“El pastor tenía sometida a mi hija Juliana”
“La ausencia de mi hija no me deja continuar. No puedo seguir sin ella”, dijo entre lágrimas Elizabeth Rodríguez, madre de Juliana Campoverde.
Tuvieron que pasar siete años para que la mujer expresara ante la justicia el sentimiento de frustración al desconocer el paradero de la joven, quien hubiera cumplido 27 años en agosto próximo.
La joven tenía 19 años cuando desapareció el 7 de julio de 2012 en el sector la Biloxi (sur de Quito).
La última persona que mantuvo contacto con la chica fue Jonathan C., guía religioso de la Iglesia Oasis Esperanza, donde rindió culto durante nueve años.
El Tribunal de Garantías Penales inició ayer la audiencia de juzgamiento por presunto delito de secuestro extorsivo con resultado de muerte de Juliana.
La audiencia oral, pública y contradictoria, efectuada en el piso 11 del Complejo Judicial Norte, se instaló luego de un complicado repaso por el número de testigos.
Fueron llamadas cerca de 400 personas, entre peritos informáticos y policiales que participaron en las diligencias efectuadas en las exploraciones de la quebrada en el sector de la González Suárez, así como agentes de Medicina Legal, además de amigos y familiares de Juliana Campoverde y del guía religioso.
Hasta el auditorio llegaron 384 personas. La magistrada Sara Costales informó que para evacuar los testimonios, cada día, los testigos serán convocados en grupos de 25 personas aproximadamente.
Elizabeth fue la primera en dar su versión de los hechos en torno a la desaparición. En una hora, la mujer recordó la entrega que la joven tenía con el grupo religioso, pero sobre todo con el coro de la iglesia.
Indicó que era una joven cariñosa con su familia, con sus amigos y con una entrega especial hacia la música. De ahí su dedicación al grupo de coros.
La madre reconoció que si bien su hija estaba llena de valores había un gran problema en su entorno: “Jonathan C. tenía el control de mi hija. Ella no hacía nunca nada sin su permiso”, reiteró.
Otra situación que destacó fue que a la muchacha le restringieron las relaciones sentimentales, peor aún si los chicos no pertenecían al grupo de oración.
“Le prohibieron llevar a sus enamorados y luego la sacaron del coro. Eso la puso muy triste porque a mi hija le gustaba cantar”, recordó.
Similar inquietud increpó Absalón Campoverde, padre de la joven, quien fue el segundo testigo en llegar al estrado.
A su criterio, uno de los hechos en donde se evidenció que el guía católico tenía influencia sobre ella, fue cuando Juliana quiso viajar a Argentina. Su familia le instaló un negocio de productos naturales para que financiara sus estudios y tuviera una vida independiente.
No obstante, cuando faltaba poco para su salida, la joven contó a sus padres que suspendió sus planes para iniciar su carrera fuera del país, por recomendación del guía religioso.
El progenitor cuestionó ante los jueces la capacidad de sometimiento del pastor hacia su hija. Aseguró que Juliana tenía que reportarse ante Jonathan C., incluso cuando estaba con su familia.
“Siempre me decía que tenía que contarle dónde se encontraba, sino era sancionada”, reprochó.
Ese problema también lo enfrentó Julio Patricio Vasco, expareja de Juliana. El hombre, quien fue el cuarto en ser llamado por los jueces, recordó que hace 10 años mantuvo una relación con la muchacha.
Reconoció que la relación no funcionó debido a que el guía religioso se interponía entre ellos. Una ocasión, dijo, Juliana le contó que el pastor trató de persuadirla para que no tuviera enamorado. “Le manifestó que no era el momento de formar una pareja”, expresó.
Antes de culminar su versión, Elizabeth tomó fuerzas y dijo a los jueces que lo único que le interesa es localizar a su hija.
Pidió al Tribunal que se disponga que continúe la búsqueda, pero sobre todo que Jonathan C. le devuelva la honra de su hija. “Juliana nunca fue amante del pastor como él ha dicho”. (I)