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Ecuador, 24 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo

Los “spaks” cambian el rumbo inmobiliario en la capital azuaya

Motivados por los beneficios económicos y en busca de un lugar más tranquilo en donde pasar su retiro, después de muchos años de trabajo, cientos de extranjeros, especialmente norteamericanos, han encontrado en Cuenca su nuevo hogar y han ocasionado un repunte del mercado inmobiliario, que se ha visto obligado a cambiar para cumplir con las expectativas de los denominados “spaks” o expatriados,  como se lo conoce.

Bienes raíces CuencaCentral.com es uno de estos casos. Esta firma inmobiliaria fue  creada hace tres años por los norteamericanos Perry Challender y Michael Edwards. Ellos se consideran como los puntos  de enlace para los extranjeros que desean comprar o arrendar una vivienda en la ciudad.

Juan Carlos Granda, administrador de la compañía, explica que en  los últimos años el repunte de extranjeros que optan por Cuenca como su nuevo hogar es “alto” y responde principalmente a los beneficios que encuentran en la ciudad.

Un extranjero jubilado recibe una pensión promedio de 2.000 dólares, 4.000 si son pareja. Este monto es más que suficiente para vivir cómodamente en Cuenca. Este “boom” de clientes foráneos creció más luego de  que, en 2009, la revista International Living escogió a Cuenca como destino número uno para pensionados. De la misma forma, la revista Lonely Planet ubica a nivel mundial a Cuenca como una de las diez ciudades más aventajadas, no solo para la visita temporal, sino para una residencia permanente y preferida para los adultos mayores.

Crecimiento

El inicio del éxodo de jubilados extranjeros hacia la ciudad fue en 2007,  pero no fue hasta 2010 cuando las  inmobiliarias vuelcan sus ojos hacia este sector y empiezan a crear páginas web, locales propios y varias  opciones para este nuevo mercado.

Si bien las inmobiliarias están asociadas, aquellas que se dedican a trabajar con extranjeros aún son pocas, seis en total en la ciudad, por lo que no están agrupadas.  La mayoría de interesados llega por recomendaciones o por referencias. “Por ello es muy importante el servicio que se brinda. Si es atendido correctamente, es un hecho que tendremos más clientes”, comenta Granda.

En lo referente a la presencia de inmobiliarias extranjeras, Granda reiteró que la propia actividad limita mucho su presencia en la ciudad.

“Para vender bienes raíces, debes conocer el mercado en el que se venden las casas o condominios, y si no eres de afuera es muy complicado, por ello los extranjeros optan más por una empresa local”,  acota.

Alternativas

El rango de inversión de los extranjeros en una vivienda oscila entre los 70.000 y 200.000 dólares,  dependiendo  de sus necesidades.  Existen “spaks” que prefieren vivir en el área urbana y adquieren un departamento cuyo precio varía según  su ubicación.

Uno de los lugares favoritos por los extranjeros es el edificio Palermo, situado en la avenida Ordóñez Lasso. Esta edificación -de 16 pisos- posee más de un centenar de departamentos de los cuales el 70 por ciento está ocupado por residentes extranjeros.

Hal Smith y su esposa, Carol Smith, ambos de Springfield, Missouri, en Estados Unidos, optaron por  residir en Cuenca  al considerar que sus ingresos de pensión les permite vivir de manera cómoda.

Otro de los motivos, aseguran, es alejarse del  ruido de las  grandes metrópolis norteamericanas y buscan lugares más tranquilos y amplios en parroquias rurales como Tarqui, Paccha e, incluso, en los cantones de la provincia, como Gualaceo y Paute, que poseen un clima similar a Cuenca. En caso de querer una temperatura más templada se pueden adquirir  quintas o casas de campo en Yunguilla, en  Santa Isabel.

Según Granda,  un 40 por ciento de  los extranjeros prefiere un departamento, cuya extensión promedio es de 80 metros cuadrados.

Estos requerimientos han obligado al sector de la construcción a buscar asesoramiento en las inmobiliarias. Los extranjeros gustan de cuartos más amplios, de un mayor número de baños, de áreas verdes en las casas, lo que genera variaciones en las estructuras de los inmuebles, con el fin de que sean más atractivos para este nuevo mercado.

Economía

Pero la presencia de los “spaks” genera diversos cambios en la economía cuencana. El sector inmobiliario ha registrado un incremento en el precio de las viviendas.  Fernando Villena  vendió su casa ubicada en Narancay a un norteamericano por 100.000 dólares.

“Consulté varias inmobiliarias y me cotizaron en 70.000 dólares mi vivienda. Un amigo me recomendó que busque a extranjeros que deseen comprarla, me contacté con uno y llegamos a un acuerdo”, manifiesta el ciudadano “morlaco”.

Para los representantes del sector inmobiliario, estos casos no son muy frecuentes, pero están conscientes de que sí existe un alza en el precio de las viviendas, especialmente si un extranjero es el interesado en comprarlas.

Según datos de la Jefatura Provincial de Migración del Azuay, a través del Departamento de Censos y Movimiento Migratorio, en el primer semestre del año ingresaron cerca de 700 extranjeros. De estos se estima que un 25 por ciento corresponde a la tercera edad, quienes han decidido culminar su última etapa de vida en la ciudad de Cuenca, luego de acogerse al derecho jubilar de sus países.

En total se estima que hay alrededor de 4.000 extranjeros que optaron por vivir en Cuenca, de los cuales un 85 por ciento es de Norteamérica.

Tranquilidad

Jim Bullinger, de 56 años, de Watertown, Tennessee, de Estados Unidos,  vive en la parroquia Tarqui, a 20 minutos del centro de Cuenca, desde hace cinco semanas con su esposa Kristine Bullinger, de 62 años. Ellos estudiaron por tres años el Ecuador para escoger el lugar correcto en donde rehacer sus vidas y poder descansar de la vida estadounidense.

En las cinco semanas que están en el país han gastado unos 20.000 dólares entre comprar un carro, comida y la decoración de su nueva casa.

Escogieron vivir en Cuenca por el clima, el silencio, por la cercanía a lugares aledaños y por la amabilidad de su gente. Atraídos por el clima, uno de sus planes futuros es crear un pequeño huerto y visitar Galápagos.
Bullinger fue contratista por 35 años en su país, mientras que su esposa trabajó  en la empresa Campbell Hansfeld por 16 años.

Llevan casados 20 años, no tienen hijos y planean radicarse en el país. Actualmente están tramitando la nacionalidad ecuatoriana para reducir impuestos.

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