Manabí litiga contra actos de violencia arraigados
La violencia intrafamiliar, agravada muchas veces por el excesivo consumo de alcohol, fue reconocida, en opinión de las fuentes consultadas por este Diario en varias localidades de Manabí, como una de las principales condiciones en las que se produce la agresión a personas.
Solo en la jurisdicción del cantón Montecristi, que aglomera 13 parroquias dedicadas a la agricultura, la ganadería y la industria del tejido, la Policía Comunitaria recibe un promedio de entre 5 y 6 denuncias diarias por violencia doméstica o interpersonal (entre vecinos).
Más que la delincuencia en esa región de Manabí, preocupa la violencia doméstica, en la que las mujeres continúan siendo las víctimas, indica Chistian Tapia, jefe de la Policía Rural de esa localidad, quien agrega que la costumbre de los campesinos de portar en sus cintos el tradicional machete tiende a empeorar la situación, especialmente cuando se registran altercados.
El oficial informa que en esa jurisdicción, cuya población asciende a alrededor de 70 mil habitantes, prestan sus servicios 16 miembros policiales, quienes trabajan en una Unidad de Policía Comunitaria (UPC) y se movilizan en dos camionetas y una moto, lo que les dificulta socorrer oportunamente las llamadas de auxilio en comunidades distantes como Manantiales, El Mangle, Los Bajos o San José, por lo que califica de acertada la incursión de 15 miembros de las Fuerzas Armadas en el patrullaje preventivo.
Esta acción se da, desde el pasado 26 de julio, con mayor énfasis en las carreteras, puesto que, según señala el oficial, los vehículos robados en Manta o Portoviejo suelen ser abandonados por los antisociales en los alrededores de Montecristi, situado en medio de esas dos ciudades.
Otro problema que ha agravado la inseguridad en Manabí es el tráfico de drogas, que genera a su alrededor acciones de violencia y un clima de zozobra para la población.
En las denominadas zonas rojas de Portoviejo, como “El Florón”, “Callejón Miguelillo”, “San Pablo” o “Fátima”, es común ver a menores de edad consumiendo sustancias estupefacientes y cometiendo atracos contra transeúntes.
Jorge Mendoza Macías, director provincial del Frente de Defensa para las Personas con Discapacidad, por su actividad diaria de repartir periódicos en la capital manabita, manifiesta que ha sido un recurrente testigo de esas escenas y considera que la principal causa para esa degradación social es el descuido por parte de los padres, al no fomentar la práctica de valores morales.
“Perro come huevo aunque le quemen el hocico”. Con ese dicho Mendoza, de unos 60 años de edad, trata de resumir el comportamiento de los delincuentes juveniles, a quienes resta posibilidades de rehabilitación si el núcleo familiar continúa resquebrajándose.
La gobernadora de Manabí, Susana Dueñas, confirma que el delito que más afecta a los portovejenses es justamente el asalto y robo a personas. Según la Policía, cada semana se reportan entre 10 y 15 denuncias por ese delito. También hay casos de robos en domicilios, llegando a reportarse entre 2 o 3 diarios.
Sin embargo, en las ciudades de Manta y Jaramijó el delito con mayor incidencia es el asesinato, con 44 casos registrados desde el 1 de enero hasta el 31 de julio de 2012, siendo el de mayor conmoción el del presidente de la Junta Cívica de Manta, Lenín Chiriboga, de 67 años.
Aunque son 11 muertes menos que las que se dieron durante el mismo período de 2011, la representante del Ejecutivo en esa provincia estima que el trabajo que viene desarrollando la Policía y las FF.AA. dará los resultados esperados.
La funcionaria expresa que el crimen de Chiriboga caló hondo en la sensibilidad de los manabitas, puesto que afectó a un niño y a una mujer inocentes. Sin embargo, señala que existe sensacionalismo de algunos medios de comunicación al informar una supuesta ola de muertes injustificadas, que podría tener otras connotaciones, esto es perjudicar el turismo en Manabí. “Los manabitas tenemos una virtud, que de las flaquezas sacamos fortalezas, esta es una oportunidad más para potenciar a nuestra provincia”, dice.
En Manta un taxista de 68 años de edad y con más de 25 en el oficio, y que prefiere conservar el anonimato, relata que el carácter del manabita, asociado con el campo, es temperamental, y la migración a las ciudades ha coadyuvado a esa percepción de violencia. Pero confía en que la presencia de los militares en las calles, como sucedió en la Junta Militar que gobernó el país entre 1963 y 1966, traerá el orden.
Apuestan por Botones de pánico y cámaras
Un helicóptero, 130 motocicletas y 130 radios fueron recientemente entregados a la Policía acantonada en Manta, informó Jaime Estrada, alcalde de ese puerto manabita.
El burgomaestre señaló que esa implementación permitirá desarrollar acciones conjuntas con el objetivo de mejorar la seguridad ciudadana.
Acotó que 20 mil botones de pánico serán instalados en las zonas consideradas como de riesgo, para disminuir el índice de delitos.
Explicó que las alarmas estarán conectados a las 6 Unidades de Policía Comunitaria y al centro de monitoreo en el Comando de Policía.
Las alarmas trabajarán en conjunto con las 84 cámaras de vigilancia “Ojo de Águila” que hay en esa ciudad.