¿Una cumbre de comunicación sin medios?
Se reúnen alrededor de nueve mil personas, la mayoría vinculadas a la comunicación y muchas de ellas a la política (asambleístas, alcaldes, prefectos, concejales, ministros, opositores, gobiernistas), pero también muchos expertos en la comunicación política con ponencias que iluminan el panorama de este campo. ¿Y la cobertura de los medios tradicionales? Ausente, apenas un diario le dio una nota baja y apenas informativa.
La II Cumbre Mundial de Comunicación Política no está en la agenda ni en las prioridades de la prensa ‘libre e independiente’. Ni siquiera la toman en cuenta por la cantidad de gente presente. Y si hacen algo será para En Corto, segmento de humor y de farándula. Quizá eso por lo menos informe al país que hubo un encuentro donde se cuestiona el rol de los medios, la tarea de los políticos, la forma de comunicarse y relacionarse con la sociedad y, a la vez, se proponen nuevos modelos y prácticas mediáticas para contribuir al desarrollo democrático de nuestros pueblos.
Este ‘fenómeno’ confirma la autoreferencialidad con la que actúan los medios tradicionales; si el evento hubiese sido convocado por la AER, AEDEP o Asociación de Canales, si se trataba del tercer lanzamiento de El Gran Hermano o una concentración convocada por Emilio Palacio o Carlos Vera, no nos cabe la menor duda de que tendría atención prioritaria, urgente y en gran proporción.
Y para que no haya duda alguna entre los panelistas hay una pluralidad de voces y posiciones que no debe generar sospecha de que se trata de un acto gobiernista. Esa pluralidad enriquece el debate y la atención del público.
¿Por qué las audiencias deben privarse de una noticia, de un acontecimiento y de una presencia de ideas y reflexiones? ¿Solo porque cuando a los medios se los critica, se los evalúa y analiza podría ser su ‘perdición’? ¿Un hecho de la realidad debe ser ocultado para no aparecer como los ‘malos de la película? ¿Con ‘borrar del mapa’ las audiencias seguirán a esos medios sin una actitud crítica con respecto a su programación? ¿O será preferible usar el manido recurso de publicar columnas en blanco para imaginar que su ‘originalidad’ desatará la mayor rebeldía y será la vitamina para enriquecer a la desvalida oposición política del Ecuador?