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Ecuador, 23 de Enero de 2025
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El Telégrafo
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‘Carnicero’ pagó 2 de sus 900 años de condena

Jeffrey Lionel Dahmer asesinó por lo menos a 17 hombres jóvenes entre 1978 y 1991, con quienes practicó necrofilia (atracción sexual hacia los cadáveres) y canibalismo (alimentación con seres de su propia especie), como él mismo confesó. ¿Cuál fue su motivación? El mismo Jeffrey no lo pudo explicar.

Nació el 21 de mayo de 1960 en Wisconsin, Estados Unidos, en un hogar aparentemente problemático, aunque, según versiones, sus padres hacían lo posible para que no le falte nada material, pero lo afectivo parece que lo dejaron a un lado.

Jeffrey era un niño tímido y solitario, situación que amparó tras el divorcio de sus padres, pues se sintió abandonado. Para distraerse se interesó por la anatomía animal, en el sótano de su casa guardaba huesos de conejos, aves y otros animales, por los que siempre sintió el interés de ver cómo eran por dentro.

Debido a que su familia se mudó unas 6 veces hasta 1968 en Ohio, nunca se encariñó con un vecindario y la mayor parte de su infancia la pasó escondido en un bosque cazando insectos en frascos a los que conservaba en formol, así como a mamíferos a los que desmembraba y blanqueaba sus huesos con lejía.

Cuando su madre fue internada en un hospital, en el que pasó el resto de sus días por haber ingerido enormes cantidades de tranquilizantes y otras drogas, el pequeño se aisló más de la sociedad.

En su soledad empezó a beber y masturbarse usando revistas para homosexuales y las entrañas de los animales que cazaba. Cuando tenía 16 años, a más de consumir licor, se dedicó a beber un tónico para calmar sus momentos de angustia.

A los 17 inició su fuerte atracción por los hombres. A diario veía a un joven pasar delante de su casa y sintió muchos deseos de poseerlo, pero no se atrevía a conversar con él, por lo que un día tomó un bate de béisbol y lo esperó con la idea de atacarlo, algo que no logró porque el muchacho dejó de transitar por el lugar.

Por su constante estado de embriaguez su padre lo obligó a entrar al ejército con el fin de que cambie, pero eso no fue posible, porque cuando salió siguió con su vida bohemia, aunque bajó la dosis porque pasó una temporada en casa de su abuela y hasta fue a la iglesia por un tiempo.

Sin embargo, ese cambio de comportamiento duró poco, porque retomó la masturbación y hasta se inscribió en un sauna para ver a otros hombres, allí entabló muchas relaciones, además compró un maniquí que le servía de consuelo cuando le hacía falta compañía.

Algo muy raro es que Jeffrey no conseguía excitarse si su pareja o compañero estaba despierto, por ello al inicio solo coqueteaba, luego los drogaba y abusaba de ellos.

Por lo sucedido, sus amantes no quisieron saber nada de él, entonces decidió que en adelante los mataría para luego satisfacer todas sus fantasías.

Su primera víctima

Cumplió sus deseos a los 18 años. Iba en su carro por una autopista y un joven le pidió que le dé un aventón. De alguna manera lo convenció para drogarse en su casa, en un descuido lo atacó, luego desmembró y sació su apetito sexual, los restos finalmente los lanzó en un barranco.

En septiembre de 1986 es arrestado por exhibicionismo indecente, lo que desembocó en su primer análisis sicológico, en el cual se le diagnosticó una personalidad peligrosa; sin embargo las autoridades no sospecharon que estaban frente a un asesino en serie en formación, y lo liberaron.

Después de lo ocurrido sintió mucho remordimiento y pensó en no matar a nadie más, pero tuvo una loca idea, profanar tumbas para abusar de cadáveres, una noche lo intentó, no obstante nada pudo hacer porque el piso del cementerio estaba congelado debido a las bajas temperaturas.

Su segunda víctima fue un muchacho de raza negra al que le ofreció una bebida con somnífero de la que él también tomó. Cuando despertó ambos estaban ensangrentados, pero solo uno vivía, como Jeffrey no recordaba nada de lo que había pasado trasladó el cuerpo a casa de su abuela y lo descuartizó en el sótano, arrojó algunas partes y otras las conservó para repetir sus fantasías.

A partir de eso cumplió el mismo modus operandi, acechaba a sus víctimas, les coqueteaba y ofrecía dinero a cambio de sexo, se los llevaba a su apartamento, luego los drogaba, los estrangulaba y al terminar abusaba de los restos, consumía su carne y sangre, los mutilaba, conservaba algunas partes como recuerdos.

Experimento y captura

La locura rebasó los límites cuando el placer ya no fue suficiente y pensó en crear zombis que pudiera conservar sin que se deterioran. Su experimento consistió en perforar cráneos e inyectarles somníferos, pero no funcionó.

Todo eso terminó cuando un prisionero logró escapar del apartamento en el que Jeffrey conservaba restos humanos. El joven, pese a que estaba esposado, salió y alertó a la Policía diciendo que un hombre con un cuchillo lo había amenazado con arrancarle el corazón.

Jeffrey no hizo ningún esfuerzo por destruir las evidencias, entre las cuales había centenares de fotografías de sus víctimas vivas y muertas. El asesino consiguió un abogado que le dijo a la Policía que se dejó atrapar porque deseaba terminar con sus crímenes y ofreció confesar todo lo que había hecho, con la esperanza de no recibir una extensa condena.

El día del juicio

El juzgamiento inició el 27 de enero de 1992, para todos era evidente de que Jeffrey tenía trastornos mentales, algo que él quería disimular. Durante el juicio fue sincero y cooperó, sin embargo ni él mismo podía entender cómo había sido capaz de cometer crímenes de ese tipo.

“Señor juez, todo ha terminado. Me siento muy mal por lo que hice a esas pobres familias y comprendo su merecido odio. Asumo toda la culpa por lo que hice”, dijo al recibir su sentencia, que fue de 15 cadenas perpetuas, pero finalmente se estableció que pague como mínimo 900 años de privación de libertad.

Por su forma de operar fue apodado el ‘Carnicero’. Pagó poco tiempo su condena, porque en 1994 fue asesinado a golpes por otro recluso, mientras cumplían tareas de limpieza, en Columbia Correctional Institute.

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