La historia juega un papel preponderante en las circunstancias del presente y en la proyección del futuro de todo pueblo o individuo, marcando con firmeza, rasgos intrínsecos de la personalidad individual y colectiva a nivel local, nacional y mundial.

Queridos lectores propongo a ustedes esta breve introducción al artículo de hoy que lleva como título la conocida frase que identifica a los alumnos y exalumnos del Colegio Vicente Rocafuerte, en mérito de acontecimientos y situaciones, que en el transcurso de esta última semana nos han llevado al análisis y la reflexión, sobre la importancia de nuestro pasado y el modo en que este influye en nuestro proceder.

Hace pocos días, luego del proceso de remodelación y mejoras, ejecutado en el marco de la declarada emergencia en que se encontraba uno de los centros educativos más representativos de la ciudad de Guayaquil y del Ecuador, el Presidente de la República, reinauguró el Colegio  Nacional Vicente Rocafuerte.

Este insigne colegio ha formado en sus aulas vicentinas a ilustres ciudadanos que han representado con hidalguía los destinos y derechos de los ecuatorianos desde distintas esferas del quehacer público y privado, entre los que se destacan trece expresidentes  constitucionales de la República.  

Entre los señalados dignatarios que han demostrado su espíritu de lucha ciudadana y gremial consta el Ab. Jaime Roldós Aguilera, expresidente de la República y expresidente del Colegio de Abogados del Guayas, quien al igual que este humilde servidor compartió y se formó en aulas vicentinas, donde pudimos forjar nuestro carácter y ese espíritu inquebrantable por la consecución de marcados ideales y objetivos en beneficio de nuestro pueblo.

Mi querido Colegio Vicente Rocafuerte ha sido remodelado en su integridad y al caminar por sus pasillos viene a mi memoria cuán importante han sido las enseñanzas aprendidas en esta institución y practicadas por sus estudiantes, en beneficio de nuestra ciudad y del país, entidad que al igual que el Colegio de Abogados del Guayas ha sido cuna de defensores del progreso y de la democracia, pero que lamentablemente del mismo modo que la última señalada fue abandonado y en ocasiones utilizado para la obtención de objetivos personales o de pequeños grupos que no representan la esencia de ninguna de estas emblemáticas instituciones.

Enhorabuena en que se haya priorizado el rescate de este colegio, no solo por su capacidad como centro de estudios, sino por el significado del valor histórico y esencia de nuestra nación, del mismo modo, quienes conformamos el Directorio del Colegio de Abogados del Guayas, nos encontramos en franca lucha por rescatar la esencia de nuestro gremio: el servicio social en la lucha por la justicia, el cumplimiento de la ley y la verdad.

Sin embargo, transitamos caminos llenos de obstáculos, obstáculos colocados muchas veces por aquellos que llevaron a la debacle a nuestro gremio de abogados. Sea por egoísmo o envidia pretenden con sus odios deslegitimar y desmotivar nuestro andar. No lo lograrán. Hoy, que hemos capacitado y seguimos fortaleciendo los conocimientos de nuestros profesionales, que hemos rescatado ese sentido de pertenencia, nuestra dignidad profesional y el buen nombre de esta institución, contando al fin con una sede ejecutiva propia y de gran envergadura, situada en el corazón de la ciudad que la vio nacer, a pesar de lo limitado de los recursos económicos, que se convierten en aquel gran reto por superar para culminar la readecuación de nuestra propiedad y su anhelado funcionamiento.

La jerarquía de ambas instituciones y su contribución al país prevalecerá al amparo de la historia como un hito y referente de partida que nos sirva de indicador de las constantes que cada institución marcó para sí misma y para beneficio del pueblo que representan, señalándonos, donde estamos y cómo llegamos hasta este punto, vislumbrando el camino recorrido y todo aquel que nos falte por recorrer para honrar nuestro compromiso. Finalmente lo lograremos siempre en unidad, siempre como equipo tras un mismo objetivo. Loor al Colegio Nacional Vicente Rocafuerte, no claudicaré en la lucha de nuestros ideales, pues, donde hay un VR.

¡Juntos somos invencibles! (O)