Marcel Ramírez, publicista de profesión y padre de vocación, asegura  que no  esperaba que a partir del 2005 -año en que  terminó su matrimonio-  iniciaría una batalla legal que le acarrearían  penosos momentos.

“Durante cinco años los juzgados de la niñez y la adolescencia me impidieron ver a mis dos hijas”, sentencia Ramírez al rememorar que siempre había una “excusa” por parte de los magistrados para que él no pudiera pasar tiempo con sus niñas.

Luego de cinco años de lucha, este profesional de 45 años ha conseguido que la justicia le permita ver a sus hijas con más regularidad, pero lo que vio y vivió en la Corte Provincial de Justicia del Guayas lo motivó a conformar la fundación “Papá por siempre”, que asesora a hombres que tienen trabas para contactar a sus vástagos después de divorciarse.

“Lamentablemente los jueces del país estigmatizan a los hombres. Si un padre se atrasa un día en la pensión alimenticia es llevado preso. Pero si una madre impide que un hombre vea a sus hijos no pasa nada. Las llaman para aconsejarlas, pero jamás son sancionadas”, comenta.

Sus recuerdos le traen amargura, sobre todo por el trato recibido por los magistrados. “Al principio del juicio de custodia me enviaron con las trabajadoras sociales para un examen sicológico porque quería ver a mis hijas. Luego de ese examen, el juez me impuso otro. Son tantas trabas las que hay en las cortes de Ecuador”, manifiesta el titular de “Papá por siempre”.

Ante estos escenarios, Ramírez está de acuerdo en una reforma profunda del sistema judicial.   
“Hay que cambiar todo: Jueces, secretarios, asistentes. Nuestra justicia está en decadencia y hay que hacer algo”, indica el activista. (OJL)