Volcán Tungurahua sigue disminuyendo su actividad
Desde la publicación del informe a principios del mes de Junio, el Volcán Tungurahua manifiesta una significativa disminución en su actividad.
Al momento el número total de señales sísmicas diarias ha bajado desde alrededor de 20 a 50 eventos/día a menos de 10 eventos/día y el Indice de Actividad Sísmica muestra valores bajos con tendencia a disminuir aun más.
Igualmente la red instrumental DOAS para el registro del gas SO2 ha detectado bajas concentraciones del mismo, registrando valores considerados como normales característicos de desgasificación pasiva observados durante los períodos entre-erupciones. Al mismo tiempo en lo que respecta a las manifestaciones superficiales se observan pequeñas emisiones de vapor de agua y no se ha detectado la presencia de ceniza ni se han producido explosiones desde principios del presente mes.
La deformación de los flancos del volcán, registrada por los inclinómetros y GPS ubicados en las partes bajas del cono y más alejados del cráter, muestra ya una disminución sostenida en los valores detectados -conocido como deflación- evidenciando que el estado de presurización interna profunda ha cesado. Sin embargo, dos instrumentos -un inclinómetro y un GPS- ubicados en el lado Norte de la parte superior del cono continúan indicando un estado inflacionario local.
Aunque en la actualidad se estima que una parte del magma remanente no ha logrado salir a la superficie debido a una muy eficiente desgasificación ocurrida durante fines de Abril hasta mediados de Mayo del presente año, lo que le restó impulso, es poco probable que el volcán pueda expulsar dicho magma mediante una erupción violenta por la falta de gas.
Una nueva recarga de magma desde la profundidad con un contenido apreciable de gas juvenil podría volver a dar energía y, por tanto, impulso al sistema con lo que el magma remanente podría conseguir salir. En este escenario, muy probablemente, se detectarán señales premonitorias en la red instrumental con la que el Instituto Geofísico observa al volcán.
Por otro lado, no es posible descartar la ocurrencia de una erupción súbita, no precedida de señales premonitoras claras, tal como fue el caso de la explosión vulcaniana acaecida el 28 de mayo de 2010 luego de 5 meses de una baja actividad interna. Tal evento puede haber sido generado por una acumulación muy importante de gases bajo un conducto sellado antes que por la inyección de material magmático nuevo, pero dicha acumulación de gases no generó evidencias detectables como el actual patrón de deformación observado porque sus condiciones de emplazamiento eran diferentes.
En lo que respecta a las condiciones superficiales del volcán, aunque al momento no son evidentes nuevas columnas eruptivas cargadas de ceniza, la cantidad de la misma depositada en los flancos superiores durante la fase intensa del actual evento eruptivo ocurrida a fines de abril y principios de mayo fue muy grande por lo que subsiste la posibilidad que lluvias intensas en las partes altas del volcán disparen lahares secundarios que descenderían por las quebradas que permanentemente registran el tránsito de lahares. Es necesario por tanto mantener las debidas precauciones al respecto.
El monitoreo y observación permanente de la actividad del volcán que hace el Instituto Geofísico permitirán ajustar los escenarios más probables de la actividad futura del volcán.
Instituto Geofísico