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El Telégrafo

“Nunca vimos al hospital como un objetivo militar”

“Nunca vimos al hospital como un objetivo militar”
27 de julio de 2011 - 00:00

¿Los documentos y los testimonios hablan mucho más que las justificaciones supuestamente jurídicas sobre quién ordenó el rescate del presidente Rafael Correa el 30 de septiembre y no necesariamente un ataque a un hospital policial?

En  declaraciones  a Radio Democracia, el 5 de noviembre de 2010, el general Ernesto González, jefe del Comando Conjunto de las FF.AA., afirmó: “Nosotros no hemos mandado a atacar al hospital. Nosotros mandamos a rescatar al señor Presidente”.  Y añadió que se dispuso el uso “progresivo” de la fuerza y que  en su   mayoría el personal militar fue con material antimotines, escudos, gases lacrimógenos, chalecos, cascos y toletes. “Nosotros no mandamos a capturar a la Policía ni a atacar. No concebimos al hospital como un objetivo militar”.

El informe firmado por el general de Brigada Jorge Peña sobre el rescate, que consta en  la investigación  sobre los hechos y que ahora es  destacado por otros medios de comunicación, también indica que a las 19:30, luego de una larga reunión de   los mandos militares y en vista de “que existía un riesgo inminente para la integridad del Presidente, se dispone la inmediata ejecución de la operación” de rescate.

“Que el ingreso del personal debía realizarse con rapidez para obtener la sorpresa y aplicando la disuación y el principio de masa. Que el personal debía ir armado con armamento no letal y emplear el uso progresivo de la fuerza” y que “únicamente parte del personal debía llevar armamento letal en caso de ser necesario su empleo de acuerdo a la situación en el área de rescate”.

González dijo que desgraciadamente como es conocido, filmado y reportado, “se recibió al personal con un gran volumen de fuego real, de armamento letal”; que “las maniobras de disuasión no funcionaron. Prueba de ello es que la mayor cantidad de heridos y fallecidos es de las FF.AA.”: el policía Edwin Calderón murió en un confuso incidente, en el Mercado Central, cuando se trasladaba a personal militar en una ambulancia y fueron emboscados y disparados; el otro policía, Froilán Jiménez, era un escolta en la salida del Presidente. “Imagínese si esos 800 soldados tiraban a matar. Allí está el honor y valor de esta gente militar”, exclamó González.

Según estos elementos informativos, recogidos también en el libro Insubordinación o golpe, del historiador Juan Paz y Miño, esa operación no se puede confundir con una de asalto o agresión a un hospital con pacientes y retenidos.

Ese libro además señala que  una crónica del diario El Comercio describe así el rescate al presidente Rafael Correa Delgado:

“A las 20:00, tras dialogar telefónicamente con el ministro de Defensa, Javier Ponce, y con el mismo Presidente, González (jefe del Comando Conjunto de las FF.AA.) ordenó la incursión. 700 soldados rodearon el sanatorio. 50 miembros del GEO del Ejército ingresaron al centro médico y llegaron al tercer piso. Allí, miembros del GOE y del GIR permanecían con el Mandatario. También había uniformados en el primer y segundo pisos.

Con la presencia de los militares, los miembros del GOE y del GIR lograron sacar al Jefe de Estado y colocarlo en el Nissan Patrol plata que lo esperaba en el aparcamiento de Emergencias. Los policías decidieron escoltar al auto; pensaban que sus compañeros sublevados no   dispararían. Sin embargo, en el fuego cruzado cayó Froilán Jiménez, del GIR... En ese grupo de élite, el cabo Wilson Solano recibió cuatro impactos en sus piernas, dos de ellos de fusil y dos de perdigones. En cambio, Luis Acosta recibió un disparo en su mano izquierda”.

El autor del libro además reseña cómo “Los militares y miembros de los cuerpos especializados entraron al hospital, en medio de los gritos, la confusión, el temor y el pánico. Planificaron la salida, que debía atravesar el corredor; pero ese intento resultó fallido ante la nutrida balacera, por lo cual solo se logró llevar al Presidente hasta otra área del hospital. El Mandatario tenía puesto un chaleco antibalas, casco protector y máscara antigás”.

De hecho, el mismo diario El Comercio registra que en el momento del rescate, los miembros del GOE, con uniformes negros, chalecos antibalas, cascos, máscaras protectoras y armas, se pusieron a la cabeza pues consideraron que a los militares les dispararían. Por ello, al salir del hospital e iniciarse los disparos contra el grupo, gritaron “¡Somos policías!”, pero tuvieron que responder al fuego con el cual se pretendió impedir el escape.

Ahora bien, del testimonio del general González se deduce que luego de que  el Presidente dictara el Decreto Ejecutivo 488 (a las 13:20) por el cual se declara el estado de excepción en   el territorio nacional, el jefe del Comando Conjunto de las FF.AA. convocó a reunión en el Centro de Operaciones Conjuntas, en el Cuarto de Guerra del Ministerio de Defensa, para analizar y hacer un estudio de la situación, junto con los tres comandantes de las Fuerzas Terrestre, Naval y Aérea y los directores del Comando Conjunto. Desde allí se tomó contacto con todos los comandantes de Tarea en el territorio nacional.

González añadió que con el estado de excepción se ordenó que la Fuerza de Tarea Conjunta Nº 4, acantonada en  Quito, planifique y prepare una operación para rescatar al Presidente de la República y trasladarlo al Palacio de Gobierno.

Según González, la Inteligencia Militar definió como compleja la operación de rescate porque se conoció de “la presencia de policías sobre el hospital, sobre la morgue, la presencia de francotiradores, con fusiles de asalto  M-16 que dispone el GOE y el GIR...”. Es decir la situación era sumamente compleja y dramática, a la vez.

Y con todo esto habría que revisar lo que dicen los artículos 21, 22, 23 y 24 del Convenio de Ginebra sobre situaciones de guerra y conflicto armado alrededor y en edificios y hospitales. Además de contar con el testimonio de los policías que colaboraron con la salida del presidente Correa y que no formaron parte de la sublevación y menos del intento de magnicidio en la noche.

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