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El Telégrafo
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14 mujeres y 7 hombres aparecieron en el ‘Triángulo de la muerte’

El Psicópata con un arma eliminó a víctimas

 El Psicópata con un arma eliminó a víctimas
13 de noviembre de 2015 - 00:00 - Redacción Justicia

Cuando las guerrillas golpeaban Centroamérica, en Costa Rica apareció un asesino serial, que eliminó a 14 mujeres y 7 hombres con la misma arma de fuego entre 1986 y 1996. El criminal fue conocido como el ‘Psicópata’, a quien nunca se identificó realmente y mucho menos se lo aprehendió.

Durante 10 años, las víctimas aparecieron en la zona conocida como el ‘Triángulo de la muerte’, ubicado entre La Unión y la llamada Alajuelita, en San José. Este fue el primer caso documentado de un asesino en serie en la historia de Costa Rica.

De acuerdo con las investigaciones policiales, las víctimas del ‘Psicópata’ fueron mujeres solas o parejas heterosexuales, a las cuales usualmente atacaba en sitios poco transitados en la noche.

Un exguerrillero

Las indagaciones de los agentes del Organismo de Investigación Judicial (OID) de Costa Rica llevaron hasta la figura de un exguerrillero que luchó en el grupo rebelde Alianza Revolucionaria Democrática, dirigido por el comandante Edén Pastora. Se presume que nació en Managua, capital de Nicaragua, en 1948, y a los 12 años se enlistó en la Guardia de Somoza, lo que le dejó una gran experiencia militar.

La primera vez que llegó a Costa Rica fue en 1979. De 1983 a 1984 trabajó en la desaparecida Policía Metropolitana y curiosamente, los sitios donde patrullaba todas las noches, Curridabat, Patarrá y San Antonio de Desamparados, fueron los mismos donde, años más tarde, se cometieron los asesinatos.

Era un hombre solitario que no permitía que nadie visitara su casa. Nunca tuvo antecedentes de violencia doméstica y siempre fue una persona tranquila. Sin embargo, era un asiduo visitante de bares nocturnos y mantenía relaciones breves con varias mujeres, a las que odiaba y eran sus víctimas, según investigaciones policiales.

El sentimiento de rencor hacia el género femenino devenía del maltrato materno del que fue víctima durante su infancia. Su progenitor fue un militar de alto rango que echó a su madre cuando supo de su embarazo.

También, indagaron que el exguerrillero se unió a una mujer que posteriormente lo intentó envenenar por una relación que ella mantenía con otro hombre.

Otro patrón en estas investigaciones es que las balas con las que mató a sus 19 víctimas pertenecían a una subametralladora M-3, y eran las que usaban los rebeldes que combatieron contra el Gobierno de Nicaragua en la década del 80.

Viajaba para ocultar los crímenes

Cuando ocurrió el múltiple homicidio de las mujeres, en 1986, el sospechoso salió desde temprano de su vivienda, diciendo que iba a la frontera norte a visitar a su madre. Días después regresó con una fotografía que, al parecer, tomó de un periódico sobre la situación en la zona frontera para decir que estuvo allá, pero sus movimientos migratorios revelan que no salió del país durante los cuatro años posteriores al crimen en las cercanías de Alajuelita. En ese período, 9 personas fueron asesinadas en cinco ataques ocurridos entre 1986 y 1989.

Entre 1990 y enero de 1995 no se reportaron asesinatos atribuidos al ‘Psicópata’, pero en febrero, volvió a Costa Rica, procedente de Estados Unidos, y un mes después, se supo del asesinato de Marjorie Padilla Sequeira, con un disparo en la espalda.

El 19 de octubre de 1996 volvió de Nicaragua y el día 25 ocurrió el último ataque sindicado a este homicida, en el cual perecieron Ileana Álvarez Blandón y Mauricio Cordero. El hecho se cometió en la zona de Patarrá de Desamparados, en el sur de San José.

Según las indagaciones, Cordero y Álvarez se hallaban estacionados en el vehículo Nissan Sentra, propiedad del hombre. Repentinamente fueron sorprendidos por un extraño que los obligó a abandonar el carro y caminar 500 metros. Luego procedió a asesinar a ambos, con un balazo a cada uno. Un mes después volvió a salir del país.

Si bien nunca se atrapó a nadie por este u otros crímenes atribuidos al ‘Psicópata’, la Policía Judicial de Costa Rica identificó un modus operandi idéntico en el asesinato de estas víctimas y otras 19 personas, entre 1986 y 1996.

Retrato hablado

Hasta ahora, el único retrato que existe del ‘Psicópata’ es uno hablado elaborado por los relatos de una mujer que, cuando tenía 19 años, fue atacada por él cuando salía del salón de baile llamado Estrella Roja. La aludida era operaria industrial y una de las principales testigos de esta historia. Se elaboró un perfil del asesino, aunque no se detuvo a nadie relacionado con los diversos crímenes.

El 26 de noviembre de 1996, el Organismo de Investigación Judicial de Costa Rica emitió un comunicado de prensa, el primero desde el inicio de los asesinatos, en el cual trataba de esbozar quién era el ‘Psicópata’.

En dicho comunicado se ofrecía una línea telefónica y una dirección postal para dar pistas de carácter confidencial, sin embargo, esto no tuvo mayores frutos.

Médico contradijo a la OID

También se intentó cambiar el rumbo de la investigación, pues antes de esa fecha, se pensaba que el ‘Psicópata’ era un asesino de tipo moralista, pero luego se intentó orientar su perfil hacia el de un homicida lujurioso que mataba para consumar sus fantasías sexuales.

Este redireccionamiento en las investigaciones fue rebatido incluso por profesionales que habían estado involucrados en la investigación, como el médico Fernando Garzona Meseguer, quien sostenía que el ‘Psicópata’ no tenía fines sexuales en sus crímenes, y que si se daba contacto sexual con sus víctimas, este no era la motivación de sus asesinatos.

Posible muerte e impunidad

Se sospecha que, entre unas osamentas que fueron localizadas el 19 de junio de 1998, estuviesen los restos del ‘Psicópata’, pues el exguerrillero tenía un pin en su pierna derecha, el cual apareció entre los huesos y sus familiares reconocieron la ropa encontrada con los cadáveres.

De acuerdo con la legislación costarricense, los 19 crímenes atribuidos al ‘Psicópata’ ya han prescrito. Esto significa que aún si se encontrara al sospechoso ya no se le podría juzgar por ninguno de los asesinatos. (I)

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