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Internos confeccionan uniformes en cárceles

Internos confeccionan uniformes en cárceles
Karly Torres / ET
18 de septiembre de 2019 - 00:00 - Redacción Justicia

Ángel Palate aprendió costura dentro del Centro de Privación de Libertad Zonal 8, ubicado en la periferia de Guayaquil.

Hace cinco años, personal del Servicio Ecuatoriano de Capacitación Profesional (Secap) entró al centro para instruir a los internos, quienes  comparten los conocimientos con sus compañeros.

En un amplio galpón de paredes color celeste, en el pabellón de mínima seguridad, están instaladas aproximadamente 60 máquinas para trabajar.

Carlos Monserrate, líder laboral de ese centro penitenciario, precisó que los privados de libertad tienen como meta producir 150 camisetas (color naranja), 150 pantalonetas azules y 300 bóxeres.

Diariamente, debido a que se realiza capacitación y producción al mismo tiempo, se confeccionan de 10 a 15 uniformes, en una jornada que empieza a las 09:00 y concluye a las 17:00 con tiempo para almorzar.

Los uniformes serán comercializados en el Economato, una especie de tienda que existe en los centros carcelarios donde los internos compran según los depósitos que realicen sus familiares.

Son 15 internos los que ahora están trabajando en el taller, pero la idea es contar con 60 artesanos.

En las cárceles de Ecuador hay 10.342 personas involucradas en actividades laborales, según cifras del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Privadas de la Libertad y Adolescentes Infractores (SNAI).

Palate detalló que primero utilizan moldes de cartón con las tallas de las prendas y las dibujan sobre el retazo de tela que se convertirá en el producto final.

Luego la cortan y la llevan a las máquinas que dan las primeras puntadas y a la recubridora para el acabado. En el caso de las pantalonetas pasan por la elasticadora.

“Nunca imaginé que dentro de una cárcel podía aprender una actividad productiva. Es positivo porque además no pasamos encerrados en una celda y podemos conseguir beneficios”.

Utilidad para los trabajadores
Orlando Jácome, subdirector técnico del SNAI, indicó que la rehabilitación social abarca cuatro ejes de tratamiento: educativo, laboral, cultural y deportivo.

En este caso la visita se realizó al taller de costura, pero hay otros como panadería, metalmecánica, peluquería, artesanía, agricultura, etc.

“El centro proveyó de la materia prima para la confección de los uniformes. Lo recaudado les servirá a ellos para tener un ingreso y adquirir productos en el Economato. También para la manutención del taller”.

El funcionario explicó que el Código Orgánico Integral Penal (COIP) establece que toda actividad laboral que realice la persona privada de la libertad será remunerada conforme con la ley, salvo las labores que se relacionen con aseo y conservación del espacio físico personal.

La retribución del trabajo, según la normativa, se deduce por los aportes correspondientes a la seguridad social y se distribuye así: 10% para indemnizar los daños y perjuicios causados por la infracción conforme se dispone en la sentencia.

Además el 35% es para la prestación de alimentos y necesidades de familiares, 25% para adquirir objetos de consumo y uso personal y el último 30% para un fondo propio que se entregará a su salida.

“Todos los privados de la libertad tienen la oportunidad de acceder a los talleres, pero si cumplen con parámetros. Por ejemplo, el de progresividad que es avanzar de un pabellón de mayor a menor peligrosidad por buena conducta. Además de aprobar una evaluación psicológica”.

Agregó que las actividades los ayudan a acceder a los beneficios penitenciarios establecidos en la ley.

Jácome manifestó que si el interno incumple algún reglamento o se involucra en actos de indisciplina es separado de los talleres sin opción a una segunda oportunidad.

“En el taller de costura empezaron 24 privados de la libertad, pero lamentablemente seis fueron separados porque no desearon continuar, prefirieron estar en tiempo de ocio y no aprender nada; y otros por actos de indisciplina”, indicó.

Ricardo Borbor, de 47 años, expresó que “nosotros no vemos las limitaciones como un obstáculo para seguir adelante. Tenemos sueños grandes y quisiéramos confeccionar los uniformes para todos los centros del país”. (I)  

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