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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Alimentos en crudo son la alternativa en Manabí

En el interior del centro penitenciario El Rodeo, en Portoviejo, en Manabí, se controla el ingreso de los alimentos que son llevados por los familiares.
En el interior del centro penitenciario El Rodeo, en Portoviejo, en Manabí, se controla el ingreso de los alimentos que son llevados por los familiares.
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Hacia la cárcel de Jipijapa, ubicada al sureste de Manabí, cada 15 días llegan personas que tienen a sus familiares presos. No lo hacen en visita común, pues arriban en la mayoría de casos con alimentos en crudo.

Fabiola, ama de casa, contó que para que su familiar no tenga problemas de salud al interior de ese reclusorio, él  tiene que prepararse su comida. “Le llevamos desde el arroz, las verduras, las papas y carne sin hueso”.

Dijo que entre varios familiares realizan cada semana una colecta para poder hacer las compras, caso contrario les resultaría más caro porque dicen  que se corre el riesgo de que su pariente preso enferme a causa de la mala alimentación.

El arroz, los granos y legumbres  los llevan ellos y los familiares de otros reclusos en saquillos. Son gente que arriba desde varios cantones de la provincia.

Sobre las carnes, tiene que ser sin un solo pedazo de hueso, pues dicen que con eso hay internos que se las ingenian para elaborar armas cortopunzantes.

“En principio, llevábamos los alimentos las mujeres, pero era todo un riesgo: nos revisaban hasta donde no se debe. Eso era denigrante, más aún cuando les contábamos a nuestros maridos  presos… Mejor no me quiero acordar”, reseñó muy indignada Fabiola.

Yesenia, una joven madre de familia, recuerda que en septiembre de 2017 se registró un incidente en la cárcel de Jipijapa. “Todos sabíamos que no era un motín, la causa: querían impedir el ingreso de alimentos en crudo. Entonces los internos, que son los  directamente perjudicados, protestaron”.

Dijo que trajeron numerosos policías, incluso sobrevolaba un helicóptero. “Pocos saben la clase de comida que reciben ahí. Muchos entran bien y cuando salen tienen problemas de diabetes”.

Dos veces al mes, los familiares de los privados de la libertad se agrupan en la puerta de ingreso con arroz en saquillos de 20 libras. Lo mismo es con el azúcar, granos y carnes.

Mientras tanto, en el centro penitenciario El Rodeo, al noreste de Portoviejo, hasta antes de mayo de 2017 algunos familiares solicitaban permisos para ingresar alimentos en crudo.

La comida allí, aseguran,  también es un desastre, como lo indicó María, quien tiene un pariente preso.

Ella no olvida cuando cierto día recibió una llamada de urgencia que le informaba que su familiar estaba muy enfermo porque algo que comió le causó daño en el estómago.

“Fue llevado a la enfermería, pero porque fui a visitarlo. Ardía en fiebre. Me contó que el agua que usaron en la preparación de alimentos no estaba en buen estado”. Añadió que muchas veces el desayuno consiste en un simple pan, café sin azúcar.

Familiares de los internos han solicitado a las autoridades que se les permita, al menos una vez por semana, se acepte la donación de frutas para que los internos tengan acceso a una alimentación balanceada. Sin embargo, aún están a la espera de la respuesta.

En El Rodeo, los parientes de los reos contaron también que depositan $ 50 en la cuenta de un banco para que los internos tengan acceso a los ‘antojitos’,  como snacks.

Mario F. salió semanas atrás de la cárcel de Bahía de Caráquez. “A los dos días de terminar mi condena fui directamente al hospital”.

Dijo que después de que le hicieron exámenes, le detectaron la glucosa y presión elevadas. “La abundancia de carbohidratos: arroz, granos y almidones, me había provocado diabetes”, narró Mario, quien no imaginó que esto le causaría graves problemas de salud. “Hoy me dicen los médicos que soy hipertenso a causa de la mala alimentación”.

En los desayunos, según Mario, solo les dan una taza de café con un pan. Para el almuerzo el menú es arroz con fréjol y un vaso de limonada. La merienda, una taza de agua aromática,  arroz y lentejas.

Pese a ello, indicó que algunos presos hacían problema hasta por una tasa con agua de color gris con un poco de azúcar. “Los que podían recibir ayuda de sus parientes cocinaban en el interior. Claro que había que pagar para poder ingresar alimentos en crudo”.

En el Centro de Detención Provisional en Portoviejo, antes la comida era decente, según Alejandra M., quien tenía allí a un familiar preso. Contó que la alimentación contenía proteínas, carbohidratos y hasta les daban fruta, pero había que pagar para que, incluso, puedan quedarse allí y no los trasladaran a otro centro. Para Alejandra, si hay dinero, los reos pueden comer y mantenerse estables. (I) 

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