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Los conscriptos voluntarios saben de armas y hasta de cuidar cuyes
Al ritmo de cánticos militares cerca de 100 jóvenes de entre 18 y 23 años recorren los patios de la Brigada Militar Pichincha, ubicada en Machachi, Sierra norte del país. Son parte del proceso de conscripción voluntaria y de la capacitación en oficios que ofrecen las Fuerzas Armadas (FF.AA).
Hace 43 años el servicio era obligatorio; desde hace dos, con la Constitución de Montecristi (2008), los jóvenes acuden al acuartelamiento sin presiones por parte del Estado.
Para llegar a la conscripción pasan por varios exámenes médicos y psicológicos. Una vez aceptados ingresan a un periodo de ambientación, luego son conscriptos. El proceso se realiza en un año.
Solo hasta mayo del 2011 ingresaron 12 mil 300 conscriptos. Para este 27 de agosto se espera a cerca de 5.500. Es así como jóvenes de las 24 provincias del país se encuentran “para vivir la vida militar”.
Tomemos un ejemplo. Tres quiteños: Daniel Chalá (19 años), David Mafla (21), Luis Betancourth (22); un chuncheño (Chimborazo), Jorge Andrade; y un ambateño (Tungurahua), Luis Palacios, se encontraron en el ‘cuartel’ para experimentar la intensidad del entrenamiento y definir su futuro.
Chalá asegura que el ingreso al servicio militar es para cumplir con la Patria y conocer sobre el trabajo con el armamento. A su lado se encuentra Mafla, para quien el día más feliz lo vivió cuando vistió completamente de militar. Quiere ser el mejor de su promoción y acceder al curso de soldado para continuar con la carrera. Mientras habla con sus compañeros se emociona, “yo con las mejores notas me voy donde el Presidente de la República y ahí me quedo hasta que me atienda y le digo que quiero ser militar”.
Mientras cuentan sus historias ríen y recuerdan los apodos puestos entre ‘bodys’. Los más conocidos: ‘Chapulín’, ‘Farfán’, ‘Sabú’, ‘Tontín’, ‘Jacobo 5:3’ y otros enigmáticos sobrenombres que se han ganado por el bagaje de sus vivencias y los matices de sus personalidades.
Para Betancourth el ingreso a la vida militar es más que una obligación familiar, “aquí me gusta el orden, la responsabilidad y el manejo de armas de una forma profesional y segura, no son un juego”.
Andrade añade que dicho ingreso al cuartel fue más de lo que esperaba en el ámbito de capacitación e instrucción militar. Sus padres aún no lo han visto con el uniforme de camuflaje, se fueron a España.
Palacios comenta que su decisión es 50-50, porque es una tradición en su familia que los hombres cumplan con el año de conscripción, pero a diferencia de sus hermanos él lo hace porque quiere. “Yo soy ‘rocker’ y me tocó cortarme el pelo”, se aflige, y de inmediato cuenta que sus grupos favoritos son Sepultura y Marilyn Manson. Los demás ríen.
Las anécdotas, las bromas y los momentos buenos y malos forman parte de la conscripción, aduce Lauro Mallamas, cabo Primero de Infantería, quien es el encargado de instruir a los futuros conscriptos.
Vida militar
La jornada inicia a las 04:30, al momento de levantarse de la cama, que no mide más de un metro de ancho y 1.80 de largo. La técnica para no caer al suelo de un espacio tan pequeño es dormir con una mano detrás de la cabeza y otra sobre el abdomen para mantener equilibrio.
Hasta las 05:20, en una habitación en la cual caben 30 literas, todo debe quedar listo. Las camas tendidas, las toallas estiradas, la ropa ordenada, barren las áreas sociales y colocan la basura en su lugar.
A las 05:45 están formados en el patio central, todo antes de que salga el sol. En medio de la oscuridad, se escucha el sonido de una trompeta que da honores militares a la bandera, esa es la señal de que el día comenzó. A las 07:00 es hora del desayuno; los martes la alimentación es reforzada, por lo general comen arroz con estofado de carne, agua aromática, jugo y pan.
Entre bromas aseguran que el pedido primordial es una cucharada más de arroz y otro pan. Mientras reciben sus alimentos en “viandas” los conscriptos permanecen formados, impecables con su uniforme de camuflaje y su gruesa chompa para aplacar el frío. La baja temperatura (8 grados) no es un obstáculo para cumplir con las órdenes.
Instrucción y capacitación
Si la conscripción ahora es voluntaria, ¿qué motiva a los jóvenes a cumplir con el servicio militar? En una encuesta realizada a 2000 ciudadanos por la Dirección de Movilización, en el acuartelamiento del 4 de junio del 2011, se conoció que el 37% lo hace para servir a la Patria, el 21% para recibir formación militar con valores, el 12% para recibir capacitación en artes y oficios, el 11% para tener una nueva experiencia, el 10% para obtener la cédula militar de reservista, el 4% porque al momento se encontraba desocupado; y el 4% restante para salir de la casa.
Los resultados determinan que en gran medida los jóvenes no perdieron ese amor y civismo, asegura el coronel Juan Gavilanes, director de la Dirección de Movilización del Comando Conjunto de las FF.AA.
El Estado destina por cada acuartelado 2.100 dólares al año. Este valor incluye 220 dólares por capacitación alternativa (oficio), $1.081 para alimentación, y 800 dólares para vestimenta, instrucción militar, asistencia médica y gastos logísticos de servicios básicos. Cada conscripto recibe mensualmente $140 dólares para cubrir todos los gastos en el interior del cuartel.
Además obtienen servicio médico, dental y social gratuito, seguro de vida del ISSFFA, formación en competencias deportivas y en valores y principios.
Para el Coronel José Castillo, comandante de la 13 Brigada ‘Pichincha’, la conscripción ahora ofrece una alternativa de capacitación en áreas que servirán a los jóvenes que no decidan continuar con la vida militar. Los cursos de mecánica, metalurgia, pastelería, turismo, administración y negocios y jardinería se imparten en los destacamentos.
Javier Mafla, docente de Mecánica Automotriz, añade que los jóvenes ahora tienen diversas aspiraciones y es claro cómo se esfuerzan por aprender, al punto de que son ellos quienes exigen la capacitación y mayor número de horas dedicadas al aprendizaje de los oficios.
La enseñanza que reciben los jóvenes depende del área de conscripción; en otros destacamentos militares reciben capacitación sobre crianza y manejo de animales menores; entre ellos cuyes, conejos y gallinas con la creación de micro-granjas.
Además reciben enseñanza en gastronomía, elaboración de productos lácteos, carpintería, metalmecánica, construcciones, electricidad e informática.
Los cursos se dictan a través del Servicio Ecuatoriano de Capacitación Profesional (Secap), que al momento brinda capacitación teórica en un 20% y práctica en un 80% a los conscriptos, a nivel nacional.