Dos vivezas de Lionel Messi, a los 76 y 87 minutos, le dan la ventaja al Barcelona para el partido de vuelta contra el Real Madrid por las semifinales de la Liga de Campeones.

“Leo” resolvió en un partido volcánico, caótico, polémico, repleto de estrés, tensión y, sobre todo, mucho odio. Con el resultado el conjunto “azulgrana” se acerca a la final de Wembley el próximo 28 de mayo.

Una rigurosa expulsión de Pepe envolvió de nuevo un ambiente irrespirable, que solo Messi, con su talento, supo aprovechar.

Ni Real Madrid ni Barcelona optan este año al premio del Juego Limpio de la UEFA; eso, seguro. El cotejo fue accidentado y acabó con tres expulsados -Pinto, Pepe y Mouriho-. Dos de ellos -Pinto y Mourinho- sin estar en el césped.

El  Madrid nunca quiso el balón.  “Mou” lo tuvo claro desde el inicio. Fue por el 0-0. Sin complejos. El  Barça batió un nuevo récord de posesión de la pelota. En algunos momentos, con el 82 por ciento, cifra jamás vista en el Bernabéu.

El local, tranquilo, esperó su oportunidad. Su receta: una contra o sus famosas acciones a balón parado que tanto respeto infunden a los futbolistas de “Pep” Guardiola.

Puyol fue titular. Hoy le tocó en el lado izquierdo. Cumplió Mascherano de central al lado de Piqué. Cristiano apenas si entró en juego. Hubo un momento, incluso, en que se enfadó con aspavientos con sus compañeros porque nadie lo ayudaba a presionar. El entendió que se fajó en solitario.

Sin embargo, el Barça, a pesar del dominio, llegó poco al portal de Iker. Un eslalon de Villa a los 10 minutos, una buena acción de Xavi a los 25’. Y poco más, en la faceta ofensiva.

Hubo miedo, respeto y nada de fútbol. Una decepción de partido. Hasta la recta final del primer tiempo, el encuentro se convirtió en un volcán, en un barullo, en un caos, que acabó con escándalos continuos. Wolfgang Stark, el árbitro, al pitar el descanso, se encontró con una pelea callejera en la boca del túnel, que acabó con la expulsión del segundo arquero “azulgrana”, Pinto.

Todo llegó por un incidente con  Arbeloa que recogió todo el pozo negativo que dejó la final de Copa. Una obstrucción suya a Pedro comenzó a calentar el ambiente.

El Barcelona no perdona que Arbeloa zarandeara a  Villa en la final de Valencia. Había cuentas pendientes. Y se vieron en el campo.

Tras este “parte de guerra”, curiosamente, el  Madrid volvió a sentirse cómodo en el lío. Justo en el 45’ dispuso de la más clara. Özil, solo ante Valdés, no pudo sentenciar. Con el 0-0 y la irritación como argumento, acabó el primer asalto.

En el segundo tramo Mourinho dio su primera vuelta. Mandó a la ducha a Özil. Entró Adebayor. El portugués buscaba velocidad, en un envite donde Pepe volvió a ser el mediocentro avasallador. Su objetivo siempre fue Xavi. Con el trivote de “Mou” -Lass, Pepe, Xabi-, fue éste último -Xabi Alonso- el gran perjudicado en la elaboración.

Mejoró el  Madrid. Adebayor le puso pasión, apretó, presionó e intimidó  a Valdés. El clásico se manchó con la decisión del colegiado de expulsar a Pepe. Fue por una entrada a  Alves. Excesivo castigo, polémica determinación que pudo haber sido resuelta con amarilla.

Bronca en la grada, histerismo en ambos equipos y Mourinho también expulsado tras el incidente. Sin fútbol, el espectáculo estuvo en la atmósfera de una grada convertida en un infierno que animó  a su equipo.

El Real, con diez, no pudo aguantar y el partido se les fue de las manos. Guardiola refrescó la banda derecha con el ingreso de Afellay.

Por fin para el Barcelona el holandés se asomó a un día decisivo. Se llevó a Marcelo y puso un balón a Messi (76’) que no desaprovechó.

Ahí acabó el compromiso. “Leo”  en la recta final (87’) dejó su tarjeta de visita con un magistral gol de acción individual. Por lo acontecido el derbi seguirá en las salas de prensa durante toda la semana.