzo de 2015 - 00:00

Tras la estampa de militar retirado y de policía secreto John Reginald Christie ocultaba lo que verdaderamente era: un asesino en serie que ocultó todos los cuerpos de sus víctimas, incluido el de su esposa, en el apartamento que habitaba.

John Reginald nació el 8 de abril de 1898 en Black Boy House, Halifax (Inglaterra). Su padre Ernest, quien no lo quería, laboraba como diseñador de Crossley Carpets, en Dean Clough Mills, y era fundador del partido conservador de Halifax.

No obstante, John Reginald contaba con el cariño de sus 6 hermanos y de su madre, eso le ayudó a convertirse en un buen estudiante e incluso fue boy scout.

Eso cambió años después, ya que varios sucesos afectaron su vida. Cuando tenía 8 años su abuelo materno murió y vio el cadáver, algo que describió fascinante; a eso se sumó el constante dominio de sus hermanas que le daban órdenes; y lo peor ocurrió cuando trabajaba en el Gem Cinema, en Halifax.

Un día junto a sus amigos caminaba por la calle Monkey Run, donde encontraron a unas chicas con las que todos, menos él, tuvieron aventuras, pues era impotente. La noticia se extendió y empezaron a llamarle ‘Reggie el que no puede’, humillación que no superó.

Sus primeros delitos

A los 17 años fue sorprendido robando dinero mientras trabajaba como oficinista en la Policía, eso le costó la expulsión de su casa por parte de su padre. A los 18 años fue reclutado para combatir en la Primera Guerra Mundial, donde fue afectado por la inhalación de gases tóxicos.

La gravedad de la afección nunca se estableció exactamente, sin embargo, durante un corto período recibió una pensión por incapacidad. John Reginald siempre prestó una meticulosa atención a los detalles cuando estaba en el Ejército, al punto de que uno de los instructores, cuando le dieron la baja, le pidió que dejara su cuaderno de ejercicios como ejemplo de cuidado y pulcritud para otros reclutas.

En adelante su vida se desarrolló en un ambiente de delincuencia y vagabundería, no obstante en mayo de 1920 logró casarse con Ethel Waddington. Pero la alegría no le duró mucho, ya que años después pasó cortas temporadas en prisión por robo, y en 1924 recibió una condena de varios meses. Su conducta finalmente derivó en el abandono de Ethel, en 1929.

John Reginald se dedicó a malvivir nuevamente y tras pasar preso en repetidas ocasiones, decidió escribir a su mujer y pedirle que regrese; esta accedió y se quedó con él hasta su muerte. En 1938, a la edad de 40 años, se trasladaron al departamento 10 de la calle Rillington Place y en 1939 consiguió trabajo como policía especial.

Su primera víctima

En agosto de 1943, mientras investigaba a un individuo por robo, dejó su primera víctima, Ruth Fuerst, una prostituta de 17 años que le pidió dinero. John Reginald aprovechó de que Ethel no estaba e invitó a la joven a su casa para tomar el té, pero la estranguló, porque tenía miedo de que su esposa se diera cuenta del adulterio y le preocupaba que ella regresara a buscarlo.
Para no dejar evidencias enterró el cadáver en el jardín trasero, eso  despertó el monstruo latente dentro de él desde su niñez.

A finales de ese año dejó la Policía y comenzó a trabajar en los Ultra Radio Works, al oeste de Londres. Allí hizo amistad con Muriel Eady, de 31 años, quien le comentó que tenía catarro y él, convenciéndola de que aprendió sobre medicina en la guerra, la llevó al apartamento.

Pero aquella vez el asesino preparó un mejor escenario y fabricó un tarro de cristal con tapadera metálica que tenía dos agujeros de los que salían dos tubos de goma; uno iba conectado al conducto de gas y el otro a una especie de mascarilla, por la que la víctima inhalaba.

Confiando en el remedio para el catarro, Muriel comenzó a aspirar. Cuando se dio cuenta de lo que estaba inhalando, Christie la estranguló, abusó de ella y después enterró el cuerpo en el jardín. De la misma manera terminó con otras mujeres.

Desde aquel crimen hasta el siguiente pasaron 5 años. En marzo de 1948 Timothy y Beryl Evans junto a su hija Geraldine se mudaron cerca del criminal.

El joven matrimonio hizo amistad con John Reginald y su mujer, esta última estaba encantada con Geraldine. En 1949 Beryl quedó embarazada y no lo deseaba por los escasos ingresos económicos;preocupados por la situación le comentaron el problema a John Reginald y él se ofreció a practicar el aborto.

El 8 de noviembre de 1949, cuando Timothy regresó de trabajar, se encontró con la noticia de que Beryl no sobrevivió a la operación. El hombre quedó trastornado pues el aborto era ilegal en Inglaterra, así que se dejó guiar por John Reginald, quien lo convenció para que le ayude a ocultar el cadáver.

Timothy aceptó, se convirtió en cómplice de homicidio, abandonó la ciudad durante un tiempo y le dio  en adopción a John Reginald a la pequeña Geraldine. Pero, luego se arrepintió y se presentó en la comisaría, donde confesó el crimen.

La Policía investigó y encontró el cadáver de Beryl doblado, debajo del fregadero, enrollado en una manta y junto a ella a la pequeña Geraldine. Timothy les explicó a los agentes que fue John Reginald quien mató a su mujer y a su hija, pero eso no lo salvó de ser enviado a la horca el 9 de marzo de 1950.

Los investigadores también hallaron otros 5 cuerpos, incluido el de Ethel, a quien mató un día porque despertó sufriendo convulsiones y ataque de tos, según él, como “un acto de compasión”, por no poder remediar sus dolores de otra forma.

El 31 marzo de 1953, John Reginald, quien otra vez se había convertido en un vagabundo y había perdido la poca cordura que le quedaba, fue arrestado.

Semanas después comenzó su juicio, en el que admitió haber cometido 7 crímenes entre 1943 y 1953, lo que dejó en claro que se había cometido un error en contra de Timothy Evans.

Al cuarto día del juzgamiento el jurado deliberó, lo halló culpable y sentenciaron a morir en la horca.
El 15 de julio de 1953, John Reginald fue ahorcado y, posteriormente, el esposo de Beryl y padre de Geraldine recibió el perdón de la justicia. En el 10 de la calle Rillington Place en la actualidad existe un pequeño jardín.

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