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El Telégrafo
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250 mil personas tienen problemas con el consumo de drogas

Las terapias grupales son parte de la ayuda que brinda el Instituto Sagrado Corazón. Los pacientes también realizan más actividades recreacionales. Su vida  al interior del lugar es tranquila.
Las terapias grupales son parte de la ayuda que brinda el Instituto Sagrado Corazón. Los pacientes también realizan más actividades recreacionales. Su vida al interior del lugar es tranquila.
Foto: John Guevara / El Telégrafo
23 de julio de 2017 - 00:00 - Redacción Justicia

Javier (nombre protegido) tiene 17 años y esta es la quinta vez que ingresa al Instituto Psiquiátrico Sagrado Corazón, en Quito. Empezó a consumir alcohol y drogas desde que tenía 14 años. A las 10:00 asiste a terapia en grupo junto con sus compañeros. Antes de ingresar a la sala acaricia la cabeza y la barriga de ‘Negro’, un perrito mestizo que cuida y ayuda a los pacientes del centro de adicciones.

 El animalito acompaña a Javier hasta la mitad de la sala,  que tiene grandes ventanales.

El joven se sienta, al igual que los otros internos, en forma circular. En el entorno se puede observar a personas de todas las edades, la mayoría de ellas con una sonrisa en sus rostros y cierto aire de tranquilidad.

‘Negro’ se acuesta a los pies de los pacientes, a quienes en el instituto les llaman hermanos. Ingresa el médico e inicia la charla. Javier escucha atento lo que dice el psicólogo; tras su  intervención cada uno tendrá la oportunidad de contar su historia a los demás.

Este joven ingresó al instituto, en esta última ocasión, hace 3 meses. Dice que esta vez “se dio contra el suelo”, lo que lo motivó a pedir ayuda a su madre. Menciona que se decía a sí mismo estar cansado de esa vida y recuerda que la primera vez que consumió drogas lo hizo con un compañero del colegio.

Él manifiesta que en los colegio e instituciones públicas dicen lo perjudicial que son las drogas, pero señala que existe una contradicción.

“Al momento de probar algún tipo de sustancia todo cambia, hasta los problemas en casa o el colegio se solucionan, de ahí la necesidad de seguir consumiendo, pero la realidad es que en un plazo de uno o 3 años te das cuenta de que estás en un pozo sin salida”. 

Por causa de su adicción el adolescente no terminó sus estudios de bachillerato. Indica que las primeras 4 veces que ingresó no se sentía seguro de estar en el lugar y se marchaba.

Ahora quiere que las cosas sean distintas; sus sueños son concluir sus estudios y luego seguir psicología.

“Tanto tiempo he permanecido en este lugar que me he convencido que la psicología ayuda a las personas, que es mejor hablar del consumo siendo médico y exconsumidor”.

En el instituto Sagrado Corazón se encuentran 35 personas con problemas de adicción al alcohol y las drogas. La experiencia del centro es de 40 años.

Hace una semana forma parte de la Red Nacional de Centros Privados Contra el Consumo de Drogas, plan impulsado por la Presidencia de la República, a través de la Secretaría Técnica de Drogas (Seted). 

Actualmente la Red está conformada por 99 centros que cuentan con los permisos respectivos y con profesionales. 

Ledy Zúñiga, secretaria Técnica de Drogas, indicó que la idea de la Red es que se siga prestando servicio a la ciudadanía, que haya un solo modelo de atención regulado por el  Ministerio de Salud y la Seted.

Zúñiga dijo que estos son los primeros acercamientos con las clínicas privadas y que aún no se plantea el tema económico.   

“De estos centros de atención queremos formar una red de preventores que puedan fortalecer el proceso que se implementará en territorio”.

La funcionaria indicó que uno de cada 10 jóvenes que están cursando el colegio ha consumido algún tipo de drogas.

José Luis Bedón, gerente del Instituto Sagrado Corazón, manifestó que la propuesta del Gobierno es interesante.

Recalcó que una de las expectativas con el convenio es que se faciliten los procesos de transferencia con los pacientes, de forma que se integren los servicios privados y públicos.

“El factor económico es uno de los problemas que enfrentan los pacientes con adicciones”.

El instituto cuenta con capacidad para atender a más pacientes que necesiten cursar procesos contra las adicciones. 

Sin embargo, el centro realiza descuentos a los pacientes tras un estudio social de los mismos. 

Bedón indicó que el Estado debe apoyar con los costos del tratamiento de pacientes, pues de no hacerlo las familias buscarán sitios ilegales que no cuentan con permisos ni profesionales indicados.

“Estos centros son dirigidos por personas que en ocasiones están en tratamiento. En estos lugares utilizan métodos no convencionales, como aislamiento, trabajo forzado, etc”.

Bedón refirió que los centros ilegales generan una imagen negativa de los tratamientos, pues crean la idea de maltrato en el paciente, lo que provoca miedo y rechazo a los mismos.

David Moscoso, psicólogo del centro, explicó que el 70% de los pacientes recae nuevamente y que el 33% restante logra recuperarse. Asimismo, resaltó que el consumo, en la actualidad, empieza entre los 9 y 10 años. Un caso parecido le ocurrió a Adrián (nombre ficticio), quien ahora tiene 27 años.

El joven fue internado a la edad de 20 en una clínica que, según él, parecía una prisión.

Sus padres, al ser de escasos recursos, optaron por una institución poco conocida.

Adrián contó que en este sitio sufría maltratos continuos, no comía más que 2 veces al día y que en las habitaciones dormían  hasta 2 personas por cama. “Recuerdo que en la mañana nos bañaban en un patio con agua fría; nunca recibimos tratamiento médico, ni psicológico,  realizábamos rezos y nada más. Decidí escaparme”.

Desde entonces Adrián ha pasado por varios sitios de tratamiento, pero aún consume drogas de todo tipo, y en ocasiones  vive en la calle. Se rehusa a ingresar a un centro.

Datos del Ministerio de Salud Pública indican que 250.000 personas en el país tendrían problemas por el consumo de drogas. Esta cifra fue recogida por las atenciones que reciben los 480 centros ambulatorios. 

Verónica Espinosa, ministra de Salud, precisó que es importante la formación de la Red Nacional Contra el Consumo de Drogas, y que el programa funcionaría de diferentes formas, por ejemplo, si un joven obtiene el alta tras un proceso de rehabilitación debe tener un seguimiento para que no recaiga.

“Si el chico sale del centro, regresa a su casa y no tiene atención médica ni psicológica retornará al mismo ambiente donde consumió drogas y puede recaer. Pero si sale y es referido a un centro de salud que pueda acompañarlo en su tratamiento por un año o más, tendrá probabilidades de que se recupere”.

Con respecto a los establecimientos ilegales, la secretaria de Estado destacó que se seguirán realizando controles, pues en estos sitios es muy probable que se vulneren los derechos de las personas con problemas de adicción, puesto que el interés de estos lugares es  económico.    

La mayoría de las víctimas es de sexo masculino, un 90%. Así mismo, en lo que respecta a atenciones ambulatorias, desde hace 3 años han sido atendidas 20.954 personas con diferentes tipos de adicciones: 17.380 son hombres y 3.574 mujeres.

Tanto Zúñiga como Espinosa indicaron que el Plan Nacional se unirá a la Red de Salud del Estado, que ahora cuenta con 900 psicólogos. Pero, los entes privados también tienen necesidades.

Mirian Maldonado, directora del Centro de Adicciones Cadum, ubicado en Sangolquí, señaló que mantener el sitio anualmente cuesta $ 60.000.

Mencionó que la tarifa normal por paciente es de $ 780, pero en  realidad este valor no es cancelado puesto que las familias no tienen posibilidades de pagar esa suma, de ahí que el centro realice descuentos de hasta el 30%. 

“Esperamos que se concrete el programa de la Red; aguardaremos el primer informe de la Seted. Uno de los temas importantes es tratar la reinserción, pues a nivel laboral los pacientes se encuentran con las puertas cerradas y, al contrario, ellos deben estar ocupados con alguna  actividad”.

Actualmente, en Cadum residen 15 pacientes, cuyo tratamiento dura 8 meses. Una de las políticas del lugar es recibir a personas de entre 18 y 65 años.

Andrés (nombre protegido) lleva 6 mes en el centro. Manifestó que llegó al tope de la situación cuando empezó a vender drogas para su autoconsumo.   

“Me asusté cuando mi papá, que es policía, me dijo que podía ir a la cárcel. Consumía todos los días, a todas horas, ya no podía más, entonces decidí ingresar al centro. En 2 meses me darían el alta, pienso acabar el colegio y luego estudiar psicología”.

Sobre temas de reincidencia Maldonado manifestó que 3 de cada 10 de sus pacientes vuelven a sus adicciones. (I)    

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