El encuentro en el vaticano se realizará hasta el 25 de octubre y abordará 4 temas claves para el catolicismo
Obispos debaten sobre el futuro de la familia
Hace más de un siglo la Iglesia católica califica al divorcio como una plaga. Así lo aseguró el saliente arzobispo de Guayaquil, Antonio Arregui, quien junto a monseñor Luis Cabrera representarán a Ecuador en el Sínodo de la Familia en el Vaticano. Este encuentro será desde hoy hasta el 25 de octubre.
La semana pasada, la renuncia de Arregui al Arzobispado del puerto principal fue aceptada por el papa Francisco. Cuando el monseñor Luis Cabrera reemplace a Arregui, este último asumirá el cargo de administrador apostólico de la Arquidiócesis de Guayaquil.
El Sínodo es una de las reuniones más esperadas por la comunidad cátolica. Su lema este año es la vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo. En el evento participarán laicos como auditores y oyentes, entre ellos 17 matrimonios.
A lo largo de 3 semanas, los obispos centrarán su trabajo en 4 ejes claves. El primero será analizar por qué menos jóvenes quieren casarse, el segundo es buscar modos mejores para prepararse al matrimonio. Entre bromas, Francisco lamentó que se estudia más para un examen que para la vida matrimonial.
El tercero es la educación y relación con los hijos, tomando en cuenta el contexto tecnológico. Y el último abordará las llamadas ‘familias rotas’, quienes según el Papa piensan que no tienen un espacio en la Iglesia.
Precisamente un número importante de católicos divorciados estarán pendientes del Sínodo por este punto, pues en ocasiones se sienten excluidos de la Iglesia. Así lo destaca Iván Ramos, un laico practicante que se divorció hace años y volvió a contraer nupcias.
Esta es una preocupación y un reto para el papa Francisco, quien tiene la oportunidad de reformar a la Iglesia. Otras ramas religiosas sí aceptan sin problemas a los divorciados. Ramos pertenece a un grupo de laicos divorciados y que se casaron nuevamente, denominado Camino a Nazaret. Estas personas son activas en la Iglesia, pero no pueden comulgar, acceder a la penitencia o ser padrinos en algún sacramento.
El tema genera discusión, por eso el Papa se ha pronunciado sobre el tema y ha llamado a la reflexión. “No están excomulgadas, como algunos piensan, forman parte siempre de la Iglesia”.
Francisco abrió el debate al reconocer que las familias no son solo las que están conformadas por padre, madre e hijos; sino que existe diversidad.
La doctrina sostiene que quienes se divorcian contradicen el sacramento del matrimonio y, por tanto, quedan excomulgados; una situación crítica para los católicos. “Hemos crecido creyendo que la hostia es el alimento que nos da vida y la confesión es la vía para la reconciliación con Dios, ahora no podemos acceder a ellos. Nos están matando”, expresó Ramos.
Dentro del cuestionario enviado a las diócesis, con el objetivo de conocer la opinión de la comunidad, se toca el tema de los divorciados vueltos a casar. Ecuador, al igual que todos los países, envió sus respuestas.
Arregui criticó que “en nuestro medio, las leyes que lo regulan (el divorcio) han sido cada vez más permisivas”. Pero descartó que las personas en estas circunstancias estén excomulgadas de la Iglesia.
“La excomunión es una sanción penal que la Iglesia reserva para delitos especialmente graves, como la apostasía (rechazar la fe) y el aborto. Implica una ruptura total de los lazos de comunión”. Esa situación implica una ruptura total de los lazos de comunión.
“El divorcio civil, incluso el de quien es plenamente culpable del mismo, no es causa de excomunión, nunca lo ha sido. Por eso dice el Santo Padre que los divorciados no están excomulgados”.
No hay una situación clara al respecto, porque se mantienen conceptos como: “Cuando alguien se divorcia y se casa con otro u otra, dice el Evangelio que comete adulterio”.
Monseñor Cabrera resaltó que no hay ninguna discriminación para los divorciados. Igual que los demás pueden participar en las eucaristías.
Aunque sobre la comunión dijo que era un tema que debían aclarar en el Sínodo de hoy.
Para Cabrera, este tema va a depender del número de años de la separación. “Dos personas que se conocieron muy jóvenes y se casaron ilusionadas, enamoradas; pasa un año y se separan, después se divorcian y cada uno hace su camino. Luego vienen las segundas nupcias y de eso ya pasaron unos 30 a 40 años, ya hay toda una vida y han tenido hijos, nietos, bisnietos y esa situación ya no va a revertirse”.
Para el Obispo de Cuenca y recientemente designado Arzobispo de Guayaquil, uno de los peligros es que las parejas jóvenes se divorcien más de una vez, lo que iría en contra de lo que predica la Iglesia.
Además, el sacerdote resaltó que ”las personas que se han divorciado y no se han vuelto a casar no tienen ningún impedimento para comulgar”. Dijo que hay casos distintos.
Cabrera añadió: “Se pueden dar casos como el de una persona que abandonó a su esposa con toda una carga familiar, hizo todos los trámites, se divorció y ahora está en segundas nupcias tranquilamente y la pobre con los niños abandonados. El señor muy campante va a decir que Dios ya lo perdonó. Claro que sí, pero tiene que responsabilizarse y es ahí donde entra la justicia”.
Sobre este punto, Ramos dijo que proponen un acompañamiento y que los divorciados no deben tener conflictos con sus exesposas y tampoco abandonar a sus hijos. (I)