Manolo Sarmiento: “Las subvenciones no son suficientes”
La vida real es más cruda que la ficción. Y bajo esa premisa el público ha dado vida a uno de los más importantes festivales de cine del país. El encuentro que se llevará a cabo a mediados de mayo, sigue su camino.
Se cumplen diez años del festival de cine documental. ¿Cómo ha visto su evolución?
Hay un desarrollo del cine documental local y nosotros hemos sido parte de ello. Hay cada vez más películas ecuatorianas documentales y ahora cada vez hay más jóvenes que prefieren hacer más este género. Antes se planteaba hacer un guión para un corto, era lo que estaba de moda. Hoy en día, luego de descubrir el lenguaje audiovisual, ya se plantean contar una historia personal, social o política con el documental. Hace nueve años presentábamos todos los documentales que se hacían, pero después de 5 años tuvimos que hacer selección, claro, a riesgo de equivocarnos, pero eso es muy chévere. Hemos recibido cincuenta trabajos y hemos escogido diez.
Los espacios para difundir este cine son reducidos. ¿Cómo ha mejorado esto en la organización del festival?
Bueno, hace diez años coincidió con la inauguración del cine 8 y Medio, y ahora se ha abierto otras salas más incluyendo las del Incine (Instituto de Cine). Antes teníamos 3 mil 500 espectadores y el año pasado registramos 10 mil. El equipo se ha ido profesionalizando de a poco, y se ha incorporado gente nueva. Antiguos espectadores son ahora parte del festival y podemos pagarles honorarios para que vean películas y las seleccionen. Pero seguimos luchando por el tema presupuestario.
¿Por qué resulta tan costoso organizar un evento como Edoc?
La verdad no lo sé. Es caro traer a los realizadores, movilizar las copias que se exhiben en formatos profesionales, nos toca devolver las cintas en courier y es muy caro. Se gasta mucho en publicaciones y tener un equipo que trabaje medio tiempo. También en adecuar las salas ya que no todas están bien equipadas y hay que suplirlas. Ninguna gran sala en Quito está bien equipada. Este año proyectaremos en HD, y en nuestro mercado nos toca alquilar y poner pantallas adecuadas. Pero esto se debe a que el éxito está en la calidad de exhibición de las películas.
El número de espectadores ha aumentado, pero las salas comerciales no se han interesado. ¿Ha habido algún acercamiento?
No nos han propuesto ni nosotros lo hemos hecho. Preferiríamos que las salas públicas o las salas de la universidad estatal estuvieran equipadas, sería más barato y tuviéramos más público. Hacerlo masivo requiere contar con salas equipadas. Esa es una inversión pública que falta y que ayudaría a estos esfuerzos privados. Pero vamos en ese camino.
¿Cómo solventarán la situación del Maac en Guayaquil ya que su administración cambiará?
Es casi seguro que nos vamos a la Casa de la Cultura, porque nosotros nos fiábamos de 8 y Medio en el Maac, pero ahora tenemos un vacío ya que no sabemos si los nuevos administradores tendrán la misma capacidad organizativa. Además hay una disposición de no cobrar entrada, que me parece loable pero no es realista. Las subvenciones no son suficientes y los festivales deben encontrar una fuente de ingreso paralela. El año pasado obtuvimos 10 mil dólares, que es el 15 por ciento del presupuesto.
Creo que hay que buscar otras estrategias para que siga el festival.
La Directora de programación de Edoc comentaba que a los autores nacionales les falta desarrollar una mirada más autoral, más artística en sus propuestas. ¿Ha observado en estas películas una mejora en ese sentido?
Sí, ese es el mayor reto, en que los autores asuman una voz propia. Todavía estamos muy apegados al tema de la película y no al discurso de la película como obra artística. Pero hay avances. Este año María Fernanda Restrepo, con Mi corazón en Yambo, es una voz personal, usa el lenguaje documental para hablar de sí misma y explorar sus preocupaciones. Eso buscamos en una película, más que un tema.
¿Esta película será el estreno?
No vamos a abrir con ella, pero será un estreno nacional muy importante.
Usted se encontraba realizando la película sobre la muerte de Jaime Roldós. ¿Formará parte en el festival esta cinta?
No fue posible porque estoy en proceso de terminar la edición y no alcancé a editarla en mayo. La estrenaremos más tarde.
¿Esta cinta abrirá una herida que no se cerró del todo?
Bueno, es en gran parte homenaje, como las películas que se hacen sobre un personaje histórico. Es necesaria y le viene bien al país examinar su pasado. Es un examen desde las ilusiones de una generación que fue la nuestra, y que vio a nuestros padres llorar por la muerte de Jaime Roldós y más tarde llorar por el proceso frustrado de regresar a la democracia. Todo eso, como duelo, tiene que ser procesado. No me gusta decir que la historia comenzó con Correa o con la caída de Lucio Gutiérrez.
Tengo la hipótesis que empezó con esa muerte. No tenemos una película sobre la dictadura, lo nuestro fue un fascismo ‘ligth’ y no se procesó a los responsables por sus delitos.
La muerte de Roldós y así como la represión de Febres Cordero necesitan una rendición de cuentas.