Eliani Veloz es un poco tímida. Su voz es suave, por su rostro y estatura  parece que tuviera menos edad. La joven, de 23 años, es una de las 165 mujeres que se incorporarán a resguardar a las personas privadas de la libertad en los Centros de Rehabilitación Social (CRS) de Ecuador.

En esta primera promoción las mujeres superaron levemente a los hombres, pues de ellos se sumarán a las cárceles 157. Son 322 jóvenes que laborarán en los recintos penitenciarios del país.

La joven asegura estar preparada para los diferentes escenarios que le toque vivir dentro de las cárceles y considera que lo más difícil será la lejanía de su familia. “Pero puedo superarlo, pues este régimen de estudio tipo internado ya me preparó para lo que se vendría”.

Sobre su uniforme azul marino luce una medalla dorada con una cinta con los colores de la bandera de Ecuador. Ledy Zúñiga, ministra de Justicia, la condecoró públicamente como el ‘Mejor espíritu profesional’. “Fue una sorpresa para mí. Ahora tengo como meta buscar el cambio en la seguridad penitenciaria, terminar con los casos de corrupción que ensucian la imagen de esta carrera. Hay que cambiar la manera de pensar de algunos agentes, también. No creo que se complique siendo mujer, ya hemos demostrado aquí que podemos hacer todo igual que los hombres”.

Otros cinco de sus compañeros (dos mujeres y tres hombres) fueron reconocidos por actitudes sobresalientes. Wilson Calero, de 27 años, fue uno de ellos. Él, en cambio, se destacó como el mejor desempeño profesional. “Todos estamos capacitados y merecemos ser reconocidos. Dios hoy me ha bendecido con la primera de muchas medallas que espero obtener”.

El lojano se describe como un hombre disciplinado que siempre da lo mejor. “Trataba de formar primero, de cumplir todos los deberes que me asignaban y con una buena predisposición y no incumplir ninguna norma de la institución”. Jenny, hermana menor de Calero, también estudia en la misma escuela. “No tengo miedo por ella, porque sé que también está preparada. Igual aquí la cuidaba, la ayudaba y ella era un apoyo para mí, porque muchos no tenían a nadie cerca y yo también le daba aliento para seguir”.

Terminar con la corrupción es la meta principal

El orgullo se combinó con la tristeza luego de la ceremonia, pues los jóvenes nuevamente se alejarán de sus familiares para trabajar en las cárceles. 

Al igual que Eliani, él considera que el reto es buscar un cambio dentro del sistema, dejando la corrupción a un lado para conseguir una verdadera rehabilitación de las personas privadas de la libertad.

A poca distancia está Gabriela Miniguano tomándose una foto con su madre Yolanda Naula. Ambas son oriundas de Ambato y pasaron mucho tiempo sin verse. “La separación es lo más duro, pero todo sacrificio tiene su recompensa. Los 15 meses de estudio nos prepararon para esto también”, expresa la nueva agente.

Ella destaca la importancia de que haya una carrera de Seguridad Penitenciaria y aunque su promoción es la primera no menosprecia el trabajo que han realizado las personas que los anteceden. “Tenemos detrás de nosotras, mujeres que son un ejemplo de trabajo. Hoy también fueron condecoradas dos de ellas por tener más de dos décadas de servicio en la institución”.

Una interna casi la apuñala

Noemí Mena Mena fue una de ellas. Empezó a trabajar en las cárceles desde los 21 años y ahora tiene 50. Rememora que su vida ha estado en peligro en innumerables ocasiones en motines, pero la que más recuerda fue cuando hace unos 18 años se enfrentó con una peligrosa mujer en un penal de Quito, de la que prefirió omitir la identidad porque ya falleció. “Solo estábamos las dos y casi me apuñala”.

Noemí cuenta que ha sido jefe en la mayoría de centros penitenciarios y también jefa de grupos de hombres. “Lo más fácil es llegar, lo más difícil es mantenerse”.

Su lugar ahora está en el expenal García Moreno, donde de guía penitenciaria pasó a ser guía turística, pues quedó como un museo. La edificación solo tiene celdas vacías que cuentan por sí solas lo que ahí pasaba, pues las pertenencias de quienes vivieron por años entre las gruesas paredes y barrotes quedaron ahí. Algunas personas que lo visitan dicen sentir malas vibras, pero Noemí es escéptica a eso.

Ledy Zúñiga, ministra de Justicia, Derechos Humanos y Cultos, expresa que en los últimos años se construyeron y remodelaron los recintos carcelarios del país, pero eso no era suficiente, pues lo más importante es el talento humano. “Hace dos años empezamos a trabajar en tener una carrera técnica en seguridad penitenciaria y hoy vemos los primeros resultados. Los aspirantes pasaron un proceso riguroso de selección y capacitación, y ahora no solo tienen un puesto de trabajo, sino que obtuvieron un título académico. Sin buenos elementos humanos no podemos garantizar la transformación del sistema”.

Enfatiza que antes los agentes se preparaban en cursos de tres o seis meses, sin ningún filtro, ni validación y ahora han pasado procesos completos con pruebas médicas, físicas, psicológicas y de confianza.

Las asignaciones empezarán por el Centro de Rehabilitación Social de  Portoviejo (Manabí) que fue reconstruido luego de que sus paredes se destruyeran en el terremoto ocurrido en abril de 2016.

La funcionaria agrega que ya inició un nuevo proceso para elegir a los nuevos estudiantes que llegarán al centro de formación en junio. Más de 7.000 personas se presentaron, pero el cupo es para 700 alumnos.

Horacio Tamayo, director de la escuela de formación penitenciaria,  indica que durante la preparación de 15 meses se capacitan en diversas áreas como legal, de derechos humanos y operativa. “Atrás quedan las prácticas antiguas de maltratos y ahora prima el respeto a los derechos de los privados de la libertad”. (I)