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El Telégrafo
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Ningún policía puede salir solo en San Lorenzo, Esmeraldas

Miembros de la Policía, del GIR y militares realizan a diario operativos en las carreteras de la zona norte de Esmeraldas, sobre todo en San Lorenzo. La seguridad es continua y la población coopera con las labores de las autoridades.
Miembros de la Policía, del GIR y militares realizan a diario operativos en las carreteras de la zona norte de Esmeraldas, sobre todo en San Lorenzo. La seguridad es continua y la población coopera con las labores de las autoridades.
Foto: Miguel Jiménez / El Telégrafo
26 de noviembre de 2018 - 00:00 - Redacción Política

Los controles en las carreteras y centros de diversión mejoraron la seguridad del cantón, afectado por la violencia desde inicios de año. Los uniformados cumplen estrictos protocolos para su protección.

Los 400 policías de San Lorenzo, en Esmeraldas, escuchan cada mañana una frase que les levanta el ánimo. Este domingo 25 de noviembre les explicaron que la innovación los distingue como líderes y ellos son líderes en la comunidad. Mientras tanto, uno recibirá dos días franco (libres) por haber detectado un cargamento de droga.  

Son las 07:00 y se forman en el patio del destacamento esperando las órdenes. Antes, revisan sus armas de dotación y chalecos antibalas para estar listos a patrullar. Su regla es no caer en la rutina y estar prevenidos.    

Aunque las cifras de seguridad mejoraron en San Lorenzo, los nombres del Frente Óliver Sinisterra y de Walter Arizala (a) “Guacho”, son una alerta. Por eso al levantarse, antes de llegar a la formación, revisan a sus armas de dotación y chalecos antibalas. Tampoco olvidan las normas de seguridad que deben practicarlas.

Desde noviembre de 2017, la violencia se situó en San Lorenzo. El primer ataque fue a una patrulla del Grupo Especial Móvil Antinarcóticos (GEMA); luego su cuartel fue atacado con un cochebomba; después se detonó otro explosivo en Borbón y un patrullero fue abaleado en Alto Tambo. Lo peor llegó con la muerte de cuatro militares en Mataje; el secuestro y asesinato de tres periodistas y de una pareja de novios.

Luego de los ataques, en los destacamentos policiales de Esmeraldas hubo un cambio. El primero fue dar la dirección de todas las unidades a oficiales superiores del Grupo de Intervención y Rescate (GIR). En San Lorenzo, hace dos meses está el coronel Renán Miller, que antes era el jefe de Sucumbíos.

También llevaron al cuartel de San Lorenzo a los miembros del Grupo de Operaciones Especiales (GOE), de GEMA y GIR. Ellos ya tienen su sede y junto con militares controlan las vías, los ríos y centros de diversión para frenar cualquier agresión, pero sobre todo para causar un impacto visual y prevenir cualquier acto de violencia.

Esos operativos han dado resultado: disminuyeron los asesinatos a ocho (incluidos los cuatro infantes de Marina) en este año; en 2017 hubo 12. Y la mayoría de ellos fue por delincuencia común.

A pesar de esta mejoría, el sargento Reno Torres (45 años) sabe que no puede estar confiado en San Lorenzo. Llegó desde Ibarra y no olvida las normas de prevención cuando patrulla las calles. La principal, es nunca estar solo y siempre llevar su arma de dotación con munición.

Patrullaje permanente en la zona urbana, especialmente en los centros educativos. Los uniformados conocen que todos los operativos deben hacerlos cerca de las cámaras del ECU-911 que son su ayuda.

También reciben clases de defensa personal y entrenamiento físico, para mejorar sus habilidades. El coronel Miller explica que se dispuso que nadie patrulle o salga a la ciudad solo, siempre deben estar con compañeros. Una medida, aunque parezca fuerte, necesaria para autoprotegerse.

Los agentes también pasaron las pruebas del detector de mentiras (polígrafo) que impulsó el Gobierno en mayo pasado. Además está previsto que solo permanezcan un año en esta zona de frontera, pero este tiempo se hará efectivo de acuerdo con las necesidades institucionales.

Luego de la formación, los uniformados desayunan café, jugo, un arroz con pollo o majado de verde. Oficiales y clases comen juntos en el mismo salón. La comida dura menos de 30 minutos y luego se forman en el patio para las órdenes del día.

Los operativos no se cumplen al azar. Equipos de Inteligencia y análisis de frecuencias de delitos marcan las zonas por donde irán los uniformados, cuenta el mayor Luis Escobar. Así se ha realizado un mapeo de las zonas y de los delitos más frecuentes. El sábado detuvieron a un hombre buscado por liderar una banda de asaltantes. Con su arresto piensan reducir la incidencia de este delito.

En las calles de San Lorenzo sus habitantes se acostumbraron a los controles. En marzo, había malestar cuando las patrullas pasaban por sus casas y cerraban sus negocios. Ahora, todos cumplen las normas sin contratiempos, estacionan sus vehículos sin problemas, entregan sus documentos y permiten el chequeo de sus autos. Hay más apertura para el comercio y más seguridad. (I)

El panorama
Tarea conjunta
La Fuerza de Tarea Conjunta ejecuta los controles en los poblados más conflictivos como Mataje y El Pan, ambos en la frontera con Colombia.

Normalidad
Los albergues cerraron y los habitantes de Mataje retornaron a sus hogares. Las clases y la atención médica se reactivaron.

Restricciones
El paso a Mataje está prohibido a personas que no residan en la parroquia. Los operativos siguen en las vías de acceso.

La otra cara
En El Pan las familias que vivían en esa zona aún no regresan. En el lugar también se cumplen operativos permanentes.

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