Los “milagros” de la medicina están a la mano de los pacientes
Con dificultad para realizar las cosas diarias en su hogar y en su trabajo, María Elena Quiroz, de 41 años, tuvo que encontrar modos para atender a sus pequeños hijos de 8 y 6 años. La luz que cada mañana observaba al levantarse, los rostros de su familia y todo a su alrededor se iba apagando con el paso de los días. El temor a quemarse en la cocina o resbalarse en las gradas fue mermando su actividad diaria.
A los 20 años, a María Elena le detectaron queratocono en los dos ojos. Hace tres años fue trasladada desde la casa de salud Enrique Garcés hacia el Hospital de Especialidades Eugenio Espejo y desde ese momento ingresó a la lista de espera para un trasplante.
Queratocono significa córnea en forma de cono. Es una enfermedad que, a medida que progresa, deteriora la visión significativamente. La agudeza visual disminuye y la visión nocturna suele ser casi nula, en ocasiones quienes padecen esta enfermedad desarrollan hipersensibilidad a la luz, fatiga ocular y, por consiguiente, dolor.
La distorsión y el aspecto borroso en las imágenes son los primeros síntomas al final de la primera década y a principios de la segunda, ya que la enfermedad avanza lentamente durante 10 o 20 años, tras los cuales se detendrá... cuando la persona ha perdido casi por completo la visión. Le evolución de este padecimiento en cada ojo puede ser diferente. En las primeras etapas los pacientes deben utilizar lentes para ayudar a mejorar su visión; sin embargo, con el tiempo, esto no es suficiente.
Eso fue lo que pasó con María Elena, enfermera de profesión, quien comenzó a utilizar lentes cuyo aumento fue avanzando hasta que la oscuridad la envolvió por completo. En su casa, las actividades como cocinar, limpiar, e incluso salir sola a la tienda, se volvieron prácticamente una odisea.
Hace siete meses, después de una cirugía de dos horas, María Elena recobró la esperanza y sus ojos se abrieron con una nueva córnea. Ella es una de las beneficiadas que recibió un trasplante para su ojo derecho.
Su nivel de visión se encuentra en un 4%. Para ella, esto es un milagro, ya que, antes de la operación, el porcentaje era de 0%. La córnea fue proporcionada por el Banco de Tejidos y Células (Bantec), inaugurado hace una semana en Quito.
Diana Almeida Ubidia, directora ejecutiva del Organismo de Trasplante de Órganos y Tejidos, (Ontot), explica que en el Ecuador hay demanda de todos los tejidos y órganos -como el riñón- pero sobre todo de hígado y corazón. El licenciado Alberto Muñoz, técnico supervisor de Bantec, quien realizó su capacitación en Bogotá, se encarga de la conservación y preservación de los tejidos.
El proceso comienza con el aviso de un posible donante por diversas causas de muerte, luego se conversa con la familia para obtener los tejidos. Después, con la denominada caja de rescate, que contiene pinzas, gasas y soluciones estériles, se obtiene el tejido, que luego pasa a la cámara de flujo laminal, la cual brinda un ambiente estéril para que no se contamine. En casos de piel, se utiliza el instrumento llamado dermátomo, con el que se obtienen láminas de piel del grosor de una hoja.
Las partes del cuerpo de donde se obtienen son la espalda y los muslos, que por sus características proporcionan mayor beneficio al momento de su utilización en quemaduras. Cuando se colocan apósitos de piel sobre las quemaduras, se evitan infecciones que en la mayoría de casos son causa de muerte, debido a la exposición al medio ambiente.
La aceptación de los familiares para la donación de órganos y tejidos está envuelta en frecuentes conflictos de índole religioso. Hay casos como el de una mujer que, ante el fallecimiento de un familiar, expresó, espontáneamente: “Tomen lo que necesiten, pero no los ojitos, pues luego con qué mirará a Dios”. Mitos o creencias como estas deben ser superadas, señala la Dra Almeida, pues este tipo de reacciones pasan a menudo.
En otras ocasiones, los familiares solo permiten la obtención de un tejido y órgano del cuerpo de la persona fallecida. En el Ecuador existen 17.500 individuos registrados como donantes voluntarios. En la ley Orgánica de Donación y Trasplante, que entrará en vigencia el 4 de marzo de 2012, se señala que todas las personas se convierten en donantes por ley, a menos que en vida expresen su voluntad contraria. “Ser donante es un privilegio, pues no todas las personas mueren en condiciones apropiadas para apoyar con su deceso a los demás”, manifiesta la directora del Ontot.
Después de haber obtenido piel, hueso o membrana, Maritza Reinoso, quien recibió capacitación en Argentina y trabaja desde hace 24 años en el área de microbiología, es la encargada de determinar la carga microbiana en los tejidos. Esto quiere decir, analizar si el tejido procesado tiene bacterias. Si es así, se procede a la irradiación con rayos gama, para eliminar cualquier bacteria de todo el tejido, garantizando su esterilización.
El Bantec es administrado por la ingeniera Patricia Álvarez, quien, además de ser técnica en procuración de córneas, realiza la obtención de globos oculares, que son almacenados en ultracongeladores, al igual que la piel y los huesos.
Patricia explica que partes como la esclera del ojo sirven para operaciones estéticas. Sin embargo no todas las personas pueden ser donantes por diversas causas, como metástasis por algún tipo de cáncer, o cuando padecieron enfermedades nerviosas como Parkinson.
Los especialistas del Bantec explican, además, que desde enero se procederá con la utilización de la llamada membrana amniótica, que se obtiene de la placenta de mujeres que acaban de dar a luz. Este tejido es procesado para utilizarlo en pacientes que padecen de úlceras en la piel, quemaduras o heridas amplias, y que requieren un apósito sobre ellas. La membrana tiene una evidente capacidad de regenerar la piel lastimada.
Antes de cualquier procedimiento, mediante un análisis exhaustivo se descarta cualquier enfermedad viral o algún tipo de cáncer que después pueda ser trasladado al receptor. El tejido donado se entrega en las mejores condiciones.
Después de muerta una persona, casi la totalidad de su cuerpo sirve para darle una segunda oportunidad a más de veinte personas. En el caso de huesos, son obtenidos y tratados en una máquina trituradora que los transforma en polvo, que es utilizado para odontología o curación de fracturas óseas, que muchas veces requieren un relleno específico.
En relación con el tema de trasplante de células, o el uso de las mismas en la llamada terapia celular, la doctora Almeida indica que ese tipo de técnicas no se aplican en el Ecuador, pues la Ley Orgánica de Donación y Trasplante que rige al momento prohíbe la terapia celular como uso clínico; lo permite únicamente como procedimiento experimental en circunstancias puntuales.
A nivel mundial, la terapia celular está autorizada únicamente para la regeneración de rodillas y tobillos, recuperación de quemaduras y vitiligo. La terapia celular es la posibilidad que tiene una célula de generar otra nueva que cure las células dañadas, muertas o lesionadas.
El Ministerio de Salud Pública implementará el Banco Heterólogo de Cordón; esto quiere decir, el almacenamiento de células del cordón umbilical para ser usadas en trasplante de médula ósea y, a futuro, en terapias regenerativas. Lo idóneo es que las células donadas por las madres puedan ser utilizadas no solamente en sus hijos, sino también en las personas que sean compatibles y lo necesiten.
En 2010, en el país se realizaron 400 trasplantes, la mayoría de córnea, seguidos de operaciones renales y 18 de hígado. El Ecuador, al igual que el resto de países del mundo, tiene una alta demanda de órganos y tejidos en relación con la oferta. Incluso España, que tiene un índice de 30 donantes por cada millón de habitantes, tiene pacientes que mueren en lista de espera.
El Banco de Tejidos y Células, ubicado en el hospital Eugenio Espejo, cuenta con tres técnicos, más su directora Alis Borja y cuatro médicos coordinadores del área de oftalmología, piel, huesos y control de calidad.
El costo del Bantec, hasta ahora, ha sido de 350 mil dólares, financiados por el Ministerio de Salud Pública; las máquinas e implementos fueron donados por la Organización Internacional de Energía Atómica, que también financió la capacitación de los técnicos en países como Argentina y Colombia.
El proyecto del Banco de Tejidos y Células es de servicio público gratuito, y se mantiene con recursos públicos y, a concepto de la Dra. Almeida, está mediado por la voluntariedad de la gente, pues mientras más personas acepten la donación de órganos y se vayan desmitificando ideas que surgen en los imaginarios, muchos más trasplantes, desde luego, se podrán hacer.
En 2012 el Bantec contará con nueve personas de planta y se establecerán relaciones con los bancos de Cuenca y Guayaquil, para la correcta distribución de los tejidos a nivel nacional. Los órganos tienen un tiempo de vida limitada, lo que no permite que se puedan movilizar mucho; sin embargo, en el país existen 38 unidades médicas establecidas en Quito, Guayaquil y Cuenca autorizadas para realizar trasplantes.
Las personas que han sufrido quemaduras ven, en esta instancia de salud pública, una nueva opción. Así lo dice Jorge (nombre protegido), quien hace 40 años, cuando apenas tenía 8, sufrió quemaduras en el 40% de su cuerpo. A pesar de las constantes intervenciones, el dolor aún permanece, pues su piel, que posee poco colágeno, se triza con facilidad. Jorge imagina que si hubiese tenido las posibilidades de hoy en día, su vida sería otra.
A la salida del hospital, un joven de 23 años espera con su familia. Su madre y su hermana ingresan para pedir información acerca de los tratamientos para la leucemia. Un tanto decaído, él espera con paciencia. Los enviaron de otra casa de salud para realizar los exámenes de compatibilidad con sus hermanos. Si eso no resulta, deberá ingresar a lista de posibles receptores de un tejido que le salve la vida.