“Los estudiantes han puesto la educación en agenda nacional”
La educación, desde hace ya algún tiempo, se ha convertido en el eje de la agenda nacional de Chile. Los estudiantes, secundarios y universitarios, han logrado llevar sus demandas de la manifestación callejera a La Moneda.
El pedido es básicamente desechar lo que se considera el modelo caduco de la educación, heredado de la dictadura de Augusto Pinochet. El problema es que, según el Gobierno de Sebastián Piñera, no hay suficiente dinero para satisfacer los anhelos de los jóvenes.
La vieja aspiración latinoamericana de la educación universal y gratuita es, en Chile, motivo de debates, protestas, titulares de diarios y actividad política.
El rector de la Universidad de Chile, Víctor Pérez, considera esto lo mejor de lo que ha sido bautizado como “primavera chilena”. Para el académico, que todo el país discuta sobre educación es un gran logro ciudadano.
Su opinión tiene relevancia si se toma en consideración que fue en la Universidad de Chile que empezaron las protestas que han arruinado la popularidad de Piñera.
¿Qué está ocurriendo exactamente en Chile?
Todos los sectores sociales y políticos concuerdan en que la educación es un bien público, fundamental para el desarrollo social y económico del país, y también para el desarrollo de los talentos de nuestros jóvenes.
Eso es importante porque cuando en la agenda política del país se llega a un consenso en la importancia de la educación hemos dado un paso significativo. A partir de este momento se trata de llegar a los acuerdos necesarios. Una política de educación superior debe ser siempre de Estado, no de un gobierno determinado... Se trata de una política que de alguna manera refleje el sentir y los planteamientos de distintos sectores.
¿Cuál es el sistema con el que se maneja la Universidad de Chile?
La Universidad de Chile es estatal, pública, la más antigua del país. Fue fundada en 1842. De acuerdo con los indicadores académicos, es la universidad que presenta los mejores logros. De hecho, en el ranking de Zimago, es la más respetada académicamente.
Además de las exigencias académicas que se exigen, ¿qué otros requisitos se piden? ¿económicos?
No es una entrada libre, pero tampoco está al arbitrio de la persona que dirige la universidad quién entra y quién no, sino que hay un sistema razonablemente objetivo. Una vez que ingresan a la Universidad de Chile, los alumnos tienen que pagar un arancel. Hoy los estudiantes que pertenecen a los dos primeros quintiles de pobreza no pagan el arancel de referencia. Hay una diferencia entre el arancel real y el de referencia. En el caso de la Universidad de Chile, lo colocamos nosotros.
Los estudiantes de los dos primeros quintiles entran gratis, porque la diferencia entre el que coloca el Estado y el real lo subsidia la universidad. Para los estudiantes del tercer y cuarto quintil, el Estado ofrece créditos y ayudas con distinto monto dependiendo de la condición económica del estudiante. Los estudiantes del quinto quintil no tienen acceso a ayudas del Estado.
¿Este sistema es distinto al que regía antes de la llegada de la dictadura de Augusto Pinochet?
Claro. Hasta el año 81 los estudiantes que ingresaban a las universidades estatales no pagaban. Yo me eduqué en la Universidad de Chile de manera gratuita. Soy hijo y nieto de profesores de primaria de provincia y estudié gratis en la Universidad de Chile. A partir del año 81, el gobierno militar impuso los aranceles.
¿Y usted, que ha vivido en los dos sistemas, podría escoger cuál es el mejor?
Es que no se trata de elegir el mejor sistema. Hoy hay un consenso a nivel nacional de que los estudiantes, por lo menos hasta el décimo decil (quintil), deberían estudiar gratis. La discusión que hoy se está produciendo es si la capacidad económica del país permite solventar eso o no. Hasta ahora hemos escuchado que se podría hacer eso hasta los dos primeros quintiles. Se está conversando la posibilidad de avanzar hasta el tercer quintil.
Los estudiantes están pidiendo gratuidad total. Nosotros hemos dicho que por lo menos hasta el décimo decil debería darse gratuidad, sea a través de aportes o becas; y a partir del octavo, noveno y décimo decil tener un esquema de crédito. Ojalá se pudiera avanzar hasta el décimo. La pregunta está en ver cuál es la capacidad del país y ver cómo somos equitativos con todo el sistema educacional, porque no solamente tenemos que avanzar en que lo económico no determine el ingreso y calidad de la educación a nivel universitario, sino también a nivel escolar y básico. Allí hay que destinar recursos importantes para que los sectores más vulnerables y de la clase media tengan derecho a una educación preescolar y básica del más alto nivel.
Como país tenemos que hacer un esfuerzo muy grande para garantizar no solo el acceso a una educación pública, sino que sea de calidad y equitativa. Lo ideal sería tener gratuidad 100% a nivel de educación superior, pero que al mismo tiempo se haga un esfuerzo para que a nivel medio y básico tengamos recursos para ofrecer una educación de mejor calidad. Es una necesidad que deben satisfacer los actores políticos.
En Ecuador, cuando se elaboró la nueva Constitución se discutió sobre la gratuidad en la educación de tercer nivel. ¿Por qué ahora la región discute sobre educación (y específicamente la universitaria, que era la más olvidada)?
Creo que lo que en nuestros países se discute es, de alguna manera, cómo cuestionar los modelos de desarrollo que se han instalado en la región. En algún momento se empezó a ver a algunos bienes públicos, como la educación, como privados, por los cuales había que pagar. Eso ocurrió. Llega un momento, que es lo que pasa ahora, en que los distintos actores sociales y políticos empiezan a preguntarse si ese modelo de desarrollo está produciendo el nivel de satisfacción de la comunidad. Y cuando la comunidad comienza a sentirse insatisfecha con lo que está recibiendo, cuando observa que hay niveles de inequidad problemáticos, se cuestiona esos elementos.
De ahí es que viene la pregunta de cuál es el rol del Estado en la provisión de bienes públicos. Lo pongo de una manera más directa: empieza a existir la necesidad de recuperar una educación pública de calidad y equitativa de tal manera que no sea la capacidad de pago de las familias lo que condicione el acceso a la educación de calidad. Es un tema en el que los países tienen que ver cuál es el esfuerzo que deben hacer todos los sectores, para asegurar que sus hijos tengan acceso a una educación pública de calidad y equitativa.
Ojalá podamos avanzar al punto de que no tengamos que pagar por la educación, como me pasó a mí. La pregunta que debemos hacernos todos es cuál es el esfuerzo y si existe voluntad política para avanzar en esa dirección. Yo diría que los estudiantes, las comunidades universitarias han logrado colocar estos temas en la agenda nacional. En Chile no hay ningún sector social o político que diga “esta demanda no es justa”.
El mismo presidente de la República, en Naciones Unidas, tuvo palabras de reconocimiento al movimiento estudiantil. La discusión que se está haciendo es cómo podemos hacer, cómo podemos generar los recursos para que la educación sea una política de Estado que garantice a todos los sectores de la ciudadanía, en todos los niveles, acceso equitativo.
Hoy probablemente lo que es más notorio es la demanda por una educación universitaria pública y equitativa, pero eso no nos debe hacer olvidar que tenemos que colocar en la misma importancia, con el mismo énfasis, ojalá con la misma capacidad expresiva, que los niños más pobres de nuestros países, en nivel preescolar y básico, tengan una educación que nos permita una genuina igualdad de oportunidades en el desarrollo de sus habilidades.
¿El movimiento estudiantil tiene la proyección de incidir al máximo nivel y participar en la toma de decisiones?
Una vez que el tema de la educación pública de calidad y equitativa quedó en la agenda nacional, ahora todos los sectores, todos los actores sociales y políticos, tenemos que hacer el mejor esfuerzo para traducir eso en una política pública, de Estado. Ese es el gran desafío. Yo estoy optimista porque una vez que ese tema se colocó en la agenda ahora tenemos que buscar de qué manera se va conformando en el tiempo que esto sea una realidad.
Acá también hay un debate sobre la educación y el papel del profesor. ¿Cómo es, en ese sentido, el sistema allá?
La única forma en que usted va a lograr mejorar la educación preescolar, básica y media -concentrémonos en ese nivel- es reconociendo al profesor en el aula como fundamental para producir un cambio. Para eso se debe partir de la base de que al profesor hay que respetarlo en su dignidad, en su profesión y en sus condiciones laborables.
Adicionalmente a eso, ustedes como país deben preocuparse de que las universidades tengan la capacidad académica para que la formación inicial de profesores sea al mejor nivel y que ojalá no solamente tengan un grado de licenciado, sino de maestría o doctorado.
Al mismo tiempo, el país tiene que ser capaz de destinar los recursos para que esas escuelas tengan infraestructura y recursos educacionales para permitir ese tipo de enseñanza, entendiendo que no es lo mismo la educación de un niño de un sector acomodado que la de uno de un barrio vulnerable y con carencias porque la educación tiene que suplir esas faltas.
Eso significa estar dispuesto a asignarle al sector recursos importantes y profesores muy motivados y con buena formación. Finalmente hay que entender que no podemos caer en el error que se comete a menudo, aquello de creer que con mayores controles, evaluaciones, reglamentaciones, se va a mejorar la educación. Ese mejoramiento ocurrirá cuando se parta por respetar la dignidad personal, profesional y humana del profesor.
Los maestros tienen, con su trabajo en el aula, la responsabilidad del destino de nuestros países, porque tienen la responsabilidad del desarrollo de los talentos de los estudiantes.