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El Telégrafo

Los conscriptos voluntarios saben de armas y hasta de cuidar cuyes

Los conscriptos voluntarios saben de armas y hasta de cuidar cuyes
31 de julio de 2011 - 00:00

Al ritmo de cánticos militares cerca de 100 jóvenes de entre 18 y 23 años recorren los patios de la Brigada Militar Pichincha, ubicada en Machachi, Sierra norte del país. Son parte del proceso de  conscripción voluntaria y de la capacitación en oficios que ofrecen las Fuerzas Armadas (FF.AA). 

Hace 43 años el servicio era obligatorio; desde hace dos, con la Constitución de Montecristi (2008), los jóvenes acuden al acuartelamiento sin presiones  por parte del Estado.

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Para llegar a la conscripción pasan por varios exámenes médicos y psicológicos. Una vez aceptados ingresan a un periodo  de ambientación, luego son conscriptos. El proceso se realiza en  un año.   

Solo hasta mayo del 2011 ingresaron  12 mil 300  conscriptos. Para este 27 de agosto se espera a  cerca de 5.500. Es así como jóvenes de las 24 provincias del país se encuentran “para vivir la vida militar”. 

Tomemos un  ejemplo. Tres quiteños:  Daniel Chalá (19 años), David Mafla (21), Luis  Betancourth (22); un  chuncheño (Chimborazo), Jorge Andrade; y un  ambateño (Tungurahua), Luis Palacios,  se encontraron en el ‘cuartel’ para experimentar la intensidad del entrenamiento y definir su futuro.     

Chalá asegura  que el ingreso  al servicio militar es para cumplir con la Patria y conocer sobre el trabajo con el armamento. A su lado se encuentra Mafla, para quien  el día más feliz lo vivió cuando  vistió completamente de militar.  Quiere ser el mejor de su promoción y  acceder al curso de soldado para continuar con la carrera. Mientras habla con sus compañeros se emociona, “yo con las mejores notas me voy donde el Presidente de la República y ahí me quedo hasta que me atienda y le digo que quiero ser militar”.

Mientras cuentan sus historias ríen y recuerdan los apodos puestos entre ‘bodys’. Los más conocidos:  ‘Chapulín’, ‘Farfán’, ‘Sabú’, ‘Tontín’, ‘Jacobo 5:3’ y  otros enigmáticos sobrenombres que se han ganado por el bagaje de sus vivencias y los matices de sus personalidades.

Para Betancourth el ingreso a la vida militar es más que una obligación familiar, “aquí me gusta el orden, la responsabilidad y el manejo de armas de una forma profesional y segura, no son un juego”.

31-7-11-reportaje-acuartelamientoAndrade añade que dicho  ingreso al cuartel fue más de lo que  esperaba en el ámbito de capacitación e instrucción militar. Sus padres aún no lo han visto con el uniforme de camuflaje, se fueron a España.

Palacios comenta que su decisión es 50-50, porque es una tradición en su familia que los hombres cumplan con el año de conscripción, pero a diferencia de sus hermanos él lo hace porque quiere. “Yo soy ‘rocker’ y me tocó cortarme el pelo”, se aflige, y de inmediato  cuenta que sus grupos favoritos son Sepultura y Marilyn Manson. Los demás ríen.
Las anécdotas, las bromas y  los momentos buenos y malos forman parte de la conscripción, aduce Lauro Mallamas, cabo Primero de Infantería, quien es el encargado de instruir a los futuros conscriptos.

Vida militar

La jornada inicia a las 04:30, al momento de levantarse de la cama, que no mide más de un metro de ancho y  1.80 de largo. La técnica para no caer al suelo de un espacio tan pequeño es dormir con una mano detrás de la cabeza y otra sobre el abdomen para mantener equilibrio.

Hasta las 05:20, en una habitación en la cual caben 30 literas, todo debe quedar listo. Las camas tendidas, las toallas estiradas, la ropa ordenada, barren las áreas sociales  y colocan la basura en su lugar.

A las 05:45  están formados en el patio central, todo antes de que salga el sol. En medio de la oscuridad, se escucha el sonido de una trompeta que da honores militares a la bandera, esa es la señal de que el día comenzó.  A las 07:00 es hora del desayuno;  los martes la alimentación es reforzada, por lo general comen arroz con estofado de carne, agua aromática, jugo y pan.

Entre bromas aseguran que el pedido primordial es una cucharada más de arroz y otro pan. Mientras reciben sus alimentos en “viandas” los conscriptos  permanecen formados, impecables con su uniforme de camuflaje y su gruesa chompa para aplacar el frío. La baja temperatura (8 grados) no es un obstáculo para cumplir con las órdenes.                  

Instrucción y capacitación

Si la conscripción ahora es voluntaria, ¿qué motiva a los jóvenes a cumplir con el servicio militar? En una encuesta realizada a 2000 ciudadanos por la Dirección de Movilización, en el acuartelamiento del 4 de junio del 2011, se conoció    que el 37% lo hace para servir  a la Patria, el 21% para recibir formación militar con valores, el 12% para recibir capacitación en artes y oficios, el 11% para tener una nueva experiencia, el 10% para obtener la cédula militar de reservista, el 4% porque al momento se encontraba desocupado; y el 4% restante para salir de la casa.  

 Los resultados determinan que en gran medida los jóvenes no perdieron  ese amor y civismo, asegura el coronel Juan Gavilanes, director de la Dirección de Movilización del Comando Conjunto de las FF.AA.   

31-7-11-reportaje-acuartelamiento02El Estado destina por cada acuartelado 2.100 dólares al año. Este valor incluye 220 dólares por capacitación alternativa (oficio), $1.081 para alimentación, y  800 dólares para  vestimenta, instrucción militar, asistencia médica y gastos logísticos de servicios básicos. Cada conscripto recibe mensualmente $140 dólares para cubrir  todos los gastos en el interior del cuartel.

Además obtienen servicio médico, dental y social gratuito, seguro de vida del ISSFFA, formación en competencias deportivas y  en valores y principios.

Para el Coronel José Castillo, comandante de la 13 Brigada ‘Pichincha’,  la conscripción ahora ofrece una alternativa  de capacitación  en áreas que servirán a los jóvenes que no decidan continuar con la vida militar. Los cursos de mecánica, metalurgia, pastelería, turismo, administración y negocios y jardinería se imparten en los destacamentos.

Javier Mafla, docente  de Mecánica Automotriz, añade que  los jóvenes ahora tienen diversas aspiraciones y es claro cómo se esfuerzan por aprender, al punto de que son ellos quienes  exigen la capacitación y mayor número de horas dedicadas al aprendizaje de los oficios.

La  enseñanza que reciben los jóvenes depende del área de conscripción; en otros destacamentos militares reciben  capacitación sobre crianza y manejo de animales menores; entre ellos cuyes, conejos y gallinas con la creación de micro-granjas.

Además reciben enseñanza en  gastronomía, elaboración de productos lácteos, carpintería, metalmecánica, construcciones, electricidad e informática.

Los cursos se dictan a través del Servicio Ecuatoriano  de Capacitación Profesional (Secap), que  al momento brinda capacitación teórica en un 20% y práctica en un 80% a los conscriptos, a nivel nacional.

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