“Hormigas” es el apelativo que los habitantes de Tulcán han dado a quienes se dedican al contrabando de gas licuado de petróleo en Tulcán. Las “hormigas” aprovechan la noche y madrugada para pasar ilegalmente cilindros de gas y canecas de gasolina hacia Colombia.

Según los habitantes de la provincia fronteriza, los contrabandistas también utilizan  el puente internacional de Rumichaca, a más de los pasos vecinales identificados en la zona, entre ellos  las localidades de Tobar Donoso, el puente Carchi, Angasmayo, Cuatro Esquinas, Urbina, La Pintada, Frailejón, Cartagena, El Carmelo, Santa Bárbara, El Brinco, Chical y Maldonado. Pues hasta el momento los únicos pasos reconocidos internacionalmente son los puentes de Rumichaca y Tufiño.

Los pasos vecinales que separan a Colombia y Ecuador son pequeños tramos de tierra, puentes de tabla o chaquiñanes fáciles de cruzar a pie. En esos lugares constantemente se incautan caballos previamente amaestrados por sus dueños para pasar el contrabando sin necesidad de un guía, de modo que del lado colombiano un silbido dirige al animal hasta el sitio deseado.

En Tulcán, el sector conocido como “El Barrial” está identificado por las autoridades como el centro de  almacenamiento de combustibles. En los domicilios se guardan canecas de gasolina y bombonas de gas, por lo que al realizar operativos de control e incautación  los comerciantes amenazan, incluso, con prender fuego al barrio y cometen actos vandálicos. Eso convierte a la zona en una bomba de tiempo.

En la madrugada -comentan algunos pobladores- se soborna a personal de aduanas para que, por segundos, “miren para otro lado”, mientras los vehículos pasan la frontera con el combustible.

Por el parque central de Tulcán, escuchando un suave bolero, caminan dos hombres de pelo blanco, a pesar de la ligera llovizna. Ellos califican como “secreto a voces” la identidad de quienes se dedican al contrabando y -cuentan-   han hecho fortuna de ello, pero no se atreven a señalarlos por miedo y falta de pruebas.

Casi todos los productos agrícolas y de uso personal se van y vienen de Colombia. Quintales de arroz y papa son utilizados para camuflar las bombonas de gas y todo recipiente plástico sirve para transportar combustible.

Periodistas de la provincia estiman que un 20% de la población se dedica al contrabando. “Es un trabajo de familias enteras”, dice uno de los  hombres, mientras un lustrabotas saca brillo a sus zapatos negros de suela.

Francisco Polo, director de la Agencia de Regulación y Control de Hidrocarburos (ARCH), indicó que anualmente el perjuicio ocasionado por el contrabando a nivel nacional bordea los 90 millones de dólares, cifra que representa el 10% del subsidio que otorga el Estado a los combustibles (gas y gasolina). 

Adicionalmente informó que  José Franco, director de la Regional Norte de Hidrocarburos, fue removido por la falta de socialización del proyecto de distribución de gas a través de tarjetas inteligentes para   minimizar el contrabando.

Ello ocasionó, en días pasados, protestas en Tulcán. El viceprefecto de la provincia, Guillermo Herrera, dijo que los intentos por estabilizar la distribución de gas no han dado resultados y el contrabando persiste, pero niega que sean tres mil las personas dedicadas a ello.