En cantones como Gualaceo, Santa Isabel, Cuenca y Girón, en la provincia del Azuay,  “todos” saben quiénes son los usureros, también llamados “chulqueros”, pero nadie se atreve a denunciarlos por temor a represalias.

Estas personas hacen un trabajo conjunto con los coyoteros, es decir, y también incurren en el delito de estafa. Ellos se convierten en parte “importante” para que los migrantes puedan viajar como ilegales a los Estados Unidos.

Estas personas son las que facilitan el dinero a cambio de hipotecas o letras de cambio en blanco.

Milton C. (nombre protegido) fue víctima de estos abusos. Para él, el usurero y el coyote “son siameses”.

“Si no hay coyote, no hay “chulquero”, o al revés”, indica este hombre que hoy lucha por recuperar el dinero que le fue arrebatado por prestamistas en Cuenca y lo han dejado casi en la quiebra.

Un coyotero en la provincia del Azuay le cobra a su víctima, para llevarlo a los EE.UU., un promedio de $ 14.000, aunque los precios varían, de acuerdo con la conveniencia de las personas que ofrecen estos viajes al exterior como ilegales.

“La mayoría no tiene dinero en efectivo y es ahí donde actúa el ‘chulquero’”, señala Milton.

El hombre agrega que esta persona asegura su préstamo y le pregunta al interesado: “¿a cambio de qué?”.

Los “chulqueros” extienden sus tentáculos
Para Milton C., el “chulquero” no trabaja solo; tiene su gente en todos lados y son clave para el negocio. Estos ciudadanos (enganche del usurero) van a reuniones sociales, campeonatos de fútbol, fiestas, en especial en las parroquias de Azuay y Cañar.

Están atentos a las conversaciones y apenas oyen que alguien quiere viajar a EE.UU. se unen al diálogo y comienzan a recomendar a quien les puede facilitar el dinero.

“Una vez que el interesado cierra el negocio con el ‘chulquero’, el enganchador recibe un pago de entre $ 300 y $ 500”, dice Milton, quien viajó en 2000 a Estados Unidos y pasó por el proceso.

“El usurero y el coyotero no tienen conciencia, peor sentimientos”. Indica que lo único que ellos desean es que “los viajeros se mueran o no encuentren trabajo”.

De esa forma, las letras de cambio o los terrenos pasan directamente a su poder.

Los “chulqueros”, según las personas estafadas, muchas veces no solo cobran el interés sobre el préstamo, sino que capitalizan la deuda cuando se atrasan en los pagos.

“Un ejemplo: si pido $ 10.000 debo pagar al mes $ 10.300 con intereses del 3%; pero si tuve atrasos, el próximo mes me cobran el interés sobre el último monto”, explica Mario, quien pide que la justicia sea más ágil para detener estos abusos.

Ángel Amboyana cuenta que pidió $ 30.000 hace siete años. “Ellos (usureros de Cuenca) me hicieron firmar una letra de cambio por $ 30.000 y solo por interés ya llevo pagando $ 22.500”, indica el perjudicado.

El hombre trabaja solo para pagar los intereses, caso contrario, le pueden llegar demandas “y quién sabe tenga que pagar mayores cantidades”, manifiesta.

Para Agustín Guillén, del Observatorio Ciudadano, las personas que solicitan el dinero son en su mayoría quienes desean viajar como ilegales a los Estados Unidos, pero también están las que sienten una necesidad urgente, como enfermedades.

Indica que el interés que se cobra en la provincia de Azuay es de un promedio del 3% y sube según el monto y persona que solicita, pero que en la Costa el interés se ha situado en el 10% mensual.

El abogado Gustavo Quito, defensor de al menos 30 casos de estafados por “chulco”, indica que en Azuay hay personas más conocidas que los propios bancos y que lamentablemente han cometido estos abusos porque la justicia no ha puesto una sanción ejemplarizadora.

“Saben cómo arreglárselas y en otros casos hasta amenazan de muerte”, añade Quito. (I)

Milton C. asegura que coyoteros y “chulqueros” trabajan en conjunto para estafar a personas incautas en Azuay.