Las lluvias en la ciudad han cesado, pero las molestias que causan no. Isidro Murillo Vite se queja a diario de las aguas estancadas fuera de su vivienda, no solo porque  producen lodo e impiden el paso de los moradores, sino que generan otras incomodidades difíciles de soportar. “Aquí el problema principal es el mosquito.”, indica el hombre de 51 años. Murillo, su esposa y tres hijos viven en la Mz. 1.015 de la cooperativa Nueva Frontera, ubicada al norte de la ciudad. Su rostro se frunce en señal de molestia cada vez que observa la situación en su sector. “¡Mire estas pozas como están aquí!”, expresa sin disimular su disgusto. Asegura que la invasión de moscos aumenta a partir de las 17:00 hasta el amanecer, “El mosquito es abundante, no se puede ni dormir bien por eso. Siempre hay que tener mosquiteros en casa para evitar las molestias”, sostiene. Se queja también de la falta de atención por parte de las autoridades municipales y gubernamentales. “Aquí no hay ayuda, no hay mejora. En tiempo de campaña sí viene todo el mundo”, reclama. “Yo tengo diez años viviendo aquí y todos los inviernos es lo mismo. Desde que empezó el invierno estas pozas no se han secado y no se puede transitar”, dice. “Últimamente ha dejado de llover y por eso ha mejorado un poco la situación, pero de igual manera estamos en pésimo estado, incluso ya llega un punto en que el lodo está tan podrido que genera una pestilencia feroz”, asegura. Dos casas más adelante vive su vecina Ana Macías, de 50 años, quien también se queja de la situación de la zona y añade que no ha habido ningún tipo de ayuda. “Aquí no hay nada, aquí el que desee puede traer su volqueta y rellenar su sector de tierra. Nadie nos está reconstruyendo nada, aquí el que quiere consigue los rellenos por sí mismo”, señala. En la cooperativa Horizontes del Guerrero se encuentra ubicada la Escuela Particular Mixta Matutina No. 49, de ahí sale Roberto Magallanes, de 10 años, al receso junto a sus amigos.  “Las pozas nos afectan mucho cuando tenemos que salir, porque es bastante resbaloso y nos caemos, pasan los carros y nos chispean el agua, además hay bastantes mosquitos”, explica el niño mientras muestra varias ronchas en su brazo izquierdo. “Estos de aquí me dejaron algunas marcas, me picaron en la noche. Siempre me pican como a las 7 u 8. Por suerte no me he enfermado”, dice esbozando una sonrisa. En la misma cooperativa vive Ingrid Jácome, de 16 años. Habita en  una casa en el Bloque 2 de  Horizontes del Guerrero y asegura notar el mismo problema, principalmente desde febrero. “Hay mucho mosquito, hacen daño en la piel y nos enronchamos. Me molesta el mal olor, es demasiado fuerte”. Dice que su rutina le obliga a tener que transitar las calles dañadas y que eso le causa incovenientes. “No se puede circular normalmente en las calles, uno se mete en el lodo sin querer”. Jácome no tiene opción de quedarse en casa ya que siempre debe salir alrededor de las 12:00 a comprar comida para el almuerzo. “Ya  van 3 veces que me caigo por caminar aquí, me vivo resbalando”, añade. Rubén Reyes, de 32 años, tiene un negocio en el Bloque 1 de la cooperativa Nueva Prosperina, justo frente a la escuela “Mi Fortaleza de Jesús”. El critica la poca atención que le dedican a estos sectores en época de invierno. “Desde que comenzaron las lluvias está así. Necesitamos un trabajo en toda la esquina, tienen que excavar, poner tiras bases y encima poner relleno, lo que siempre hacen es tirar cascajo encima y cuando llueve con el peso de los carros la tierra se hunde y se hacen esos huecos”, explica. En este sector también abundan los mosquitos durante las tardes y eso es un problema para los habitantes. “Los mosquitos siempre están,  hay bastantes a partir de las seis de la tarde”, cuenta. Las aguas estancadas también afectan a Reyes en cuanto a ventas. Dice que su despensa “Mi Economía” se ha perjudicado. “Hay gente que se cae y se resbala por venir a la tienda, les da miedo cruzar; la verdad, la situación sí me ha afectado. Otro problema se avizora por cuanto dentro de poco empiezan las clases y va a ser peligroso para los niños que crucen a la escuela”, se lamenta.