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El Telégrafo
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5.412 denuncias de plagio reporta el país en 12 años

5.412 denuncias de plagio reporta el país  en 12 años
16 de septiembre de 2012 - 00:00

Un promedio de 451 denuncias de secuestro o plagio se registra anualmente en el país, según   estadísticas de la Dirección Nacional de la Policía Judicial (DNPJ) respecto al comportamiento de este delito, tipificado en el artículo 188 del Código Penal. Las cifras oficiales señalan que de 2000 al primer trimestre de 2012, suman 5.412 denuncias.   

De ese total, el año que menos se reportó ese delito fue el año 2000, con 166 casos, mientras que el año más alto se registró en 2011, con 899 casos. En cuanto a estadísticas de personas detenidas por ese delito, las cifras de la DNPJ, en igual periodo, dan cuenta de 1.122 apresados, equivalente a un promedio de 93,5 detenidos por año.  

En 2010 fue cuando más detenidos se registró, mientras que el año que menos detenidos hubo fue en 2000 (ver gráfico). 

El año pasado, la Unidad Antisecuestro y Extorsión (Unase) de la Policía Nacional, resolvió 28 de 34 casos  que fueron reportados ante ellos por familiares de las víctimas,  para que sean invetigados  por dicha unidad especializada.  

En los últimos siete años, la Unase ha atendido 572 casos de secuestro en el país, muchos de los cuales ha logrado resolverlos sin que los parientes de las víctimas hayan tenido que pagar ningún rescate. Incluso, ha conseguido la captura de integrantes de organizaciones criminales dedicadas a este delito. Gracias a esos resultados,  el ministro del Interior, José Serrano, en su informe de labores pasado felicitó el trabajo de la Unase.

Juan Carlos Iza, uno de los principales de la Unase, al referirse a este fenómeno delictivo, manifestó ante la prensa que  un aspecto que llama la atención es que, ahora, en el cometimiento de esos delitos hay mayor participación de ecuatorianos, mientras que antes era un delito en el que principalmente se veían involucrados colombianos.   

Otro aspecto que tienen identificado es que, hoy en día,  se “nota una marcada agresividad, especialmente en delincuentes que están en edades de entre 16 y 18 años”.  

Lo que señala la ley y algunos casos de los últimos años

Un secuestro, también conocido como plagio, es el acto por el que se le priva de libertad de forma ilegal a una persona o grupo de personas, normalmente durante un tiempo determinado, y con el objetivo de conseguir un rescate u obtener cualquier tipo de crédito político, económico o mediático. Esto, según consta en http://es.wikipedia.org/wiki/Secuestro.

El Código Penal ecuatoriano, por su parte, en el artículo 188 señala: “El delito de plagio se comete apoderándose de otra persona por medio de violencias, amenazas, seducción o engaño, sea para venderla o ponerla contra su voluntad al servicio de otro, o para obligarla a pagar rescate, o entregar una cosa mueble, o extender, entregar o firmar un documento que surta o pueda surtir efectos jurídicos, o para obligar a un tercero a que ejecute uno de los actos indicados, tendientes a la liberación del secuestrado”.   

En ese objetivo de conseguir dinero, a los delincuentes no les ha importado secuestrar, incluso, a niños. Así por ejemplo,  el 19 de diciembre de 2008, la Unase  entregó a sus padres a un niño chino de 5 años de edad (Erick N: Z.), secuestrado en Quito el 3 de diciembre de ese año, por un grupo de sujetos que después exigían $500.000 por su rescate.    

En el caso del plagio de adultos, los antisociales utilizan la fuerza o la violencia para someterlos. Así por ejemplo, el 28 de diciembre de 2010, Ulises Guerrón fue secuestrado por presuntos guerrilleros de las FARC, quienes pedían de rescate 350 mil dólares. Permaneció secuestrado 40 días en la selva colombiana, en medio de maltratos. En cambio,  el 17 de octubre, en  Tulcán (Carchi), sujetos armados secuestraron a Lisa Levy, de 24 años. La Unase  la liberó al cabo de 21 días de cautiverio. La halló en Lita (Imbabura), encadenada a un árbol.

“Estuve casi 13 días secuestrado. Me trataban mal, me golpeaban, me amenazaban, me apuntaban con pistolas”. Ese es el relato de Marcos Goycoechea Vélez, de 38 años, empresario víctima de este delito.  El 24 de noviembre de 2010 se produjo su plagio y por su liberación se exigía la suma de 3 millones de dólares.    

En uno de los hechos más recientes, el 21 de agosto pasado, la Unase liberó al ciudadano ecuatoriano-americano Mario Germán R. A., plagiado a las 20:00 del  21 de agosto en Atacames (Esmeraldas).

Juan Carlos Iza, de la Unase, resaltó  que la tipificación actual señala que, para que un delito sea considerado secuestro, debe existir el pedido de pago económico. Aclaró que cualquier otra cosa puede ser considerada rapto,  autosecuestro o  desaparición.   

Organizaciones delictivas se reparten las tareas

Previo al secuestro de una víctima, las redes delictivas les hacen seguimiento, para conocer sus rutas de tránsito y horarios habituales, y así no fallar en su objetivo. O sea, es realizado con alevosía, premeditación, ventaja, saña y en grupo.

Según voceros de la Unase, las bandas dedicadas a este delito operan en grupos de 5 a 10 personas, en donde unos concretan el secuestro y lo llevan al lugar del cautiverio;  otros  proveen alimentos y vigilan a la víctima; y otros se encargan de las negociaciones con los familiares del plagiado para exigir el pago por respetar su vida y liberarlo.

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