Miguel cuenta que la sentencia que debe pagar por un delito que prefiere no recordar “va de largo”. No quiere perder tiempo y aunque recién la semana anterior se graduó de bachiller en Ciencias, está decidido a empezar a estudiar Administración de Empresas apenas sea posible. El hombre, quien tiene 35 años de edad, lleva un poco más de 15 años tras las rejas de diferentes cárceles y ahora está en el Centro de Rehabilitación Social (CRS) Regional de Guayas. El lunes pasado se reencontró con sus familiares, pero no en la típica sala de visita del penal sino en un salón adornado con colores blanco y azul, con flores dispersas y bocaditos de dulce y sal. Al sitio entró con otros 29 compañeros, formados de 2 en 2. Todos vestían un jean oscuro de pretina elástica, camisa mangas cortas de potente color naranja (del mismo tono que usan a diario) sobre la cual lucieron una capa azul marino. En sus manos llevaron una muceta del mismo color. Aunque la calificación de Miguel no fue una de las 3 mejores, su promedio fue sobresaliente: 9,68. “Esta es una oportunidad que nos dan para cambiar no solo por uno mismo y por la familia, sino por la sociedad. Hubo muchos obstáculos, pero sin dificultades no hay esfuerzo”, manifestó poco después de recibir su diploma. Ledy Zúñiga, ministra de Justicia, Derechos Humanos y Cultos, expresó que aproximadamente 7.000 personas privadas de la libertad (Ppl) cursan varios niveles de educación desde inicial, básico, bachillerato y universitario. “La meta de este año es eliminar el analfabetismo en los Centros de Rehabilitación Social”, sostuvo. De acuerdo con cifras del Ministerio de Justicia, Derechos Humanos y Cultos, hasta abril 149 personas accedieron al nivel de alfabetización, 2.448 a la educación básica, 427 al bachillerato y 184 a estudios superiores, lo que da un total de 3.208 personas. Los demás han estado ingresados desde años anteriores. “Esto era impensable hace mucho tiempo. No solo están estudiando privados de la libertad de mínima seguridad, sino también de los pabellones de mediana y máxima seguridad. Antes los detenidos solo iban a la universidad del delito”, hizo una analogía la funcionaria. Además destacó que alrededor de 10.000 internos están capacitados para trabajar. Zúñiga explicó que todos los niveles de educación formal (desde alfabetización hasta bachillerato) son gratuitos. La educación superior es gestionada por la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) y vincula a centros como Universidad de las Fuerzas Armadas, para el CRS de Cotopaxi; y Universidad Católica Santiago de Guayaquil, Instituto Tecnológico Superior Simón Bolívar y Universidad Politécnica Salesiana (UPS) para los CRS de Guayas. Pero además existe la modalidad autofinanciada en universidades particulares. En julio se tomará un nuevo Examen Nacional para la Educación Superior (ENES) en los tres Centros de Rehabilitación Social, Regionales de Guayas, Azuay y Cotopaxi. Se prevé la inscripción de unos 500 internos. {unitegallery ppl_24_05_16} Mario G. quiere participar en este concurso. Él fue el mejor de los 30 graduados con 9.85 de promedio. El joven quiere estudiar medicina o psicología. Le queda poco tiempo en la cárcel y eso lo motiva aún más, quiere ser médico o psicólogo y así darle un mejor ejemplo a su hija y a sus sobrinos. Martha Nieto no puede olvidar cómo sufrió cuando su hijo fue ingresado en la cárcel. De eso ya han pasado 9 años. Su hijo está rozando los 40 años y  también se graduó de bachiller. “Nunca es tarde, yo lo voy a apoyar para que siga estudiando”. Beneficios que obtienen Los internos que estudian, entre otros beneficios, pueden acceder a regímenes abiertos, semiabiertos, rebaja de penas, prelibertad, entre otros. Además pueden obtener becas y continuar sus estudios, así obtengan su libertad, en la universidad donde adquirieron un cupo. (I)