Los fallecidos fueron velados en diferentes lugares de Ibarra
La mañana del domingo, Wilman Castillo volvió a su casa luego de jugar fútbol. Su casa está cerca del hospital San Vicente de Paúl.
Él fue testigo de la conmoción de la gente, pues las víctimas de la unidad número 28 de la cooperativa Espejo habían sido trasladadas al recinto. “Vi a la gente que estaba desesperada, pero me fui tranquilo a la casa porque no sabía de qué se trataba”, dijo.
El movimiento en el ala de emergencia fue incontenible, contó la fiscal Gladys Muñoz. “Los cuerpos no paraban de llegar y el hospital no tenía suficiente contingente para abastecer a la cantidad de muertos y heridos que ingresaba”, recordó.
En los exteriores de la morgue se agolpó la gente para entrar a reconocer los cadáveres. Una vez que los cuerpos eran identificados salían de la morgue en ataúdes que fueron donados por la Secretaría de Gestión de Riesgos.
Mientras esto ocurría en el hospital, Castillo recibió una llamada de un miembro del cuerpo de bomberos. Así se enteró de que su hermano estaba en la lista de fallecidos. Ayer, a las 16:00, estaba prevista una misa y luego los cuerpos iban a ser trasladados al cementerio San Miguel de Ibarra.
Otras víctimas fueron veladas en el coliseo de la Unión Nacional de Educadores. Todos eran integrantes de una congregación de testigos de Jehová que tomaron el bus por casualidad, según dijo Ricardo Ruiz, miembro del grupo.
Según Ruiz, se dirigían a Esmeraldas para predicar. Tenían un transporte particular, pero el conductor se ausentó y el grupo decidió viajar en el transporte interprovincial.